En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, Acento ha recogido las opiniones, deseos y aspiraciones de las mujeres periodistas de su redacción, que han quedado plasmados individualmente en cada una de las expresiones que a continuación se exponen.

Cada 8 de marzo, el mundo se detiene para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, una fecha que no sólo celebra los avances conquistados, sino que también invita a la reflexión sobre los desafíos que aún persisten.

Este día no es solo una fecha para celebrar, sino una oportunidad para renovar el compromiso con una sociedad más justa, donde la igualdad deje de ser una aspiración y se convierta en una realidad tangible.

Mery Ann Escolástico

A pesar de los avances tecnológicos y sociales de la era contemporánea, la realidad de la mujer en República Dominicana sigue siendo una batalla constante contra la desigualdad. En un país con 24 ministerios, resulta alarmante que solo dos están liderados por mujeres, reflejando una brecha de género que persiste en las esferas de poder.

El siglo XXI nos ha demostrado que las mujeres pueden y deben ocupar espacios de liderazgo. Hemos visto mujeres desempeñarse con excelencia como vicepresidentas, ministras, embajadoras, y en otros roles que antes se consideraban exclusivos para los hombres. Su trabajo ha sido ejemplar, desmontando mitos y demostrando que la capacidad no tiene género. Sin embargo, estos logros no han sido suficientes para romper las barreras estructurales que aún las limitan.

Desde este medio de comunicación, hacemos un llamado urgente a las entidades gubernamentales y privadas a unirse en un esfuerzo común para garantizar mayor inclusión y oportunidades para la mujer en todos los ámbitos de la sociedad.

Es responsabilidad de todos –gobierno, empresas, instituciones educativas y la sociedad en general– crear espacios donde las mujeres sean valoradas por su talento, capacidad y compromiso, sin restricciones impuestas por estereotipos arcaicos.

Si realmente aspiramos a una sociedad más justa e igualitaria, debemos derribar los prejuicios y construir juntos un futuro donde la mujer tenga las mismas oportunidades de aportar y brillar. La equidad no es un favor, es un derecho. Es momento de actuar.

Ana Esmirna Ferreira

Uno de los desafíos más evidentes es la desigualdad salarial. En muchos sectores, las mujeres siguen ganando menos que los hombres por el mismo trabajo. Peor aún, muchas enfrentan el rechazo en oportunidades laborales simplemente por su género. Esto afecta a madres solteras, emprendedoras y profesionales que buscan el sustento para sus familias y su desarrollo personal.

Iniciativas como la implementación de políticas públicas de equidad, programas de capacitación y eliminación de prácticas discriminatorias deben convertirse en una prioridad. No se trata solo de un acto de justicia social, sino de un paso fundamental para el progreso del país.

A pesar de que las mujeres dominicanas representan una mayoría en las universidades y se preparan con más empeño que muchos hombres, esto no se traduce en mayores oportunidades. La meritocracia parece tener un sesgo cuando se trata de género, y el esfuerzo de las mujeres sigue sin ser suficiente para garantizar su acceso equitativo al mundo laboral y político.

El gobierno y las instituciones deben pasar de las palabras a los hechos. Es urgente implementar políticas públicas que promuevan la igualdad de oportunidades en todos los niveles, desde la educación hasta el acceso al mercado laboral y la representación en espacios de toma de decisiones.

No se trata solo de incluir mujeres por llenar cuotas, sino de garantizar que tengan las mismas oportunidades de demostrar su capacidad y de ejercer liderazgo en beneficio del país. Es momento de que la sociedad dominicana reconozca que la lucha por la igualdad de género no es una concesión, sino un derecho que debe cumplirse sin excusas.

El siglo XXI no debería ser solo una época de avances tecnológicos, sino también de cambios sociales profundos y efectivos. Las mujeres no pueden seguir esperando el reconocimiento que se han ganado con esfuerzo, preparación y dedicación. La igualdad no puede seguir siendo un sueño postergado.

La mujer ha demostrado que a pesar de los retos y desafíos que enfrentan, con empeño y determinación se puede lograr la meta anhelada: tener los mismos derechos que los hombres.

Si bien la mujer y el hombre son iguales ante la ley, sin embargo, el género femenino es inferior en cuanto a poder, oportunidades y derechos. Ya es tiempo de erradicar el pensamiento machista que persiste tanto en República Dominicana como en el resto del mundo y que la mujer sea destacada con el valor que merece.

Debe continuar la lucha para que las mujeres sean visibilizadas en los diversos sectores, que sus derechos sean respetados y velar por la inclusión para tener mayor éxito tanto en lo personal como en lo profesional.

Los avances en la brecha de género han sido significativos, pero aún queda un largo camino por recorrer para lograr la igualdad de derechos y oportunidades hacia la mujer dominicana.

Nicole Espejo

Habiendo dicho todo esto, es importante reflexionar sobre una de las realidades más persistentes y complejas dentro de la lucha por la igualdad: la competencia entre mujeres.

La idea de que "la mujer es el principal enemigo de ella misma" puede parecer, a primera vista, una afirmación provocadora o incluso desacertada, pero en realidad subraya una problemática arraigada. Hemos luchado tanto a lo largo de la historia que nos percibimos a nosotras mismas como rivales más que como aliadas, y este comportamiento se refuerza aún más con una cultura que premia la individualidad y la comparación.

De hecho, en un estudio publicado en Psychology of Women Quarterly (una revista feminista científica que publica investigaciones empíricas, críticas y artículos relacionadas con la psicología de la mujer y el género) se observó que la competencia femenina puede estar vinculada a los estereotipos tradicionales que limitan las oportunidades de las mujeres, creando un ambiente donde la escasez percibida de logros, reconocimiento o recursos se convierte en un terreno fértil para el resentimiento y la rivalidad.

La sororidad, un término que implica la solidaridad y apoyo mutuo entre mujeres, es una de las ideas que más se ha promovido en los últimos años, pero que sigue sin calar en nuestra sangre, ni siquiera con la gran carga emocional y simbólica que trae.

Las mujeres tienden a ser más autocríticas entre sí que en relación a otros géneros. Este fenómeno se manifiesta en la vida cotidiana, en el ámbito profesional y en los círculos sociales. Cuantas más mujeres acceden a posiciones de poder o logran grandes avances, más se activa esa tensión, muchas veces alimentada por la falta de espacios inclusivos y de redes de apoyo efectivas. En lugar de que las mujeres compartan sus experiencias y se apoyen mutuamente en sus caminos, a menudo se encuentran en una lucha por validar su éxito frente a otras, lo que solo refuerza la idea de que el espacio es limitado y que no puede haber éxito sin sacrificar a otra.

Es crucial que, al conmemorar los avances y derechos que las mujeres han logrado, también reconozcamos y enfrentemos los retos internos que aún nos separan. La verdadera sororidad no puede ser un concepto abstracto o aspiracional, sino una práctica diaria que se cultive tanto en el ámbito personal como en el colectivo.

El Día de la Mujer es un recordatorio de que nuestra lucha por la equidad y la justicia no termina en la obtención de derechos. La verdadera revolución comienza cuando entendemos que la esencia de la fuerza de las mujeres radica en la unidad, en el apoyo mutuo y en la creación de redes de solidaridad impulsadas por el deseo compartido de un mundo mejor para todas.

Katheryn Luna 

“Cuando las mujeres prosperan, el mundo prospera”, Esta frase es parte del mensaje por el Día Internacional de la Mujer del director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Gilbert Houngbo, el cual me recordó otra, pero menos alentadora, “la pobreza tiene rostro de mujer”.

Esto recuerda que a pesar de los avances, que son muchos e innegables, la desigualdad sigue siendo una realidad en el mercado laboral, la educación, el acceso a vivienda y en la medición de los niveles de pobreza.

Un dato que refleja esto, de acuerdo a un estudio sobre el trabajo y los salarios, realizado por la facultad de ciencias económicas de la UASD, es que la pobreza general medida por salarios afectó al 49.7% de los hombres y al 56.8% de las mujeres trabajadoras y si vamos a la pobreza extrema, esta alcanzó el 28.7% en mujeres.

A pesar de que la mujer es mayoría en muchos ámbitos, ha tenido que con esfuerzo y resiliencia caminar hacia el reconocimiento de su valor. Hoy, muchas mujeres pueden ser señalas en puestos importantes a nivel empresarial , social y político, pero el camino aún sigue siendo estrecho para aquellas cuyos derechos y oportunidades son escasos, sobre todo aquellas que se dividen entre atender tareas domésticas y responsabilidades familiares.

Que este Día Internacional de la Mujer, nos recuerde los avances, los logros, las victorias, pero que también sirva para seguir trazando un camino hacia el valor propio y menos barreras que derribar para las futuras generaciones.