* (José M. Santana.Ex-Investigador Asociado del MIT – Noam Chomsky)

La crisis venezolana, a menudo representada como un simple enfrentamiento entre dictadura y democracia, es, en realidad, un juego geopolítico mucho más matizado.

Lo que está en disputa en Venezuela no es “Dictadura Vs. Democracia” y es por eso que Venezuela está en un escenario clásico de zugzwang, donde cada movimiento del pueblo venezolano, atrapado entre el gobierno de Maduro y la oposición, es como tener que decidir entre morir ahogado o morir quemado y ambas opciones sólo profundizan el sufrimiento de los venezolanos. Sin embargo, un análisis más profundo revela que esta narrativa es una pantalla de humo cuidadosamente construida que oculta las verdaderas dinámicas de poder en juego.

Mientras que el autoritarismo de Maduro proporciona un pretexto conveniente para el intervencionismo, esta narrativa pasa convenientemente por alto la larga historia de la política exterior de EE.UU., manipulando los asuntos latinoamericanos para obtener ganancias económicas. Las vastas reservas de petróleo de Venezuela, las más grandes a nivel global (303.8 billones de barriles de petróleo), exponen las verdaderas motivaciones en el tablero del escenario político de Venezuela; donde no se trata de una lucha benevolente por la democracia, sino de intereses geopolíticos y económicos en la región.

Uno se podría preguntar ¿por qué la comunidad internacional ha dejado a la República Dominicana sola —a excepción de Kenia— en la busca de soluciones a la eterna crisis de Haití y, sin embargo, con Venezuela ha sido en extremo beligerante? La respuesta es simple, en primer lugar Haití no tiene una riqueza petrolera como la de Venezuela y la cruda realidad es que a nadie le importa un país de negros, un “shit hole”, como se le ha llamado frecuentemente, en una isla donde el único país afectado directamente es la República Dominicana.

Así como defender a Maduro, no significa defender el socialismo o el progresismo; defender a la oposición no significa defender la democracia…

La riqueza de recursos naturales de Venezuela ha derivado en su peor maldición. El petróleo de Venezuela no solo le interesa a los EE. UU., también es de sumo interés para Rusia, China y casi todas las potencias mundiales.

Como dice el viejo refrán: “El amor y el interés se fueron al campo un día, más pudo el interés que el amor que le tenía”.

De manera similar, la oposición venezolana, a menudo presentada como salvadora, no está libre de complicidad. Acusaciones de corrupción, elitismo, asesinatos dentro y fuera de Venezuela, con participación en un pasado genocida en El Salvador y una indiferencia insensible hacia la mayoría empobrecida, plantean preguntas alarmantes sobre su verdadera lealtad y motivaciones. Por lo tanto, el pueblo venezolano está atrapado en un juego geopolítico, su destino determinado por fuerzas externas.

Así como defender a Maduro, no significa defender el socialismo o el progresismo; defender a la oposición no significa defender la democracia y es más bien una defensa del tradicional interés geopolítico de los Estados Unidos y una resistencia a otros intereses también geopolíticos (Rusia y China). Liberarse de este zugzwang requiere que el pueblo venezolano rechace las narrativas manipuladoras promovidas tanto por Maduro como por la oposición. Los sectores populares deben forjar un camino independiente, uno que defienda la soberanía nacional, la justicia económica y la igualdad social. Un movimiento de base que trascienda las divisiones políticas tradicionales, uniendo a los venezolanos de todos los ámbitos de la vida, es crucial para reclamar su futuro

Sin embargo, una verdadera resolución también exige una reevaluación crítica de la política exterior de las potencias en América Latina. Abandonar las ambiciones de dominio y respetar el derecho de Venezuela a la autodeterminación son innegociables. Solo entonces se podrá lograr una solución verdaderamente democrática y justa.

En esencia, la crisis venezolana no es una elección binaria entre Maduro o la oposición. Es una enredada situación geopolítica donde el pueblo venezolano es una pieza en un juego de altas apuestas.

Venezuela se encuentra en un zugzwang, una situación en la que la obligación de tener que tomar cualquier decisión que tome en el escenario actual, pone al país en una desventaja grave. La mejor movida, lamentablemente no está ahora mismo en el tablero, y esa movida es, que el pueblo venezolano y sus organizaciones auténticamente progresistas tomen las riendas de su destino, rechazando ser peones en el tablero de ajedrez geopolítico y construyan un futuro basado en la unidad, la justicia, la verdadera democracia y la paz.