Taras Chevchenko (1814-1861) es más que el poeta nacional de Ucrania, que figura estampado con dramatismo en las enciclopedias o  artículos especializados. En su itinerario trágico pero prolífico,  acabó de darle visos de lengua autóctona al ucranio, a independizarla culturalmente del ruso, con su poesía y novelas, a sonsacarla del hablar rural y sus tradiciones folclóricas donde fue relegada. Es cierto que la eclosión de una lengua propia, enraizada en una  literatura fecunda, profusa, y coherente como la de Chevchenko, no pudo configurarse sin antecedentes. El poema burlesco del escritor polifacético ucranio, Ivan Kotliarevsky, la Eneida (1798), donde los héroes son los cosacos de Zaporiyia, funge como obra literaria fundadora  de   la moderna lengua de Ucrania, con un evidente enraizamiento en la oralidad, aunque los rusos, dueños del territorio  en aquel entonces,  viesen con ojos displicentes esa cualidad intrínseca de la naciente relación lengua y literatura.

Aunque publicó parte de  su obra literaria  en la misma Rusia donde estudió y estuvo largos años en un injusto cautiverio, Taras Chevchenko paradójicamente contribuyó  a forjar su lengua y sobre todo los cimientos de la nación ucrania, pues la lengua precede a la fundación institucional de una Nación, sin ella no hay lazos comunitarios.

El poeta ucranio no esperó a que el gran teórico francés del poema, Henri Meschonnic, decenios después, subrayara las virtudes rítmicas de la oralidad, para asociarla   a su escritura. En efecto la oralidad de los cánticos rurales y del folklor  ucranio popular es inseparable de su literatura. No hay literatura escrita sin oralidad, y esta latía ya en ese vasto campesinado oprimido que esperaba sus  poetas.  Hay poesías y poetas que están asociados  más que otros, por la honda comunión histórica que tejieron con sus pueblos, al nacimiento progresivo de un estado-nación.    Eso deja entrever no solamente la historia tortuosa de Chevchenko, vinculado espiritualmente al  acceso de Ucrania a su independencia, sino también y con una visibilidad histórica  pronunciada,  la personalidad tenaz del poeta húngaro Samdor Petofi (1823-1849), en la no menos oprimida Hungría del siglo XIX. Petofi tuvo una participación clave en  la revolución húngara de 1848, con sus poemas románticos. Falleció en la lucha contra los rusos, imperio insaciable de tierras. Los poetas en contextos  del nacimiento precario de las naciones, rehabilitan la memoria histórica de un pueblo, le dan visos de nobleza y universalidad a sus lenguas, e instan con sus palabras encendidas a forjar el presente, con los ojos puestos en el futuro. La poesía es hacedora de historia en el caso húngaro y ucranio.

El cruel destino de Chevchenko curiosamente  atraviesa el itinerario dramático de Ucrania como pueblo eslavo singular. Nacido en una familia de siervos, que fallecieron siendo él un  niño, Chevchenko heredó la misma condición de servidumbre de sus padres; su dueño le adjudicó la tarea obligatoria  de cuidar y alimentar el ganado y cocer pan. Desde temprano  manifestó dotes excepcionales para las artes plásticas al interior mismo de su condición de vasallo, e impresionó sobremanera al gran pintor romántico ruso Carl Brulov y otros intelectuales, quienes, conmovidos, reunieron la suma de 2,500 rublos a fin de comprar su libertad a los 24 años. Ucrania era una colonia agrícola de Rusia, desprovista de escuelas artísticas; fuera de Ucrania la lengua estaba prohibida.

Con su bisoña libertad el aprendiz pudo subir a Saint Petersburgo a inscribirse en la escuela de Bellas Artes. Pese a sus orígenes campesinos, hablaba polaco, ucranio y ruso y podía hacerse comprender en francés. Era a la vez cosmopolita, admirador impenitente de Shakespeare y los contrastes sugestivos de la pintura de Rembrand, y a la vez profundamente arraigado en la música y saber folclóricos de Ucrania. Fue amigo entrañable  de los grandes escritores rusos Turgueniev y Fedor Dostoievski, pero divulgó con ahincó y fervor patriótico la obra de la escritora ucrania  Marko Vovchok, seudónimo de Maria Vilinska.

En 1840 Chevchenko, irrumpe en la escena de las letras  como poeta, con la publicación de El Bardo, escrito en ucranio, lengua considerada injustamente como un ‘’patois’’ del ruso, pues era utilizado sobre todo por los Mujkics  (siervos en ruso) de su extensa tierra. El libro fue prohibido y enviado a la pira por el zar Nicolás I.

La personalidad creadora de Chevchenco fue dual, pues asoció en el fluir de sus dotes creadores, el impulso telúrico, cuya máxima expresión fue el romanticismo  místico de su cuadro La familia campesina ( 1843) con poemas de impronta épica como Haidamaki, donde se valoriza  la lucha denodada de los campesinos ucranios  contra los señores polacos en 1776. Su niñez y juventud de siervo lo marcaron durablemente; en sus escritos denuncia ‘’a los terratenientes avariciosos’’  y al zar ruso lo tilda de ‘’verdugo coronado’’. Publicó poesía blasfematoria  y antireligiosa, pues culpaba a dios de  ser copartícipe del mal que se abatía contra su pueblo. Publicó un poema titulado ‘’Hereje’’ ensalzando la acción del reformador checo Jean Hus  ( 1370-1415) quien antes de Lutero en Alemania, predicó la reforma de la iglesia católica y una versión bíblica menos distante del original.

Más allá de sus escritos heréticos y burlescos, se dio cuerpo y alma a los suyos, para expresar los indecibles padecimientos de aquellos campesinos de su amada Ucrania sumergidos en la zozobra y relegados a una servidumbre negadora de la condición humana. La Unión Soviética durante su existencia hizo de Chevchenko un poeta símbolo de la ruptura cultural con la añosa sociedad zarista; disponía de una estatua monumental en Kiev, que los nazis durante su invasión en 1941 cañonearon hasta destruirla. En estos  días difíciles y trágicos que conmuevan de nuevo a Ucrania, es lícito alinear aquí una estrofa  de uno de sus grandes poemas: Sueños.

Dolor y plañido

Yo en las nubes guardaré

Mi gran sufrir mi martirio

¡Ucrania tú estás llorando

Como viuda sin arrimo!

Volaré en la medianoche

Nublada hasta dar contigo,

Para que hablemos los dos

Con tristeza y muy quedito.

Caeré a la medianoche,

Tal como el rocío.

Hablaremos tristes hasta

Que llegue el día y tus hijos

Aun pequeños se levanten

Todos contra el enemigo.

(Poesías escogidas, Kiev , 1986. Traducción del ucranio Volodimir Jabatinov)