La Policía Nacional fue creada como un organismo represivo, persecutor de la ciudadanía y violento. Este carácter impregnado en la Era de la Tiranía trujillista persiste hasta nuestros días. Los 12 años de dictadura balaguerista sirvieron para fortalecer y extenderlo a sus jefaturas y en toda su estructura. Existieron y existen personajes emblemáticos que son reseñados en las comunidades y barrios como grandes “matones” que golpean con palos, puñetazos, patadas además de torturar y acribillar a balazos a ciudadanos y ciudadanas. Estos personajes nunca fueron investigados ni son investigados por sus crímenes, y han servido de maestros para muchos otros que hoy tienen vigencia en las comunidades y barrios logrando miedo y terror desde niños, niñas jóvenes y población adulta.
Cada cierto tiempo salen a la luz pública casos que demuestran la permanencia de este perfil policial y el gran divorcio que existe entre la Policía y su supuesto rol frente a la seguridad ciudadana.
Junto a la violencia está la estructura de corrupción y complicidad con las redes delictivas que al igual que la violencia responde a un problema enraizado y sostenido históricamente
Lamentablemente todos los gobiernos establecen como pilar principal de la seguridad ciudadana a la Policía Nacional dándole más poder sobre la ciudadanía y dotándola de cada vez más equipos, vehículos, además creando organismos a lo interno de la Policía que poseen más armas y están menos visibles para la ciudadanía (como los órganos especiales, que en los barrios le dicen los caras tapadas).
Cada dos o tres meses salen a la luz pública casos de homicidios a manos de la policía en procesos de detención, “ajusticiamientos” o en los destacamentos como el caso reciente.
Los procesos de detención de la policía y de la DNCD son totalmente arbitrarios y violentos. He observado varios procesos e incluso fui amenazada por una dotación policial que estaba buscando a un supuesto “delincuente”. Armas largas amenazándome y deteniendo mi vehículo es una de las ilustraciones claras de como funcionan. La explicación ofrecida es que estaban buscando a un delincuente y que por eso tenían que parar todos los vehículos, el supuesto delincuente llegó en un motor y fue tirado al suelo, golpeado con la pistola en la cabeza, no le hicieron ninguna pregunta, ninguna investigación, le quitaron el motor y lo “tiraron” a una camioneta.
Esta descripción responde al patrón de funcionamiento de la policía. El camino al destacamento es la continuación de golpes y maltrato lo que se incrementa en los destacamentos donde se aprovechan para exacerbar la violencia.
Los destacamentos son lugares de torturas, golpes, maltrato, abusos sexuales y todo tipo de humillaciones como bien relatas hombres y jóvenes en diferentes estudios. La complicidad existente entre agentes policiales independientemente del rango sirve de manto para esconder las violaciones de derechos humanos que ocurren en estos espacios.
El problema de la violencia policial no es un asunto individual es estructural. Es un cuerpo creado para ser violento y los estilos de relación entre policías dentro de su estructura jerárquica responden a estos patrones de violencia. El que llega nuevo al cuerpo policial sabe que tiene que aprender esta lógica y responder a sus superiores aceptando violaciones de derechos, maltrato y pagando cuotas importantes para obtener ascensos. Junto a la violencia está la estructura de corrupción y complicidad con las redes delictivas que al igual que la violencia responde a un problema enraizado y sostenido históricamente independientemente de las personas e individuos, cambian las personas pero la estructura y la lógica de actuación permanece.