Pese a los 34 grados Celsius registrados este martes y una sensación térmica de hasta 41 grados, los dominicanos continuaron su rutina sin grandes cambios en su ritmo habitual.

Estas temperaturas se deben a la influencia de una masa de aire cálido y seco, agravada por la llegada del polvo del Sahara, un fenómeno común en esta época del año, entre junio y agosto, cuando los vientos alisios transportan partículas desde el norte de África hasta el Caribe.

Las calles se vieron pobladas por ciudadanos caminando bajo el sol, muchos de ellos protegidos con sombrillas, gorras o simplemente enfrentando el calor con resignación.

Algunos se detenían brevemente en la sombra, recostados en paredes o bancos, mientras otros seguían en movimiento, ya fuera a pie, en bicicleta o en vehículos.

No era raro ver a personas sosteniendo botellas de agua como recurso principal para enfrentar la deshidratación provocada por la alta temperatura.

La jornada transcurrió bajo un cielo opacado por el polvo sahariano, que tiñó la atmósfera de un tono grisáceo y denso, sin que esto frenara el flujo habitual de la vida urbana.

La mayoría de los ciudadanos, aunque visiblemente afectados por el calor, parecía haber incorporado el mal clima como parte de su día a día, sin mostrar prisa ni alteración evidente en su comportamiento.

Julio Solano

Periodista y poeta

Ver más