Diversos sectores de la sociedad dominicana comprometidos con el desarrollo y la calidad de la educación firmaron, el 1o de abril de 2014, el Pacto Nacional por la Reforma Educativa 2014-2030. Desde ese momento, el Consejo Económico y Social es la instancia responsable de garantizar que lo firmado en el Pacto Educativo se cumpla con la eficiencia y la sistematicidad requeridas. A la dirigencia del Pacto Educativo se la puede felicitar por la convocatoria regular a las Asambleas Plenarias propias del espacio. La membrecía acude con presteza y con la continuidad demandada.

El Pacto Nacional por la Reforma Educativa 2014-2030 explicita lo que se ha de hacer para avanzar en calidad de la educación, en la formación docente, en la democratización de la educación, en la modernización de la gestión y en otros temas claves para que otra educación sea posible en el país. Este Pacto Educativo no es de un partido político, tampoco de ningún sector gubernamental. Es un compromiso nacional, producto de una lucha abierta y firme de la sociedad. Pero, al día de hoy, los resultados de la trayectoria del Pacto Educativo son imperceptibles; el funcionamiento, poco acertado.

La angustia por la calidad de la educación en el país es evidente. El deterioro de esta dimensión es una realidad confirmada por estudios nacionales e internacionales. Los indicadores se constatan en la vida cotidiana, no solo en los centros educativos e instituciones de educación superior; sino que también se observan y se viven en el comportamiento de la ciudadanía, en la convulsión familiar y social; y en la corrupción nacional. En este sentido es valioso desear y proponer un nuevo pacto por la calidad de la educación. Pero, primero hay que investigar cuántas veces las Sesiones Plenarias del Pacto han hecho el compromiso de la calidad de la educación.

Asimismo, parecería importante evaluar por qué esta plataforma que responde a un decreto, después de 14 años, todavía no ha sido capaz de impulsar la calidad de la educación. ¿Por qué se han ratificado más de dos acuerdos sobre la calidad de la educación en las sesiones y no se avanza del discurso a la práctica? Es preocupante que se hable de un pacto social por la calidad de la educación si se está haciendo una inversión en las tareas que les competen al CES. Hay que tratar de que la burocracia y el tecnicismo de las sesiones plenarias se eliminen para poder abordar los problemas a fondo.

El Pacto Educativo se está desgastando con una vertiginosidad asombrosa. Se repite la misma historia en cada sesión. Los nuevos aportes se desvanecen y la retórica le da la vuelta a lo mismo. La cuestión no es un pacto social por la calidad de la educación, porque ya desde 2014 se escribió y se constituyeron instancias. Lo que parecería necesario es clarificar si realmente interesa la calidad de la educación; y verificar, también, si es necesario cambiar de enfoques, de metodología y redescubrir el foco, el horizonte del Pacto Educativo.

No es cuestión de postura pesimista, es cuestión de posición realista. Los miembros de la Asamblea Plenaria del Pacto Educativo han de colaborar para que se introduzcan cambios sustantivos en el funcionamiento de este espacio; y para que se puedan priorizar y desarrollar integralmente los temas-problemas que aportan para el abordaje y el fortalecimiento de la calidad de la educación. Es tarea obligada recuperar la diversidad de aportaciones que se han planteado sobre este tema y, sin dejar de mirar lo que demandan los contextos y los actores, se deben proponer políticas que garanticen acciones concretas que a su vez posibiliten resultados definidos y pertinentes.

Quizás, lo que se le pide al país es que defina con libertad y con apertura si es verdad que le interesa la calidad de la educación; y si realmente está en disposición de comprometerse con su concreción práctica y sostenida.