El ayuntamiento de San Francisco de Macorís, develizó los rótulos de las calles José Gabriel García y Abel Fernández Simó, en el enanche San Martin de Porres.

Guillermo Moreno.
Aura Celeste Fernández. A la derecha, su esposo Guillermo Moreno.

Ambas designaciones aprobadas por el concejo de regidores, corresponden a las antiguas calles 11 y 13, del referido sector, la primera honra al historiador José Gabriel García y el segundo al doctor Abel Fernández Simó (Abelito).

Participaron en la ceremonia el alcalde municipal Siquio NG de la Rosa, los regidores Alexander Meyreles, Luis Lanyoma, entre otros.

Siquio NG de la Rosa.

Asimismo, una delegación de la academia dominicana de la historia y familiares del doctor Fernández Simó.

Las palabras centrales fueron pronunciadas por el alcalde Siquio NG de la Rosa, en tanto que por los familiares de Abel Fernández Simó, se dirigió a los presentes la doctora Aura Celeste Fernández y el licenciado Roberto Santos Hernández, en representación de la academia dominicana de la historia.

El desvelizamiento de la calle Dr. Abel Fernández Simó la hicieron sus hijos Aura Celeste, Abel Armando y Liliana Beatriz Fernández Rodríguez, quiénes estuvieron acompañados de sus hijos, esposos  y nietos; mientras que la calle José Gabriel García, la realizó el maestro Roberto Santos Hernández, miembro de la Academia Dominicana de la Historia y quien estuvo  acompañado de los profesores colaboradores de esa institución Pedro Vargas Safadit, Manuel Infante y William Hernández.

Tanto la doctora Aura Celeste como el licenciado Roberto Santos, agradecieron la resolución del ayuntamiento y expresaron que deben continuar realizándose actividades como éstas, donde se valoren los hombres y mujeres que han sido ejemplo de vida.

Aura Celeste destaca trayectoria de su padre

En su intervención la doctora Aura Celeste Fernández, destacó la trayectoria de su padre Abel Fernández Simó, de quien señaló que fue ejemplar ciudadano y que entre tantas funciones fue Regidor honorífico del ayuntamiento de San Francisco de Macorís y  por dos períodos y su consultor jurídico, también honorífico, por muchos años.

“Un ciudadano que fue tan notable, tan correcto, tan estudioso, tan educado, tan valiente, tan responsable, tan luchador por las causas más nobles de nuestra patria, tan humilde y distinguido, tan capacitado, tan cálido, tan noble, tan virtuoso, tan sencillo, tan ético, tan honesto y honrado, tan buen amigo, tan buen padre, hijo y esposo y tan prudente, tan decidido y tan francomacorisano”, significó.

Recordó que su padre Abelito, como le decían sus amigos, amó entrañablemente su patria y muy especialmente su pueblo, habiendo vivido en él, la mayor parte de su vida, salvo cuando estuvo preso por luchar contra la dictadura trujillista, cuando fue secretario de Estado y cónsul en Puerto Rico y candidato a la vicepresidencia de la República junto al Dr. Rafael Bonnelly Fondeur (Don Fello).

Dijo que éste arriesgó su vida y su familia, en la lucha por la libertad, contra la dictadura del sátrapa Trujillo, trabajando incesantemente, con discreción absoluta y en las ergástulas del régimen dictatorial supo mantener su hombría de bien, no delatar sus compañeros de lucha, a pesar de las torturas, de haber sido puesto en la silla eléctrica, de las golpizas y de los chantajes de causarle daño a sus familiares, y aún en esas condiciones tan adversas, por el testimonio de su compañeros de solitaria en la famosa y abominable 40, siempre tenía una dosis de alegría y levantaba el ánimo colectivo, cuantas veces podía.

“A nosotros sus hijos nunca nos dijo nada de su sufrimiento tan profundo, no nos narró cómo lo lastimaron durante tanto tiempo, no lo percibimos ni siquiera deprimido, sino con alegría, trabajando con entusiasmo y tocando su violín todos los días. Solo a mami le contó sus penurias, otras ella las pasó junto a él, apoyándole incesantemente y nuestra madre nos reveló lo que debíamos de saber y que era inimaginable para nosotros, al verlo vivir desprovisto de resentimiento y amargura alguna y porque siendo niños no podíamos imaginar la capacidad de daño de algunos seres humanos”.

Reseñó que además fue un jurista enjundioso y ejemplar en su ejercicio profesional; Fue un notario notable, sus protocolos son impecables. Fue un músico exquisito. Maestro de violín en Bellas Artes y tocaba la guitarra, cantaba y componía.

“Nunca aspiró a tener riquezas. Le bastaba con un correcto y eficiente ejercicio profesional, con sus buenos amigos y con su familia estable y los fabulosos recuerdos de sus padres y ancestros; Nunca se sometió al poder. Tan solo hacía lo que creía correcto, costara lo que costara para él”, puntualizó.