Entre el ruido digital y el soplo del Espíritu
La Iglesia se prepara, una vez más, para vivir uno de los momentos más sagrados de su historia: la elección del Sucesor de Pedro. Pero esta vez, el Cónclave se celebra en un escenario nuevo y desafiante: la era de la inteligencia artificial y de las redes sociales. Ya no se trata solamente del discernimiento de los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina, sino de una elección que parece ser también «teatralizada», comentada y manipulada por algoritmos, tendencias digitales y narrativas ideológicas.
La ficción que quiere volverse realidad
La película El Cónclave, dirigida por Stefano Messina y convertida hasta el momento, en la más taquillera del año 2025, ha contribuido a reforzar una imagen de la Iglesia dividida, en donde el poder, las estrategias y las intrigas palaciegas parecen tener más peso que la oración y la inspiración del Espíritu Santo. Muchos influencers —católicos y no católicos— han comenzado a especular con nombres, alianzas y complots, como si se tratara de una elección parlamentaria más que de un evento eclesial.
Pero esta narrativa olvida una verdad fundamental: el Papa no es elegido por encuestas ni por campañas mediáticas. Es el Espíritu Santo quien guía la decisión de los cardenales. Como decía con sabia sencillez una catequista de mi diócesis: “El Espíritu es como medio loco: muchas veces hace lo contrario de lo que le pedimos”. Y es en esa “locura divina”, que supera nuestras lógicas humanas, donde se manifiesta la fidelidad de Dios a su Iglesia.
Polarización eclesial: una tentación recurrente
El debate público ha querido dividir a los cardenales entre dos bloques: los continuistas del estilo del Papa Francisco, caracterizado por una pastoral de misericordia, cercanía y apertura; y los conservadores, que desean un retorno al enfoque doctrinal y litúrgico del Papa Benedicto XVI. Esta falsa dicotomía, promovida desde ciertos sectores ideologizados, ha generado campañas de desinformación y ataques directos a varios de los llamados papables, olvidando que el único criterio auténtico debe ser la fidelidad al Evangelio y la docilidad al Espíritu Santo.
Inteligencia artificial y manipulación de la opinión
Vivimos una época en la que la inteligencia artificial puede generar perfiles falsos, manipular imágenes y fabricar narrativas creíbles en segundos. Algunos actores digitales están usando estas herramientas para sembrar confusión, polarizar aún más las posturas y ejercer presión sobre el proceso. Todo esto corre el riesgo de desviar la atención de lo esencial: el carácter espiritual y sobrenatural del Cónclave.
Una Iglesia guiada por el Espíritu, no por los likes
Frente a este clima de tensión, la Iglesia está llamada a mantener la serenidad de la fe. La barca de Pedro ha navegado por aguas más turbulentas que estas, y siempre ha sido sostenida por la promesa del Señor: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). La historia de la Iglesia nos recuerda que muchos de los papas más transformadores fueron elecciones inesperadas, incluso desconcertantes. Pero siempre providenciales.
Que no olvidemos nunca que la Iglesia no es una empresa, ni un partido, ni una plataforma viral. Es el Cuerpo de Cristo, y su Cabeza es el mismo Señor resucitado. Los católicos estamos llamados a orar intensamente por el nuevo Papa, y no a caer en el juego de la especulación mediática.
Conclusión: confiar, orar y esperar
El próximo papa no será el elegido de las redes, sino el que el Espíritu Santo inspire en el corazón de los cardenales. Que este tiempo sea de oración confiada, de espera silenciosa y de fe viva. No es el ruido del mundo el que marca el rumbo de la Iglesia, sino el susurro del Espíritu que guía a los que se dejan conducir.
“No se dejen confundir por las voces del mundo. En el silencio del corazón, Dios habla” (San Juan Pablo II).
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