Los Juegos Centroamericanos celebrados en El Salvador demuestran la capacidad creativa y la inteligencia de los jóvenes deportistas que nos representan. Se observa en ellos organización, responsabilidad y entusiasmo en la tarea que tienen encomendada. Todos, mujeres y hombres, se destacan por responder con un compromiso sin igual, en nombre de la nación y de sus propios objetivos. Para los demás ciudadanos, constituyen un ejemplo de madurez y de superación en las disciplinas que representan. Estos jóvenes, aun los que no obtuvieron medallas, son un orgullo nacional, por el esfuerzo desplegado y el trabajo realizado.
Detrás de cada medalla o de cada competición fallida, hay jóvenes que se han sacrificado mucho para honrar el país. Detrás, también es posible encontrar múltiples problemas que se vienen arrastrando históricamente y que todavía no tienen solución. La preparación para tales competencias ha de ser sistemática. Por esto, las entidades del Gobierno y los empresarios que apoyan las competencias deportivas han de organizarse para que no se improvise a última hora. Esto genera ansiedad y desilusión en los jóvenes deportistas. Este evento requiere una planificación a corto, mediano y largo plazos.
Además de la superación de la improvisación, se ha de instituir una estrategia que permita a los jóvenes deportistas contar con las estructuras de apoyo necesarias, con los entrenadores que demandan las disciplinas y con el respaldo moral de la ciudadanía. El Ministerio de Deportes, en coordinación con las demás entidades de apoyo, ha de realizar un trabajo que libere a los jóvenes deportistas de angustias y de carencias en pleno desarrollo de las competencias. La capacidad de resiliencia de estos jóvenes es alta y ello ha de ser valorado.
En este contexto, es importante que se continúen las evaluaciones para identificar los factores que influyen de forma favorable para que los jóvenes triunfen. Asimismo, se han de evaluar los que generan frustraciones y bloquean la respuesta acertada de los deportistas. Urge mayor atención e inversión en los jóvenes de todos los ámbitos y sectores. Si se formulan políticas y se ejecutan para que esto ocurra, los resultados de las competencias van a ser más prometedores. El desarrollo de los jóvenes asegura al país estabilidad, una producción más innovadora y un futuro más promisorio.
Parecería que la visión de la mayoría de los políticos es poco amplia. Si fuera más extendida, los jóvenes de esta nación contarían con un respaldo permanente para fortalecer la calidad de su formación y, sobre todo, para potenciar la capacidad de innovación y de resiliencia que demuestran. Más atención e inversión en los jóvenes es un compromiso ineludible.