El Archivo General de la Nación (AGN) puso en circulación el libro y la exposición documental La crueldad alegre: La música y el poder, una historia sonora de la dictadura de Trujillo, autoría del historiador Darío Tejeda, que analiza con profundidad cómo la música fue utilizada como herramienta política por el régimen de Rafael Leónidas Trujillo.

Durante el acto de presentación, Daniel García, encargado del área de Publicaciones del AGN, destacó que el libro "suscita muchas aristas de reflexión" al abordar la compleja relación entre cultura y poder, y señaló que investigaciones como esta permiten comprender cómo ciertos regímenes han instrumentalizado expresiones culturales “para infiltrar la sociedad con determinadas políticas o sencillamente para enmascararlas”.

García añadió que esta obra representa una provocación intelectual que debe animar a otros investigadores a explorar con mayor profundidad los vínculos entre la música popular y los sistemas autoritarios.

Por su parte, el autor Darío Tejeda agradeció al director del AGN, Roberto Cassá, y al equipo institucional que respaldó la investigación durante más de 12 años de trabajo ininterrumpido. Valoró especialmente el apoyo recibido en las primeras etapas, tanto económico como técnico, incluyendo la asistencia de personal para la búsqueda y transcripción de documentos.

El autor compartió detalles del largo proceso investigativo, incluyendo hallazgos fortuitos como el descubrimiento de ejemplares únicos de la Revista Musical Dominicana en la Biblioteca Pedro Mir, luego de buscarlos sin éxito en archivos nacionales e internacionales. “Dije: me salvé. Ya puedo finalizar el libro”, expresó, al recordar cómo ese hallazgo le permitió cerrar un capítulo clave de su obra.

Tejeda también reconoció la colaboración de numerosos músicos, coleccionistas y académicos que aportaron entrevistas y documentos personales. Entre ellos, mencionó a figuras como Crispín Fernández, Rafael Solano, Fernando Casado, Américo Mejía Lama y Esteban Cabrera, quienes facilitaron materiales de gran valor histórico.

La obra expone cómo el régimen trujillista canalizó cuantiosos recursos del Estado para impulsar el merengue y otros géneros musicales como instrumentos de legitimación, propaganda y control social.

Documenta, por ejemplo, que en 1952 el gobierno destinó 25,000 dólares (unos 9.5 millones de pesos actuales) para crear una orquesta de merengue en México y grabar un LP.

Ocho años después, en 1960, se invirtieron 35,000 dólares para publicar cinco volúmenes de canciones dedicadas al dictador.

Uno de los aspectos más relevantes abordados en el libro es el papel de La Voz Dominicana, empresa mediática estatal que se consolidó como uno de los mayores emporios comunicacionales de Latinoamérica.

Con 25 agrupaciones musicales y una estructura orientada al adoctrinamiento cultural, contrató durante 18 años a más de 400 artistas y agrupaciones extranjeras, convirtiendo la música en una vía de adhesión política obligatoria.

Pero no toda la música fue complaciente. El libro también revela cómo muchos artistas fueron perseguidos, silenciados o forzados al exilio por no alinearse al régimen.

Figuras como Billo Frómeta, Eduardo Brito y otros exponentes de la música nacional vivieron de cerca la represión o fueron víctimas de ella. Desde el exilio surgió un cancionero de resistencia que se convirtió en símbolo de denuncia y esperanza para muchos dominicanos.

La exposición, que acompaña la publicación, presenta documentos inéditos, partituras, fotografías y grabaciones que ilustran el impacto de la música como vehículo de poder y resistencia durante una de las etapas más represivas de la historia dominicana.

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