La administración Biden trabaja actualmente en la negociación de un gran acuerdo entre Estados Unidos, Israel y Arabia Saudí. Este acuerdo tripartito exigiría que cada una de las partes cumpliera sus respectivas obligaciones. El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, busca una garantía de seguridad de Estados Unidos similar a la de la OTAN contra Irán. Además, solicita acceso al armamento estadounidense más moderno y la aprobación de estos para disponer de capacidad autóctona de enriquecimiento de uranio, aparentemente con fines de energía nuclear, pero en realidad acabaría dando más poder a Arabia Saudí. Bin Salman, también está interesado en deshacerse de su condición de paria, que adquirió debido a su asociación con el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. A cambio de normalizar las relaciones con Israel.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, por su parte, parece dispuesto a pasar por alto cualquier recelo que pueda tener y permitir que los saudíes adquieran armamento avanzado supervisado por Estados Unidos, a cambio de que el reino reconozca formalmente a Israel. Esto supondría un avance significativo, dada la posición e influencia de Arabia Saudí en el mundo árabe e islámico.
Cabe señalar que este posible acuerdo ha recibido reacciones encontradas. Algunos lo consideran un paso positivo hacia la estabilidad y la paz en Oriente Próximo, mientras que otros se muestran más escépticos. Los críticos sostienen que el acuerdo solo serviría para desestabilizar aún más la región, ya que podría desencadenar una carrera armamentística nuclear entre Irán y Arabia Saudí. Además, a algunos les preocupan las implicaciones de que Estados Unidos proporcione armamento avanzado a un país con un historial de derechos humanos cuestionable, hay que entender que en épocas disruptivas, por La Paz mayor todo esto es posible.
A pesar de la controversia que rodea a este acuerdo, está claro que la administración Biden se ha comprometido a llevarlo adelante. El presidente ha dejado claro que considera Oriente Medio una región crucial para los intereses estadounidenses, y cree que este acuerdo podría ser un paso importante para lograr la estabilidad en la región. Por supuesto, aún quedan muchos obstáculos por superar antes de que pueda alcanzarse un acuerdo, pero el hecho de que Estados Unidos, Israel y Arabia Saudí estén siquiera considerando esta propuesta es un testimonio de cambio positivo en la región.
Esta negociación y posible acuerdo sobre armas con Arabia Saudí, ha suscitado preocupación entre algunos miembros del Congreso y defensores de los derechos humanos. Aunque el acuerdo supondría un impulso para la industria de defensa estadounidense y reforzaría la relación entre ambos países, existen varias condiciones que Biden está exigiendo a cambio de su apoyo.
Una de estas condiciones es el distanciamiento de Arabia Saudí de China, que actualmente es el mayor cliente de petróleo del reino. La administración Biden desconfía de la creciente influencia de China en Oriente Medio, y considera a Arabia Saudí un socio clave para contrarrestarla. Al reducir su dependencia de China, Arabia Saudí podría alinearse más estrechamente con EEUU y sus aliados en la región.
Otra condición está relacionada con el conflicto Israel-Palestina, que ha sido durante mucho tiempo un tema espinoso en la política exterior estadounidense. Biden espera aprovechar esta oportunidad para impulsar la causa de la paz entre Israel y Arabia Saudí, lo que sería un gran logro por derecho propio. Sin embargo, también quiere que se haga algo significativo por el pueblo palestino, marginado y oprimido desde hace décadas.
El reto aquí es que ni el actual gobierno de Israel ni los dirigentes saudíes están especialmente preocupados por la difícil situación de los palestinos. Israel ha sido acusado de violaciones de los derechos humanos y crímenes de guerra contra los palestinos, mientras que Arabia Saudí ha hecho en gran medida la vista gorda ante su sufrimiento. No obstante, Biden considera que se trata de una oportunidad para avanzar en múltiples frentes, y está presionando mucho para lograr un acuerdo global que satisfaga a todas las partes implicadas.
En fin, el destino del acuerdo sobre armas está en manos del Congreso, que debe aprobar cualquier venta importante de armas a países extranjeros. Algunos miembros del Congreso se muestran escépticos ante el acuerdo, alegando su preocupación por el historial de Arabia Saudí en materia de derechos humanos y su papel en el actual conflicto de Yemen. Otros lo consideran un paso necesario para reforzar los lazos entre Estados Unidos y Arabia Saudí y contrarrestar la creciente influencia de China en la región. Sea cual sea el resultado, está claro que la administración Biden está adoptando un enfoque estratégico de su política exterior en Oriente Medio, y está dispuesta a utilizar su influencia para lograr sus objetivos. Ante esta realidad es grato recordar al maestro de la política exterior Henry Kissinger en su libro liderazgo “en las instituciones humanas (estados, religiones, ejércitos, empresas, escuelas) se necesita liderazgo para ayudar a las personas a ir de donde están, a donde nunca han estado y a veces, a donde apena imagina que pueden llegar.”
A pesar de estos retos, hay medidas que pueden tomarse para preservar la posibilidad de una solución de dos Estados. Una de esas medidas es detener la construcción de nuevos asentamientos en Cisjordania, que son un obstáculo relevante para la paz. Otra es ampliar la zona de autogobierno palestino, lo que podría contribuir a fomentar la confianza entre ambas partes. Sin embargo, estas concesiones serían difíciles de aceptar para el actual gobierno israelí, y existe el riesgo de que desestabilicen la frágil situación política de la región.
Recordar que no es la primera vez que EEUU interviene de manera favorable en este tipo de negociaciones bilaterales donde interviene Israel, cabe citar el Tratado de Paz entre Egipto e Israel firmado el 26 de marzo de 1979, fue el primer tratado entre Israel y un vecino árabe. Llamado también como uno de los acuerdos de Camp Davis. Está claro que un acuerdo de paz global está aún muy lejos, pero merece la pena explorar todas las vías posibles para avanzar. La comunidad internacional tiene un papel que desempeñar a este respecto, apoyando iniciativas que promuevan el diálogo y la cooperación entre israelíes y palestinos. En última instancia, la única forma de lograr una paz duradera es mediante un acuerdo negociado que aborde las preocupaciones y aspiraciones de las partes en el conflicto, de lograrse sería un reconocimiento más por el buen manejo en política exterior de la administración Biden.