El sábado pasado a pocas horas de las 6:00 de la tarde y en los primeros minutos del inicio de su discurso en Pensilvania, los estadounidenses y el mundo presenciaron en tiempo real el intento de asesinato al expresidente Donald Trump. Este fallido atentado ha provocado un punto de inflexión no solo en la incendiaria retorica del GOP, sino también en la dinámica electoral de los dos partidos que tradicionalmente se disputan el poder.
Específicamente en una nación con un largo historial de asesinatos de presidentes: Abraham Lincoln, James Garfield, William McKinley y John F. Kennedy, y los nueve que sufrieron atentados. Esto sin contar los líderes sociales que han sido asesinados, sobre todo afroamericanos: Malcolm X, Martin Luther King Jr, Medgar Evers, entre otros.
Y en estos momentos esta nación experimenta en la actualidad significativos niveles de violencia. “El gobierno de Estados Unidos han permitido que la violencia con armas de fuego se convierta en una crisis de derechos humanos”, en él el 2022. (Amnistía Internacional).
La paradoja de este nivel de violencia y dentro de la situación actual – a pocos meses de celebrarse las presidenciales- es que todos los sectores de la vida nacional e internacional lo han condenado. Categorizándolo como un hecho de repercusiones inaceptables dentro de esta mal llamada democracia. La solidaridad ha hecho acto de presencia tras un acontecimiento de esa naturaleza y el gran ganador, sin dudas, ha sido Donald Trump. Qué paradoja, precisamente Trump sufre este intento de asesinato, él que tanto defiende que la gente pueda comprar armas, incluso armas de alto calibre.
El temor, bien fundado, es que, de volver a gobernar, lo harán con toda la rabia que han contenido desde hace 4 años.
En contexto, y 48 horas después del intento de magnicidio, el GOP celebró su convención nacional de delegados, fue un evento montado a la altura, casi, de un “SmackDown”, de La Federación Mundial de Lucha Libre (WWF, por sus siglas en inglés). En la primera noche, vimos a un Trump interpretar su pape; el candidato republicano es un hombre mediático, que sabe actuar ante las cámaras y sabe sacar provecho a todas las circunstancias. Como era de esperarse jugó ser la víctima ante un público que repetía su nueva consigna ¡pelea, pelea! Esa convención eligió a su candidato vicepresidencial, el senador de Ohio, JD Vance.
Trump afirma que es un “milagro” estar vivo. Además de su antiguo crítico Vance, ahora compañero de fórmula, por la convención republicana desfilaron los antes rivales de Trump: el gobernador de Florida, Ron DeSantis, el dirigente Vivek Ramaswamy, Carson, Marco Rubio. El público los vio, de manera literal, inclinar sus cabezas ante el todopoderoso Trump y en acto simbólico y un momento clave del evento lo fue el reality show montado por las familias desconsoladas; que ofrecían conmovedores mensajes. Pero el gran ausente fue Mike Pence, pasado vicepresidente en la administración Trump.
En la tercera y cuarta noche, el espectáculo republicano se centró en vario aspecto significativos, demostrar que Trump cuenta con el apoyo absoluto de las bases del partido, Melania Trump llamándolos “mi esposo” de manera reiterada; un homenaje a Corey Comperatore, el bombero muerto en el mitin y declarado “héroe nacional” por las bases. “Dios está de mi lado”, expresaba Trump, como si tuviera un origen “divino”. Y un largo discurso de cierre como el truco escondido de un ilusionista, una completa manipulación de la audiencia.
Lo cierto es, que en este ecosistema de posibilidades la maquinaria republica está asegurando su vuelta a la Casa Blanca, y volverá con todo. Esta inminente victoria de Trump es celebrada de antemano, especialmente al sector ultraconservador de evangélicos, quienes piden que este país retorne al “orden” de la mano de un agitador por excelencia. Se olvidan que Trump es un corresponsable directo de los momentos de violencia que lideran los titulares de los medios y las estadísticas nacionales.
El temor, bien fundado, es que, de volver a gobernar, lo harán con toda la rabia que han contenido desde hace 4 años. Y para quienes tengan dudas, el mismo grupo que asaltó el Capitolio, sigue activo en las filas del trumpismo.