El mundo y la República Dominicana tienen una oportunidad fantástica: poner fin a la pandemia del Sida para el año 2030, dejando que las comunidades tomen el liderazgo.

Las comunidades de personas que viven con el VIH o que están en riesgo de contraerlo son los motores del progreso en la respuesta al Sida, ya que conectan a las personas con los servicios de salud pública, generan confianza, innovan, monitorean la implementación de las políticas y exigen responsabilidades a los proveedores.

Por ejemplo, en la República Dominicana, una organización comunitaria que, junto a las personas que asisten a los servicios de atención, implementa la iniciativa "Monitoreo Liderado por las Comunidades en Servicios de Atención Integral para Personas Viviendo con VIH”, con la cual se han logrado servicios acogedores, de calidad y una mayor cercanía con los usuarios.

Para realizar este monitoreo, se parte de un diagnóstico de situación comunitaria, junto a las autoridades se crea un plan de acción de mejora de los servicios identificados con debilidades y se monitorea la implementación de los aspectos a ser mejorados.

Dejar que las comunidades ejerzan liderazgo, construye sociedades más sanas y fuertes, sin embargo, muchas de estas enfrentan barreras, debido a que no reciben suficiente reconocimiento, incluso en algunos lugares son atacadas y carecen de recursos.

A nivel mundial, en los últimos diez años, el financiamiento canalizado para los servicios de que VIH que se ofrecen desde las comunidades ha disminuido de un 31 por ciento en 2012 a 20 por ciento en 2021, lo que preocupa debido a que las organizaciones lideradas por las comunidades en la respuesta al Sida han contribuido también a abordar otras pandemias y crisis sanitarias, incluida la COVID-19.

A más de 30 años de iniciada la pandemia de VIH, contamos con las herramientas para prevenir nuevas infecciones y garantizar que las personas que viven con el virus accedan al tratamiento

La escasez de financiación, unido a obstáculos normativos, a limitadas capacidades y a medidas enérgicas contra la sociedad civil y los derechos humanos de las comunidades marginadas, obstruyen el progreso de los servicios de prevención, tratamiento y atención para VIH, por lo que crece el interés de que las organizaciones lideradas por comunidades cuenten con financiamiento completo.

La promesa de poner fin al SIDA puede ser realidad capacitando a las comunidades para que ejerzan su liderazgo.

Esta es la razón por la que las comunidades ocupan un lugar central en la conmemoración del Día Mundial del SIDA este año, incluido en el nuevo informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas (ONUSIDA) “Let Communities Lead”, el cual resalta que no es sólo reconocer la contribución que estas hacen, sino también derribar las barreras que les afecta.

Este informe expone los hechos y cifras que demuestran el impacto de las comunidades y cómo impulsan el progreso a través de estudios de casos de todo el mundo, además de los ensayos invitados de nueve líderes comunitarios pioneros, lo que motiva a que este Día Mundial del SIDA sea un llamado a la acción para apoyar a las comunidades y liberar su potencial, destacando que:

  • El liderazgo de las comunidades es fundamental en la formulación, presupuestación, implementación, seguimiento y evaluación de planes y programas sobre VIH.
  • Las comunidades deben recibir financiación total y confiable para ampliar sus servicios y poder remunerar adecuadamente la contribución de sus colaboradores.
  • Eliminar barreras para un entorno regulatorio que permita proteger los derechos humanos de todos, incluidos los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, personas que consumen drogas, homosexuales, transgénero, trabajadores sexuales y migrantes.

Los datos indican que el Sida está lejos de terminar, sino se incluye a las personas

Apoyar a las comunidades en su liderazgo no sólo es lo correcto, sino que es esencial para avanzar en la salud pública, empleando el principio de la respuesta al Sida de incorporar a los espacios de toma de decisiones a las personas que viven con el VIH y tomando en cuenta que, cuando se aplica el principio ¡Nada sobre nosotros sin nosotros!, se logran avances.

En la República Dominicana, el año pasado unas 4,100 personas se infectaron con el VIH y se registraron 2,800 muertes relacionadas con el Sida. Además, entre 2020 y 2022 se registró una disminución de muertes por Sida en un 54 por ciento, vinculado al incremento significativo del acceso a los medicamentos antirretrovirales que salvan vidas.

En la actualidad, en el país unas 50 mil personas viviendo con VIH tienen acceso a tratamiento, gracias al histórico y tesonero activismo realizado por las comunidades de personas viviendo con VIH y las poblaciones clave, alentando a las autoridades para que las personas contaran con antirretrovirales (ARV) gratuitos.

A finales de 2022, en el mundo, 630 mil personas murieron por enfermedades relacionadas con el Sida, 1,3 millones de personas contrajeron el VIH y de los 39 millones de personas viviendo con VIH, 29,8 millones contaban con tratamiento antirretroviral, fuente a los 7,7 que lo recibían en 2010.

A más de 30 años de iniciada la pandemia de VIH, contamos con las herramientas para prevenir nuevas infecciones y garantizar que las personas que viven con el virus accedan al tratamiento, pues el fin del SIDA está a nuestro alcance y sabemos cómo llegar allí: ¡Dejemos que las comunidades lideren!