El producto turístico dominicano que ofertamos en el mercado turístico internacional es todo el país. Por tanto, debemos mejorar sus múltiples rasgos para fortalecer nuestra competitividad turística. Uno de esos rasgos es el nivel de ruido al que son expuestos nuestros visitantes, el cual puede degradar su satisfacción con la estadía. Por su singular contribución a los ruidos ambientales, el enjambre de ruidosas motocicletas que pululan por las calles y en los entornos de nuestros resorts ha llegado a requerir una decidida intervención de las autoridades.

Es bien conocido que los ruidos causan molestias y pueden dañar la salud. “Cada día nuestra sociedad es sistemáticamente bombardeada por impactos de ruido (contaminación auditiva), que provienen de los colmadones, guaguas anunciadoras, bocinas en los vehículos, motocicletas sin silenciadores, propaganda variada y hasta en las conversaciones cotidianas los dominicanos cada día más gritan ruidosamente al hablar.” En cuanto a la salud, los ruidos pueden, entre otros, dañar nuestra capacidad auditiva, trastornar el sueño, reducir la concentración, y afectar el sistema cardiovascular, las glándulas endocrinas y el aparato digestivo.

Los impactos nocivos del ruido victimizan tanto a los nacionales como a los turistas extranjeros. Los expertos señalan que para descansar y reponer energías se requieren niveles de ruido por debajo de los 40 decibeles, mientras cualquier trabajo que requiera concentración necesitara un nivel por debajo de los 55 decibeles. Los hoteles protegen a sus huéspedes con habitaciones bien preparadas instalando paneles y baldosas amortiguadoras, ventanas y cortinas insonorizadas y puertas que no golpeen fuertemente al cerrarse. Pero cuando los huéspedes salen de su habitación y se topan con inmisericordes marejadas auditivas desarrollaran una aversión contra las visitas fuera del hotel. Nada mas contrario al objetivo de incrementar la derrama económica del turismo.

En una encuesta a turistas extranjeros que visitaron el Centro Histórico de Quito, por ejemplo, los resultados no dejaron dudas. “Los hallazgos de la investigación indican que las principales fuentes de ruido son las relacionadas con el tráfico vehicular, el uso de altavoces y los vendedores ambulantes. Asimismo, la identificación de varios sitios considerados ruidosos y superados los 70 dB llevaron a conclusiones importantes. Se pudo determinar que los niveles superaron los límites permitidos por la normativa vigente. De igual manera, el estudio muestra los efectos sobre la salud de los turistas y guías turísticos durante la exposición al ruido, enmarcados en problemas psicológicos que inciden directamente en la satisfacción del servicio y en experiencia vivida en el destino.”

Lamentablemente, entre nosotros el “vandalismo acústico” de las motocicletas se siente más fuertemente en ciudades cercanas a los principales enclaves turísticos: Puerto Plata, Higuey, Sosua y Cabarete. (En Santo Domingo y Santiago ese vandalismo es secundario a los peligros que las motocicletas generan en el tránsito.) Existe la Ley No. 287-04 sobre Prevención, Supresión y Limitación de Ruidos Nocivos y Molestos que Producen Contaminación Sonora, la cual abarca “la regularización, modo de aplicación, penalización y la medida en decibeles permitidos”. Pero muy a pesar de que la Policía Nacional cuenta con un departamento anti-ruidos, la aplicación de tal ley deja mucho que desear. Y ni hablar de que POLITUR hasta ahora no ha emprendido una campaña en contra de los ruidos en los enclaves turísticos.

En términos generales, las motocicletas se han convertido en un mayúsculo dolor de cabeza para nuestro país. El contexto del problema lo proveen las estadísticas. Como se aprecia en las gráficas adjuntas, el parque vehicular del país alcanzo en el 2020 la alarmante cifra de 4.9 millones de unidades, de las cuales las motocicletas contaban unos 2.7 millones.  En cuanto a la letalidad del transito vehicular, un reporte reciente del gobierno dice: “En el año 2019, la cifra de fallecidos por siniestros viales llegó a 3,204 y durante el año 2020 se produjeron unas 2,711 muertes por la misma causa.” “En otro aspecto del análisis de la proporción de muertes causadas por el tránsito, se determinó que aproximadamente el 59.2 % de víctimas mortales son jóvenes entre los 15 y 34 años de edad.” Son más de 1,200 las muertes anuales por accidentes de motocicletas. De manera que los problemas generados por las motocicletas no se limitan a sus ensordecedores ruidos.

Para garantizarles a los turistas extranjeros un entorno amigable y sereno es necesario ya un conjunto de medidas efectivas que reduzca o silencie los punzantes decibeles. Existen muchos métodos de reducirlos y  algunos expertos aconsejan combinar las barreras físicas contra el sonido con el diseño de paisajes sonoros. Pero la gran mayoría de esas medidas se refieren generalmente a los ambientes urbanos y no específicamente a los enclaves turísticos. Paradójicamente, algunos turistologos han grabado los sonidos característicos de muchos destinos turísticos para que el visitante pueda oírlos mientras visita sus lugares y así apagar los ruidos nocivos y molestosos.

En la web no se encuentran planes específicos para acabar con los ruidos nocivos en enclaves turísticos como los nuestros. Pero de los planes relevantes contra el ruido en el transporte se pueden derivar algunas soluciones. Asimismo, los planes de ordenamiento territorial deben tambien sentar bases sólidas en ese sentido, especialmente aquellos que son de ordenamiento territorial turístico. El alcance de cualquier plan deberá incluir aquellos ruidos que pueden perturbar no solo a los turistas sino tambien a los ambientes que estos visitan. Tal es el caso de los ruidos submarinos en la Bahía de Samaná y su impacto deletéreo sobre las ballenas que la visitan.

Procede que el MITUR aúne esfuerzos con el Ministerio Ambiente para elaborar un Plan Nacional de Reducción de Ruidos Nocivos en Ambientes Turisticos. Dicho Plan deberá visualizar la misión de POLITUR en la campana de abatimiento. Para elaborar dicho instrumento de planificación se deberá contratar expertos en la materia y tomar en consideración los lineamientos que detalla la Ley No.287-04, la cual encarga, en su Artículo 3, al Ministerio Ambiente de realizar los estudios de lugar para determinar los niveles de ruido permisibles. El Plan dispondrá directrices para que las motocicletas cambien sus silenciadores a fin de no molestar a los turistas y a los nacionales. Se requerirá de un proyecto que imponga ese requisito a la vez que provee los medios financieros para lograrlo y eso requerirá de una inversion importante de parte del MITUR. La prensa ha reportado que en el país ya hay unos 700,000 motoconchistas y por ahí deberá comenzarse.

La escogencia de los silenciadores será una tarea retadora en tanto tendrá que identificar las mejores opciones de acuerdo con los objetivos buscados. El propuesto Plan deberá también identificar las tecnologías que puedan contribuir al abatimiento de los ruidos. En Francia, por ejemplo, acaba de instalarse unos “radares sonoros” experimentales para limitar los ruidos de los motores. “El experimento, único en el mundo, durará dos años. Se prevén multas de hasta 135 euros para quienes sobrepasen el nivel acústico permitido en zonas de circulación máxima de 50 km/hora.” El registro de las motocicletas que está ahora en curso debe ayudar a identificar y multar a los conductores que violen las restricciones sobre el ruido.

Nuestro producto turístico debe mejorarse constantemente para aumentar nuestra competitividad en el cada vez más exigente mercado turístico internacional. Por eso a los ruidos nocivos de las motocicletas deberá ponérsele coto lo antes posible. La recién convocada Comisión Nacional Antiruido, creada por decreto en el 2012 y reunida por primera vez la pasada semana, tiene la palabra.