Desde hace poco más de cien años, cada 8 de marzo cabe en nuestro calendario como honra y conmemoración de la lucha histórico-política que han librado y libran las mujeres  alrededor del mundo – para poder ser titular de derechos esenciales.

Las mujeres llevan siglos caminando juntas en reclamo de lo que les corresponde. Una de las primeras expresiones colectivas que sentó las bases para esta fecha, ocurrió en 1857: las trabajadoras textiles de Nueva York protestaron por las míseras condiciones laborales y los bajos salarios. Estas mujeres, inmigrantes en su mayoría, y de escasos recursos, se organizaron y desafiaron el sistema opresivo que las enredaba. Gracias es pequeño.

En 1908, hace 115 años, las mujeres trabajadoras marcharon de nuevo en las calles de Nueva York exigiendo igualdad de derechos político-económicos y el fin de la explotación laboral. Esta concentración de mujeres y éste reclamo, inspiró la creación del primer día nacional de la mujer en los Estados Unidos.

Dos años más tarde, en 1910 la líder-activista alemana y defensora de los derechos de la mujer – Clara Zetkin – propuso establecer un día internacional de la mujer para promover los derechos de la mujer trabajadora.

En 1911, el 19 de marzo, específicamente en Europa: millares en multitud celebraron por primera vez el Dia Internacional de la Mujer. En Alemania, Dinamarca, Suiza y Austria, las mujeres marcharon por sus derechos, exigiendo el voto femenino, mejores condiciones laborales y el fin de la discriminación por la razón pura de ser mujer.

A su tiempo, el 8 de marzo se convierte en la fecha emblema para la lucha por los derechos de la mujer alredor de nuestro mundo. En 1975, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclama este día como lo que hoy le conocemos, formalizando el recordatorio anual de esfuerzo prolongado en el tiempo, desde el cual cada generación ha asumido deberes de lucha por los derechos de sí y de las futuras generaciones.

Los sucesos históricos nos enseñan que los derechos de las mujeres (y niñas) han sido traídos a la realidad a través de combates y batallas organizadas y elevadas por intrépidas mujeres de voz de oro y de aliento protectivo.

Las mujeres de cada época, durante siglos, han hecho y han dicho lo suficiente, lo necesario, -a veces bajo el costo de su vida-, para que ayer, y hoy: el derecho al voto, la justicia y la equidad laboral y salarial, las mejoras de condiciones de vida, los derechos sexuales y reproductivos – sean elementales. A nosotras, como mujeres, y a las niñas de hoy, nos toca honrar con costumbre ancestral la valentía pasada y unirla de manera ensanchada al quehacer futuro.

Me pregunto, brevemente:

I. ¿Qué nos han enseñado las mujeres que han luchado antes que nosotros?

II. ¿Qué podemos hacer hoy por las mujeres que seremos mañana? y sobretodo – ¿Qué podemos hacer por las futuras mujeres diversas que, aunque nunca conoceremos personalmente, llevarán en su género un apetito histórico de justicia y bienestar para cada otra mujer?

III. Y más aún, gracias abuelita(s) y antecesoras, la tierra es cada vez menos hostil con las mujeres gracias al sacrificio pasado, entonces pienso es importante clarear: ¿Cuáles son las luchas de nuestra época?

No podemos estacionarnos: la mujer del futuro nos espera. La visualizamos feliz, segura, plena – participando en la sociedad, le enocomía, la ciencia y la política de manera ecuánime, ética, equitativa. Sirva este día como recordatorio de la valentía y el arrojo de las mujeres que han luchado, y continúan luchando para que todos podamos vivir un momento presente más justo.