El Partido Revolucionario Moderno (PRM), en cumplimiento con la Ley núm. 33-18, de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, se encuentra en preparación de su convención interna para elegir a los nuevos cargos directivos.
Los cargos a elegir son: La presidencia, la secretaría general, y todas las demás secretarías con atribuciones y responsabilidades de alcance nacional (como la de organización, la de finanzas, etc). También debe de renovar los cargos directivos para los municipios, provincias y zonas en las que está organizado el partido gubernamental.
El PRM, creado de manera formal el 9 de septiembre de 2014, contó con directivos provisionales hasta el año 2018, cuando fueron elegidos los que ahora cesan en sus funciones por mandato de la ley. En 2018 se convino la elección de los puestos entre las dos corrientes perremeístas mayoritarias, lideradas por Luis Abinader, hoy presidente de la República Dominicana, e Hipólito Mejía, expresidente. De esa manera, y pese a los disgustos que entonces expresaron varios dirigentes (recuérdese a Jesús Vásquez Martínez y Geanilda Vásquez), resultaron elegidos José Ignacio Paliza, presidente del PRM, y Carolina Mejía, secretaria general.
En el año 2019 el PRM celebró unas primarias en las que Abinader derrotó a Mejía, quien de inmediato reconoció los resultados de las votaciones. Así se cohesionó la unidad del partido para, en 2020, liderar una alianza que ganó las elecciones. Correspondió al PRM el principal mérito de derrotar al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y poner fin a cuatro gobiernos consecutivos: dos períodos de Leonel Fernández (2004-2012) y dos de Danilo Medina (2012-2020).
En la oposición y en el gobierno
Es obvio que la labor de un partido en ejercicio de oposición es distinta de la de uno que reciba el mandato electoral de la ciudadanía para administrar el Estado.
La oposición debe de concentrarse en oponerse a las decisiones y políticas oficialistas que considere contrarias al interés general, al tiempo que trabaja para fortalecerse y tratar de volver al poder.
La finalidad de la oposición siempre será debilitar al partido gobernante para restarle apoyo y credibilidad en la población votante.
En los partidos de estos tiempos ya no es posible, y no es democrático ni beneficioso, que todo lo decida la cúpula del aparato político. El ejemplo del PLD es más que aleccionador.
Por el contrario, uno de los primeros desafíos de un partido en el gobierno es que sus principales cuadros y dirigentes regularmente pasan a ser funcionarios, con altas responsabilidades en el Estado, condición que les impide dedicarse a tiempo completo a las tareas del partido.
Ante esa realidad, un partido de gobierno puede decidir que sus directivos funcionarios deleguen en otros dirigentes las tareas habituales de la organización política; o bien podrían renunciar a sus puestos directivos para que otros se ocupen de esas responsabilidades en el partido.
Hay una tercera posibilidad, y es lo que acontece en el PRM: que los dirigentes funcionarios permanezcan al frente de ambas ocupaciones, con el riesgo de que descuiden una de las dos.
La queja más socorrida de los perremeístas de la base -según han testimoniado los dirigentes Eddy Olivares, Ramón Alburquerque, Guido Gómez Mazara y Alberto Tavárez– es que han perdido comunicación con los dirigentes altos y medios del PRM, casi en su totalidad ocupados en funciones del Estado.
Y no solo se trata de canalizar solicitudes de empleos. El dirigente de base de un partido en el gobierno es quien puede ayudar a resolver problemas puntuales en barrios y comunidades rurales, lo que hace la diferencia entre la aprobación o desaprobación de una administración de gobierno.
Al mismo tiempo, el dirigente de base es quien asume la tarea de mantener la lealtad de los simpatizantes y potenciales votantes, sin los cuales no es posible ganar los comicios y conservar el poder.
¿Quién dará la cara a la gente que en 2020 votó llena de ilusión y que hoy podría sentir que no se le escucha?
En los partidos de estos tiempos ya no es posible, y no es democrático ni beneficioso, que todo lo decida la cúpula del aparato político. El ejemplo del PLD es más que aleccionador.
Otro hecho a considerar es que el PRM ganó en 2020 gracias a que construyó alianzas que se convirtieron en mayorías triunfadoras en los comicios municipales, congresuales y presidenciales.
En el ámbito presidencial, como en la República Dominicana se requiere obtener el 50 por ciento más 1 voto para ganar en primera vuelta, y la mayoría simple para ganar en la segunda vuelta, todo voto es necesario.
Y más que recuperar o mantener votos, para el partido de gobierno será vital dar continuidad y fortalecer la alianza que el catapultó al poder en 2020. Hay aliados que hoy se muestran distantes o están en busca de sendero propio, como el Frente Amplio. A esas fuerzas políticas habrá que buscar de nuevo en 2024 para poder competir con éxito frente a una oposición que, aunque parezca dispersa, bien podría ponerse de acuerdo con la finalidad de derrotar al PRM.
Cierto es que luce difícil, hasta improbable, si se observa desde la coyuntura actual, que el PLD y Fuerza del Pueblo, o lo que equivale a decir Danilo Medina y Leonel Fernández, se unan con un propósito común: sacar del gobierno al PRM.
Nada es imposible en política. Después de las elecciones de 1990, tras la denuncia de que el Partido Reformista le hizo un “fraude colosal” al PLD, el profesor Juan Bosch devolvió al presidente Joaquín Balaguer la condecoración que le había concedido por su trayectoria intelectual. En una carta, Bosch se despidió de Balaguer con un “hasta nunca”. Sobre lo ocurrido en esos comicios, el entonces dirigente peledeísta Leonel Fernández escribió el libro Raíces de un poder usurpado.
¿Quién iba a pensar entonces que el PRSC de Balaguer y el PLD de Bosch se unirían en una alianza electoral? Exactamente eso fue lo que ocurrió. El proceso de coincidencia política empezó antes de los comicios de 1994 contra José Francisco Peña Gómez, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y se consolidó para los comicios de 1996 con el apoyo de Balaguer y el PRSC al PLD y a Leonel Fernández.
Las diferencias que hoy separan a Leonel Fernández y a Danilo Medina no son ideológicas ni de principios, y son menos profundas que las que en 1990 enemistaron a Bosch y a Balaguer. Medina y Fernández son esencialmente pragmáticos, y nadie puede descartar que vuelvan a coincidir en un propósito político.
En resumen, si el PRM aspira a nuevas victorias electorales tendrá que trabajar para:
1-Evitar maltratos a dirigentes que deriven en un efecto debilitador de su unidad. Para un partido siempre será cardinal cuidar la democracia interna. Los acuerdos de partes nunca tendrán la fortaleza ni la legitimidad que garantiza la expresión del voto individual, libre y secreto para elegir a los dirigentes.
2-Fortalecerse como el brazo político que se requiere para la defensa de su gobierno y para responder a los ataques provenientes de los opositores más relevantes. La oposición tiene el derecho de ejercer su papel, y no renunciará a hacerlo. En política nada se regala.
3-Reconstruir y cohesionar la alianza, no solo ganando más aliados, sino cuidando de no perder a los que le acompañaron en 2020.
Estos son, en líneas generales, los desafíos del PRM, que tendrá una primera prueba de fuego en el proceso de renovación de sus cargos directivos. En la Convención Nacional Extraordinaria Tirso Mejía Ricart, celebrada el domingo 30 de enero del presente año, se aprobó que los nuevos directivos serán elegidos mediante una convención de delegados (unos 1,500 aproximadamente). Esa decisión ha sido impugnada, con denuncias y acciones legales, por el dirigente Guido Gómez Mazara y por el dirigente Alberto Tavárez, además del dirigente Ramón Alburquerque, que la consideran antidemocrática e ilegal.
De no prosperar las impugnaciones, el PRM elegirá a sus nuevos directivos a mediados de año, con fecha tope el 30 de junio. La gran pregunta es si, una vez consumados los hechos, el PRM mantendrá la unidad y, por vía de consecuencia, la fortaleza necesaria para volver a ganar las elecciones en 2024.