De ello da cuenta la psiquiatra española Marian Rojas Estapé (2024), quien sostiene que las redes sociales y la cultura de la inmediatez nos han convertido en una sociedad “adicta a la irrelevancia”, y donde nos cuesta mucho lo complejo, lo profundo; con grandes consecuencias para dotar la vida de sentido y saber qué nos sucede, qué deseamos y cuáles son nuestras ilusiones y aspiraciones más profundas.
La razón es nuestra facilidad para engancharnos a estímulos dopaminérgicos. En este contexto, los teléfonos celulares se han convertido en una fábrica 24/7 de éstos. Aprovechando la fragilidad de la mente humana son capaces de crear adicciones, ese comportamiento humano que facilita el dispendio del bien más preciado del momento actual: nuestro tiempo y nuestra atención.
A más distracciones, menor capacidad de gestionar impulsos y pensamientos, relata la psiquiatra en su último libro, “Recupera tu mente, reconquista tu vida” (Espasa, 2024). Hace referencia al experimento que realizó la doctora Gloria Mark, profesora de Informática de la Universidad de California en Irvine, especialista en atención y distracciones. "En un impresionante estudio, la doctora midió y observó con sensores las distracciones a lo largo de un día, y llegó a una conclusión: cuántas más tenemos, más autodistracciones se activan. (…)
Cuantas menos interrupciones externas, menos interrupciones internas. Afirmó, además, “que cuantas más distracciones, menos autocontrol y capacidad de gestionar impulsos y pensamientos cuando llegan". De hecho, explica la psiquiatra española, "un cerebro hiperestimulado se convierte en un cerebro incapaz de resolver tareas complejas. Sólo busca lo superficial, lo que genera emoción, sólo busca lo sencillo y huye de lo profundo". Y esto tiene graves consecuencias para el aprendizaje y la toma de decisiones.
Su análisis apunta a que una persona con una pantalla delante se distrae cada 40 segundos. "Ha descubierto que tan solo pasamos 47 segundos en una página antes de pasar a la siguiente o a otra aplicación, que cuesta casi 20 minutos volver a recuperar el punto álgido de atención y que un trabajador de oficina recibe de promedio una notificación cada 8 minutos", explica Marian Rojas-Estapé.
La consecuencia es que desequilibramos el funcionamiento de nuestro córtex prefrontal y aparece el agotamiento mental. Es lógico entonces que, al final del día, "estamos agotados y nuestra cabeza está sobreestimulada. Pide lo fácil, lo superficial, no tiene profundidad". Y añade: "Cuando eres adicto a lo irrelevante, cuando necesitas dopamina a todas horas, tu cerebro no puede".
Marian Rojas- Estapé lo expresa muy claro: "cuanto mejor gestiones tus formas de recuperarte y rellenar tu batería, más sencillo te resultará aguantar las distracciones internas y externas. Nos cuesta mucho lo profundo, lo complejo". Estas son tres de sus claves para detener la adicción a la irrelevancia:
- Aprende a parar.
"Dale a tu vida tiempos de pausa. Acelerados no conseguimos conectar con nuestro interior. No sabemos qué nos sucede, qué deseamos y cuáles son nuestras ilusiones y aspiraciones más profundas". Es más, "en ese estado de hiperactividad, aquello que frene nuestros impulsos constantes de dopamina y acción rápida nos frustra. Queremos más, más rápido y más intenso. Bienvenido a las fast life". El resultado es que te pierdes los detalles de la vida.
- Aprender a divagar
La hiperestimulación actual disminuye nuestra tolerancia al aburrimiento de la vida real, explica Marian Rojas-Estapé. "Sustituimos la tan necesaria RND (Red Neuronal por Defecto) por contenido dopaminérgico vacío. Si usamos las pantallas en vez de la voz interior, éstas se apoderan del sistema de recompensa y baja la capacidad del cerebro de gestionar el no hacer nada (…) y entras en una rueda aburrimiento-recompensa constante. Eres incapaz de vivir sin sentir y hacer y tu cerebro -que recuerda lo que le calma- te pide pantalla. Pero tienes alternativas para mantener viva esa actividad cerebral tan valorada por los grandes genios".
- Aprende a prestar atención
La psiquiatra española Marian Rojas-Estapé invita a recuperar el estado de flujo (flow) como una de las mejores maneras de recuperar nuestra mente, de activar nuestra concentración. "Los mejores momentos de nuestras vidas no son los momentos pasivos, receptivos, relajantes… los mejores momentos generalmente ocurren si el cuerpo o la mente de una persona se estira hasta sus límites en un esfuerzo voluntario para lograr algo difícil y que valga la pena", explica el psicólogo húngaro Mihaly Csikszentmihalyi en su obra Flow.