Hace menos de dos meses para muchos el panorama electoral de los Estados Unidos estaba definido y muchos demócratas o independientes que no simpatizan con su conflictiva personalidad se resignaban ante los presagios de que el expresidente Trump sería el vencedor de las elecciones, mientras sus seguidores lo daban como un hecho.
Dos debates y un atentado han marcado la diferencia en el tablero electoral estadounidense, el del 27 de junio que acrecentó la inquietud en las filas demócratas por la pobre participación de su líder frente a Trump producto del evidente deterioro de su salud mental y física, y el del 10 de septiembre entre Trump y su nueva rival la vicepresidente Kamala Harris, quien sustituyó a Biden como candidata demócrata a la presidencia luego de que el atentado contra Trump el 13 de julio significara el empujón final para que este anunciara su renuncia el 21 de julio, y el partido demócrata inteligente y oportunamente acogiera su endoso.
Así como Biden en el debate lució anciano y generó serias dudas respecto de sus facultades para seguir liderando por cuatro años más esa poderosa nación, lo que los republicanos supieron explotar, el inesperado cambio de contraparte hizo que recayeran sobre Trump algunos de los mismos cuestionamientos que antes se hicieron al presidente, pues lució viejo y desgastado frente a la fresca imagen de Harris más de 20 años menor que él, y con la vitalidad y agilidad mental para poder enfrentar sus manidos ataques y repetitivo discurso divisionista, cargado de falsas afirmaciones y vacuas promesas dichas con grandilocuencia, impregnadas de su narcisismo.
Aunque los debates no surten un efecto mayor sobre el voto fuerte decidido en un sentido u el otro, en las circunstancias actuales en que hay un porcentaje importante de indecisos, y de que en las propias filas de los republicanos para algunos es imposible votar por el expresidente debido a su cuestionable historial, el peso de las imágenes y el contenido del debate de ayer sin lugar a duda impactará, del cual la mayoría de los opinadores entienden salió victoriosa Harris, quien desde el inicio hizo lucir a su rival como un personaje hosco al tomar la iniciativa de ir a darle la mano, y lució en control haciendo un uso efectivo de los ataques, logrando alterar a Trump y que bajara el nivel con que inició, y etiquetando con sus bien logrados gestos corporales sus posiciones como fabulaciones, racistas y contrarias al imperio de la ley.
El discurso xenófobo de Trump y su diatriba antidemócrata por ser supuestos destructores de la economía, aunque hasta ahora le habían funcionado porque penosamente para muchos es más importante la tranquilidad de sus bolsillos de que no habrá nuevos impuestos aunque algunos paguen muy poco y tengan grandiosas ganancias, que el respeto al imperio de la ley, y muchos hayan sido auspiciadores de esa inmigración que hoy se reniega, ya que contratando a inmigrantes, ilegales o no, con salarios bajos hicieron crecer sus empresas no bastará, porque el fenómeno del aumento de las migraciones es mundial por efecto de la globalización, los medios electrónicos y las redes sociales, y porque su pronóstico de que la economía se caería durante la administración Biden no se dio, a pesar de los embates de la crisis económica mundial provocada por la pandemia y la guerra con Ucrania.
A pesar de que el debate puede ser considerado como un simple tropiezo, ese “trumpicón” provocado por una mujer de ascendencia india y afroamericana ha herido su ego y misoginia, y motivó el endoso más esperado de esta campaña, precisamente el de otra mujer artista y líder para jóvenes del mundo entero Taylor Swift, quien no solo manifestó su respaldo al binomio Harris-Walz, sino que acompañando su mensaje con una foto junto a un gatito, recordó no solo la lamentable afirmación sobre los mujeres sin hijos que tienen gatos de su acompañante de boleta Vance, sino la bochornosa expresión de Trump en el debate repitiendo una falsa noticia que acusa a inmigrantes haitianos de matar mascotas de norteamericanos para comérselas. Quizás Kamala logre lo que las sentencias declarándolo culpable de comisión de delitos y los casos aún abiertos en su contra no han conseguido, frenar definitivamente las posibilidades de Trump de ganar las elecciones.