Un té, una magdalena,
una sala de espera, el mar
visto a través de las persianas,
el frío, pero el agua
del Atlántico despierta
la mente, hace que
las sinapsis y las ideas
empiecen a moverse,
a bailar, a ocupar
su lugar en esta
casa dándole forma
con cada palabra,
cada carta enviado
a pesar del tiempo
y la distancia.