El pasado domingo 20 de febrero se celebró en el hotel Barceló Lina de Santo Domingo un evento histórico: La concentración de cientos de personas en procura de alcanzar un objetivo social y político. La actividad fue convocada por el Dr. Guido Gómez Mazara, obteniendo una comparecencia masiva de militantes, de todas las clases sociales, atestando el salón principal del hotel y cubriendo gran parte de los alrededores de la Máximo Gómez frente al recinto. La actividad fue cuidadosamente programada, todos los detalles bien logrados, el escenario sencillo pero organizado, dando por resultado una actividad entusiasta pero también ordenada y de perfecta armonía. El programa fue conciso, solo hubo dos exposiciones que valieron, por mucho, la representación de miles de personas adscritas a esa organización política y que anhelan, como lo desea su convocante, que haya mayor democracia a lo interno de su partido.

El propósito del líder de aquella maquinaria política es el deseo compartido de los comparecientes, buscan, de forma decidida, que se respeten las normas democráticas a lo interno de la organización para, y con esas condiciones, relanzar dicho partido a fin de satisfacer las exigencias sociales de tener instituciones políticas más plurales, transparentes, organizadas y esencialmente democráticas. Al evento debe dársele la importancia que corresponde; se trató nada más y nada menos de una expresión partidaria que deja claro las intenciones de aquellos militantes de que se celebre una convención donde puedan participar y expresarse. Ellos dicen, apegados a la razón histórica, que asistirse de otro método que no sea el voto directo y secreto de sus inscritos sería incurrir en prácticas ya superadas, indeseables, generadoras de más disgustos en la estructura humana que conforma aquella organización.

Visto de ese modo, deben las autoridades del PRM, e incluso sus principales líderes, entender el panorama que tienen de frente; saber que celebrar un proceso electivo impopular para elegir a las próximas autoridades no solo sería desbridar los anhelos de la mayoría partidaria, sino también generarle un nuevo problema al propósito de mantener la continuidad del actual gobierno. Aquel que solo alza su voz para reclamar que se garantice la participación plural de sus correligionarios, como lo es el caso del Dr. Mazara, y que no demanda otra cosa que no sea el respeto de la regla de las mayorías, podría convertirse eventualmente en un líder sobrepuesto a cualquier obstáculo si la cúpula organizacional de aquel partido no corresponde el sentimiento de la mayoría de sus integrantes. No vale la pena por una terquedad o un sin sentido, perder un partido, perder un gobierno, y volver al oscurantismo social que vivimos mientras otros eran los gobernantes. Es en ese sentido, sin lugar a dudas, que el Dr. Guido Gómez Mazara tiene la razón…