Se cumple este año el centenario del nacimiento de Celia Cruz, una cubana de origen humilde, explosiva personalidad y potente voz que trascendió fronteras. Reconocida como "la reina de la salsa", destacó también en otros géneros, dejando tras de sí un gran legado que sigue atrayendo a generaciones.
Aunque ya han transcurrido 22 años desde su muerte, Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso, conocida como Celia Cruz, sigue reinando en el corazón y los recuerdos de sus seguidores, que este 2025 le rinden homenaje con diversos actos en varios países.
La ´Guarachera de Cuba´, que nació el 21 de octubre 1925, no solo triunfó con su poderosa voz, su energía en el escenario -que los años no diezmaron-, su simpatía y su sencillez, sino porque se mantuvo vigente a través de cinco décadas de evolución en los que fue respetada y amada por su público de todas las edades y países, cantando en español en Estados Unidos, el país que la acogió como exiliada.
"El trabajo es lo que me da energía", decía con frecuencia cuando preguntaban si se retiraría, tras haber comenzado su carrera en su país en la década de 1940 con la Sonora Matancera y luego haberse exiliado en 1958 en Nueva York, donde vio nacer la salsa y fue parte de su desarrollo.
Fue en esta ciudad donde Celia se convirtió en la reina del azúcar, con su inconfundible figura de pelucas multicolores, tacones de vértigo, maquillaje a raudales y fastuosos vestidos, todo ello obra de su estilista Ruth Sánchez.
Celia se asoció con grandes orquestas como la de Cortijo y su Combo con Ismael Rivera, Tito Puente "rey del timbal", así como los legendarios artistas de la Fania All Stars, además de Johnny Pacheco y Willie Colón, y con ellos llevaron la salsa por el mundo entero.
Como buen soldado, se mantuvo firme deleitando a su público y solo su enfermedad le bajó del escenario y calló su emblemático grito de celebración de "’¡Azúúúcaaar!", -que quedó grabado en la memoria colectiva-, cuando un cáncer la venció el 16 de julio de 2003 en su hogar en Nueva Jersey.
Unos murales, una escuela y una calle con su nombre
Aun tras los 22 años transcurridos desde su muerte, Cruz sigue presente en la ciudad a través de murales en el Barrio Latino de Harlem, de una calle y una escuela que llevan su nombre en El Bronx, donde descansa junto a su marido Pedro Knight, su "cabeza de algodón" como solía llamarle.
"La reina Celia" es el mural en la concurrida calle 103 y Lexington a unos pasos de la estación del metro que da la bienvenida al llamado "el Barrio" por antonomasia, un mural realizado por el conocido artista James de la Vega en el 2003, tras la muerte de la cantante.
A unos pasos de allí, en la calle 111 y Tercera Avenida, una sonriente Celia con una mirada pícara y una mano en alto fue plasmada en "La vida es un carnaval", que lleva el nombre de uno de sus muchos éxitos. Así, la artista "saluda" a los comensales del restaurante "Amor cubano" donde está la obra.
Los admiradores de la intérprete que vivirá "en el alma de mi gente, en el cuero del tambor, en las manos del conguero, en los pies del bailador" (como decía en su tema "Yo viviré") celebran su centenario con eventos que incluyen reediciones de sus discos en formato vinilo, exposiciones, musicales, programas especiales de televisión o conciertos.
Entre ellos figura, en el popular y esperado Summer Stage del Central Park de Nueva York, un concierto el 9 de agosto de Isaac Delgado y Aymée Nubiola y la intérprete de los tambores batá Brenda Navarrete.
El halo de Celia Cruz es tan poderoso que en este mismo junio otras ciudades latinoamericanas también la homenajean, como el Callao peruano, donde se bautizará una calle con su nombre y se develará una estatua, o la República Dominicana donde se presentará un musical y el 21 de octubre, el día de su centenario, un gran concierto que trasmitirán varios canales.
"Celia siempre estuvo orgullosa de su negritud", destacó a EFE la escritora e historiadora Aurora Flores, que escribe un libro sobre música latina.
A lo largo toda de su carrera, recibió múltiples reconocimientos, entre ellos ser la primera afrolatina en aparecer en una moneda de EE.UU. y en el paseo de la fama del legendario teatro Apollo de Nueva York. Por añadidura, su rostro aparece en una estampilla del Servicio Postal de EE.UU. y la empresa de juguetes Mattel la inmortalizó en forma de muñeca Barbie.
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