El Obispo de la Diócesis La Altagracia, Higüey, Monseñor Jesús Castro Marte, proclamó que no sebe dar espacio en la política a corruptos, delincuentes ni narcotraficantes.

El prelado abogó por el adecentamiento de esa actividad y la práctica de la honestidad, el pudor, el decoro y la decencia.

Sostuvo que es preocupante ver la actitud generalizada en nuestro país, de ocultar información cuando se trata de dinero o salario o molestarse cuando se le pide revisión o auditoria.

Monseñor Jesús Castro Marte, emitió sus consideraciones al disertar con el tema “Misión del líder católico: Doctrina social de la iglesia”, en el marco del Primer Congreso de la Academia de Líderes Católicos, celebrado recientemente, con los auspicios de la Universidad Católica Nordestana (UCNE), en su campus de la comunidad Los Arroyos, San Francisco de Macorís.

Enfocó los aspectos que definen la misión del líder católico y la doctrina social de la iglesia.

Hizo hincapié en que el liderazgo católico debe levantar la bandera de la honestidad, recordando que este año los obispos dominicanos, eligieron como valor para reflexionar, practicar y promover la honestidad.

Dijo que la constatación cuasi cultural del dominicano, no suele ser muy franco y transparente cuando de rendir cuentas se trata y ve con preocupación la actitud generalizada en nuestro país de ocultar información cuando se trata de dinero o salario.

“Vemos con preocupación la actitud generalizada en nuestro país de ocultar información, cuando se trata de dinero o salario y es difícil que un empresario o simple ciudadano diga cuánto dinero consigue al mes. Esto llega, incluso, al hogar, donde esta información es cuasi secreto de Estado; evadir responder con la verdad y recurrir a medias verdades; la resistencia a rendir informe de lo confiado, buscar bajadero o al cumplimiento de una promesa o obligación”, refirió.

En su exposición el Obispo de  la Diócesis La Altagracia, definió la honestidad, rectitud, pudor, decoro y decencia.

Sostuvo además que valores como la austeridad y la modestia parecieran un contrasentido o equivocación en la cultura juvenil de hoy.

Consideró que tenemos entre mano una gran responsabilidad, mantener vivo y activo el legado de una acción evangélica que siempre nos impulsa a instaurar entre nosotros el Reino de Dios, que es un reino de verdad, justicia, libertad y paz.

En ese sentido citó que en nuestro país la política ha sido permeada por corruptos, delincuentes y narcotraficantes, a los cuales “no debemos dejarle espacio”.

“La crítica, según la cual no es tarea de un sacerdote ni de la iglesia tratar temas políticos y sociales, está cargada de perjuicios, pues intenta sacar la opinión de la iglesia y de los entes de moralidad del espacio público, con la pretensión de hacer de lo político un hecho exclusivo del poder y un instrumento que se usa a voluntad de quienes lo ejercen, dejando fuera al resto”, delineó.

Monseñor Jesús Castro Marte,  entiende que ese contexto forma parte de la doctrina social de la iglesia, que persigue el bien común y las reflexiones sobre las muchas carencias que afectan a la sociedad dominicana, principalmente aquellas que aquejan a los más pobres, están inspiradas en las enseñanzas de la iglesia católica, cuya cabeza visible es el Papa.

Señaló que el evangelio de Jesucristo, como lo ha recordado oportunamente el Papa Francisco, no tiene como finalidad única “preparar las almas para el cielo”, sino que Dios quiere la felicidad de sus hijos en esta tierra.

En su exposición el Obispo de la Diócesis de La Altagracia, citó aspecto del “Compendio de la doctrina social de la iglesia”, en el cual se expone que las exigencias del bien común derivan de las condiciones sociales de cada época y están estrechamente vinculadas al respeto y a la promoción integral de la personal y de sus derechos fundamentales.

Refirió que tales exigencias atañen al compromiso por la paz, a la correcta organización de los poderes del Estado, a un sólido ordenamiento jurídico, a  la salvaguardia del ambiente, a la prestación de los servicios esenciales para las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos del hombre: alimentación, habitación, trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud, libre circulación de las informaciones y tutela de  la libertad religiosa.

Dijo que a lo largo de medio siglo, el país ha avanzado mucho, pero sin embargo resulta injustificable que a estas alturas de la historia y del progreso de la humanidad, problemas elementales estén aún pendientes de resolver en la República Dominicana, entre ellos, la exclusión social y de la pobreza, que afecta a una importante proporción de la población.

“El crecimiento económico recogido en las estadísticas macroeconómicas, no termina de reflejarse nítidamente en los medios rurales yen los cinturones de pobreza que circundan las ciudades”, se quejó.