Este jueves, el valle de Peravia recibió los restos de la abogada Julia Antuna Peguero, los cuales fueron velados durante casi todo el día en la funeraria del municipio de Matanzas, donde el ambiente era de total tristeza.
Pero este viernes, lluvioso desde el amanecer, fue aún peor: las puertas de la funeraria Jorem, en Baní, se abrieron para llorar a tres miembros de una misma familia: los primos Manny de los Santos Díaz e Ismael Antonio Díaz, y la esposa de este último, la joven azuana Patricia Matos Santana.
El ambiente era desgarrador: la abuela "Cuca", las madres, hermanas y primas estaban inconsolables. Todos eran jóvenes llenos de vida, con hijos pequeños que ahora quedan sin el amor y la protección de sus padres.
Como si esa tragedia no fuese suficiente, en la funeraria de Boca Canasta los familiares de Luis Santana Pereyra (El Mello Electrofacil) y de su esposa Dinanllerys Peña llevaban tres días de funeral sin los cuerpos, porque el Instituto Nacional de Ciencias Forenses no los había entregado, al igual que los de Ana Altagracia Figuereo (Tato) y Joselyn Marcano (extranjera residente en Baní).
Las hijas de Luis Santana (El Mello) se veían agotadas, destruidas; llevaban tres días recibiendo el pésame, mientras la llegada de los cadáveres de sus padres era una incertidumbre que solo se concretó a las 7:00 de la noche del viernes. Entonces se celebró una misa de cuerpo presente e, inmediatamente, se enviaron a cremar los cuerpos de sus progenitores, ya que el grado de descomposición no permitía más espera.
En la tarde, en el cementerio de Escondido, las autoridades de Peravia, encabezadas por el senador Julito Fulcar, se hicieron presentes para acompañar al abogado y empresario Ramón de los Santos a despedir a su hijo Manny de los Santos Díaz.
Fue un momento muy difícil, en el que la abuelita Cuca le prometió a Manny no olvidarlo nunca, “porque solo muere quien es olvidado”.
De los Santos dio las gracias en nombre de las familias. Inmediatamente, los Díaz descendieron unos 400 metros para entonces enterrar a Ismael Antonio y a Patricia. Ya la lluvia había comenzado, y el abogado Jorge de los Santos leyó un extenso panegírico, propio de un monarca.
Las nubes querían decir algo este viernes en Baní —y lo hicieron—: querían decir que estaban compungidas y que también les dolía tanta tristeza en una sola familia. Tristeza que irradiaba a toda la sociedad.
En el entierro de Manny, uno de los asistentes comentó a Acento que venía del sepelio de Sócrates José Peña Cabral, hijo de Sócrates Peña. Una distinguida familia banileja que desciende del maestro Aquiles Cabral Billini, pero cuyo capullo no pudo escapar a la tragedia que le ha robado la vida a más de 225 personas y dejado heridas a 189, en un abrir y cerrar de ojos que ni las propias víctimas entendieron, cuando el techo, las columnas, las plantas de emergencia, las consolas de aire acondicionado y las luces los aplastaron, dejando a la intemperie de la muerte una noche que había comenzado feliz, con las canciones de “la voz más alta del merengue”.
Baní en el Jet Set Club
Diez personas de Baní estuvieron en Jet Set Club la noche del derrumbe, la noche en que el merenguero Rubby Pérez (fallecido también) amenizaba. De ese número, solo una persona fue rescatada con vida y trasladada al Hospital General Plaza de la Salud, donde permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos con pronóstico reservado.
Inicialmente, el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) informó que Ismael Antonio, Manny y Patricia habían sido rescatados con vida y llevados al hospital traumatológico Ney Arias Lora por ambulancias del 911, pero no era cierto. Siempre estuvieron entre los cadáveres de Patología Forense, mientras sus familiares los buscaban de hospital en hospital, aferrados a una esperanza que nunca existió.
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