Mañana, 8 de marzo, se celebra el Día internacional de la Mujer. Las celebraciones se producen año tras año, con muchos elogios y buenos deseos para todas las mujeres del mundo. Cada año se festeja teniendo como contexto nuevas violaciones de derechos, nuevas cifras de feminicidios y de rezagos en la vida política, laboral y social. De igual manera, se festeja con olvidos intencionados en el campo de las ciencias, de las tecnologías y de las comunicaciones. El punto de partida de este artículo no es colocar a la mujer como víctima, es poner en evidencia que la lucha iniciada en el siglo XIX parece que no tendrá fin. Cada día se incrementan las razones para mantenerla y, sobre todo, para lograr resultados que le den un vuelco de 360 grados a las concepciones que se tienen en torno a la mujer y a las condiciones en las que esta vive actualmente.
Cada vez más, se vuelve insostenible la celebración de una fecha que exhibe pocos avances y que subraya uno de los dos géneros. Este subrayado, por un lado visibiliza el desbalance que existe con respecto a derechos, desarrollo y perspectivas de las mujeres en relación con los hombres. Por otro lado, incrementa la distancia entre hombres y mujeres. Antes que involucrarlos en una búsqueda conjunta de bienes y servicios para la humanidad, se afirma la supremacía de los hombres. Es necesario avanzar para que no haya que celebrar Día de la mujer. Todos los días del año son de las mujeres y de los hombres. Cuando se avance en esta dirección, se puede trabajar, con más facilidad, el compromiso de hombres y mujeres en la instauración de una vida humana y justa para ambos.
La búsqueda de la igualdad y del respeto a la dignidad de las mujeres no puede ser eterna. Tampoco puede ser interminable una celebración que descansa en palabras vacías; y que, en la mayoría de los países del mundo, tiene poco que presentar en favor de las mujeres. Propugnamos por la abolición del Día de la mujer y que la legislación de cada país proteja y defienda el desarrollo integral de mujeres y hombres. Abogamos por una sociedad en la que la mujer no tenga que mendigar sus derechos; y, además, por una sociedad en la que las mujeres tengan un reconocimiento como sujetos de derechos; y en la que estas respondan a sus responsabilidades como ciudadanas con derechos. Las mujeres no podemos continuar haciéndole el juego a gobiernos y a sectores de la sociedad que aprovechan el escenario para hablar y hablar, sin formular ni aplicar políticas que aplanen la desigualdad entre el hombre y la mujer en todos los ámbitos. Se han de dar pasos que les pongan punto final a la hipocresía política y social. Se ha de poner más atención a la formación de las mujeres, para que comprendan la necesidad de procurar un respeto integral. Para ello es necesario el fortalecimiento y la diversificación de sus competencias intelectuales, profesionales y sociales. El objetivo ha de ser el logro de una competencia integral focalizada hacia el bienestar común; una competencia integral que asume con naturalidad el trabajo conjunto entre mujeres y hombres, sin estas sentirse víctimas. La acción ha de orientarse a que las mujeres potencien su autoestima, reconozcan sus capacidades y, sin temor alguno, las pongan, junto con los hombres, al servicio del desarrollo de la sociedad. Las mujeres no se pueden distraer en la celebración de un Día. Han de superar la exaltación de una fecha que se quiere validar solo con el recuerdo de luchas históricas. Es importante este recuerdo; pero vivimos nuevos tiempos y se necesita algo más.