Al llegar los españoles en 1492 el cacique Guacanagarix le extendió una amistosa bienvenida. Eventualmente pagó caro el gesto porque los demás caciques del área la emprendieron contra él y lo exiliaron a las montañas donde murió. Ese episodio histórico viene a la mente al comenzarse a reportar, de parte de algunos residentes del Centro Histórico de Santo Domingo, cierta hostilidad hacia los turistas extranjeros. Parece que tendremos que actuar para prevenir la turismofobia, un fenómeno que emergió en España en el 2017.
Hace tiempo que se sabe que uno de los principales atractivos de nuestro destino turístico es la amabilidad de la gente. Las encuestas del Banco Central dan cuenta de que la hospitalidad brindada al visitante extranjero es uno de los tres principales, siendo los otros las playas y el clima. Es de suponerse que, hace un par de décadas, el encuentro entre el nacional y el visitante, al ser una novedad y una presencia positiva que impactaba su entorno, fascinaba al nativo y lo inducía a comportarse de manera hospitalaria. Hoy día las encuestas todavía reportan este tipo de conducta frente al extranjero, pero en lugares tales como Bahamas y Jamaica se respira una patente hostilidad. Su población está hastiada de los turistas.
Turismofobia entonces es “el temor, rechazo o repulsión que sienten los ciudadanos de un destino turístico hacia los propios turistas. Esto se debe usualmente a una mala planificación en los destinos y se refleja en grandes cantidades de visitantes que llegan a las ciudades o espacios turísticos y que muchas veces traen con ellos más problemas que soluciones. Contaminación, largas filas, alto tráfico, aumento en los precios de la comida, alquileres o cambios culturales son solo algunos de los impactos claramente negativos que la masificación trae a los destinos, y con ella la posterior aparición de la turismofobia.” Esto es lo que está comenzando a asomar su cabeza de Medusa en el Centro Histórico de Santo Domingo.
Una aversión o hostilidad hacia el turismo y los turistas ya se manifiesta en algunos famosos destinos turísticos. Algunas fuentes citan los siguientes: 1) Barcelona, Venecia, Amsterdam, Dubrovnik y Bali. En todos estos famosos destinos turísticos la masificación del turismo ha creado problemas de congestión, aumento de precios, deterioro del patrimonio cultural, degradación del medio ambiente y, según algunos, pérdida de identidad cultural. Son varios otros destinos turísticos donde la turismofobia ha hecho su aparición, incluyendo a Cinque Terre (Italia), Santorini (Grecia), Lanzarote (España), Machu Pichu (Perú) e Isla Jesu (Japón).
En las islas Baleares se aprestan a limitar el turismo masivo “para no morir de éxito”, reduciendo las plazas habitacionales. Tailandia y Filipinas se vieron obligadas a cerrar una serie de destinos turísticos populares por el daño causado por el exceso de visitantes. Pero la más sensacional noticia al respecto es que Hawaii ha prohibido la promoción turística internacional porque no quiere atraer más turistas a su territorio. Los casos de Venecia, Barcelona y Mallorca son tal vez los más notorios. Debido a que su población original está migrando por sentirse avasallada por el volumen de visitantes, el gobierno italiano ha prohibido la entrada de cruceros en la zona más céntrica de Venecia y la ciudad está comenzando a cobrar la entrada a los turistas visitantes. Mientras, Barcelona ha prohibido la construcción de nuevos hoteles.
¿Cómo deberán los destinos turísticos responder a la masificación turística? La hipótesis del profesor Richard Butler de la Universidad de Strathclyde de Escocia sobre el ciclo de los destinos turísticos puede ayudar a encontrar soluciones. “Las fases que atraviesa un destino turístico son: pre-turística, exploración, implicación, desarrollo, consolidación, estancamiento y declive. Cada etapa presenta una serie de rasgos característicos. La masificación se da en los estadíos de desarrollo y consolidación del destino. Es decir, cuando este ya está formado, tiene experiencia y los turistas acuden a él.” Como somos el mayor destino turístico del Caribe y nuestro ministro nos ha declarado como un destino maduro, podemos asumir que estamos consolidados y que deberemos bregar con la turismofobia para prevenirla.
Como se ha señalado anteriormente, es en el Centro Histórico de Santo Domingo donde ya está apareciendo hostilidad hacia los turísticas. Todavía no se ha realizado una encuesta entre residentes para conocer los motivos de la creciente animadversión, pero puede suponerse que son los motivos citados más arriba para la generalidad de los destinos (precios mas altos, congestión en calles, ruidos, etc.). En España, donde los 85 millones anuales de turistas están generando más turismofobia, algunos de sus enclaves han montado iniciativas para fomentar lo que han denominado “turismofilia”. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, se ha montado la campaña “Contagia tu hospitalidad” dirigida a los profesionales del sector y cuyo objetivo es promover los valores de acogida y hospitalidad. Además de acciones de divulgación y sensibilización, la iniciativa incluye formación “desde la base en los valores de la hospitalidad.” Otros destinos centran la acción sobre la población anfitriona.
El MITUR y el ADN deben poner atención a la naciente turismofobia. Sin acciones para mitigarlo no podrá haber sostenibilidad. Los reportes dan cuenta de que ya no se ve al turismo como una novedad curiosa y se comienza a sentir apatía y molestia en algunos segmentos de los residentes porque el volumen de visitantes es considerado excesivo. Si en el 2019 se registraron unos 700,000 visitantes extranjeros al Centro Histórico es seguro que, cuando se reactiven los cruceros y se opere el Centro de Convenciones de la ciudad, esa cifra sera pigmea. No es exagerado pensar en que para entonces llegaremos a dos millones de visitantes al año.
Resulta necesario calcular una “capacidad de carga” turística para el Centro Histórico y diseñar una campaña publicitaria para prevenir la hostilidad y generar actitudes más hospitalarias. Lo mismo debe hacerse en Puerto Plata, donde hace unas semanas atracaron en Taino Bay cuatro enormes cruceros al mismo tiempo. Entre la publicidad que promocione las bondades del turismo entre la población y el control en el volumen de visitantes por destino estaría la solución. Debemos evitar que la población deje su estilo a lo Guacanagarix y se torne huraña y fría hacia nuestros visitantes extranjeros.