Cada encanto tiene bemoles que el mismo encanto se encarga de ensombrecer. La seducción que ejerce el Centro Histórico de Santo Domingo, por ejemplo, va hoy acompañada de algunas urticantes molestias que opacan su atractivo. Para sus múltiples y variados visitantes hay tres molestias en particular que califican como verdaderos incordios. Aquí se desbrozan sus implicaciones para que se torne urgente la aspiración de corrección de parte de concernidos y admiradores.

Un incordio se define como “una persona o cosa incómoda, agobiante o muy molesta”. En el caso de marras el mayor incordio reportado por residentes y visitantes es la escasez de parqueo. Aunque está pendiente la reconstrucción del parqueo municipal de la calle Jose Reyes y se haya comenzado a trabajar en otro al inicio de la calle arzobispo Meriño, el congestionamiento actual permite predecir que esos nuevos parqueos no serán suficientes. Y el problema se agudiza con la inconsulta implantación de bolardos en las aceras de las calles reconstruidas.

De hecho, los bolardos son culpables de una visual mendicante. Las calles que han sido embadurnadas con tales esperpentos parecen caminos de presidiarios. Si bien cumplen con el asignado deber de impedir el parqueo de vehículos en las aceras, favoreciendo al peatón, no menos cierto es que constituyen anodinos monumentos a la fealdad. Son hostiles señuelos de la falta de buen gusto arquitectónico. Su objetivo se logra mejor con jardineras como las que han colocado en la Calle Las Damas, aunque la estrechez de algunas calles imponga jardineras más pequeñas.

En algunas ciudades europeas se han instalado bolardos, maceteros y bloques de hormigón para reforzar la seguridad en prevención de actos terroristas. Pero esa justificación no aplica a nuestro Centro histórica; más cuando ya hay una dotación de 212 policías asignados al sagrado recinto.

En España los bolardos han sido objeto de variadas regulaciones que aplican a daños causados por estos a los vehículos. Pero aquí no se requeriría ninguna regulación si simplemente desaparecen. El incipiente proyecto FlorHisto podría ayudar a sustituirlos por la más agradable decoración que ofrecen las flores.

Un segundo incordio que se eleva a la categoría de lo absurdo es la incomprensible prisión del Parque Independencia por una agobiante empalizada, bautizada hace algún tiempo por quien escribe como un “infame secuestro”.

Aunque es una adyacencia al Centro Histórico, la frondosidad de su arboleda y los grandes espacios que contiene hacen que su ayuntamiento con el límite oeste del Centro sea un compañero inseparable para el solaz de los visitantes. Ninguno de los otros parques del recinto se le compara en importancia histórica, confort y agradable acogida. El arquitecto que diseñó el mausoleo de los Padres de la Patria fue el responsable del sórdido “enjaulamiento”. Aunque su mausoleo haya sido encomiado por importantes expertos, erró soberanamente el tiro aislando ese altar patriótico del fervor público. El encierro genera distancia y disminuye las ínfulas de la veneración patriótica.

El tercer incordio que debe considerarse prioritario es una mayúsculas intervención de la Avenida Mella, ahora signada por un sello de abandono, fealdad y desidia. Con el cambio de dirección del trafico que se impuso en tiempos recientes, la marginación con el desplazamiento de su actividad comercial en las tres últimas décadas ha sido degradante para su entorno. Esta hoy día mucho más relegada después que se le impuso un cambio en la dirección del tránsito.

Se había escuchado que el proyecto MITUR/BID incluiría una remodelación del Mercado Modelo, la mas grande tienda de artesanía de que dispone el pais. Ese loable propósito, sin embargo, parece ahora estar relegado a la mas baja prioridad, especialmente porque remodelarlo sin que haya una intervención mayor de toda la avenida seria contraproducente.

Alguien podría objetar que ese proyecto no es prioritario porque el Mercado mismo no está dentro del perímetro que definió el Decreto No.1650 del presidente Balaguer en el 1967 para determinar los límites del Centro Histórico. (Los limites de la “Ciudad Colonial” fueron ratificados por la Ley No.492-69 sobre el Patrimonio Cultural.) Pero son dos las razones por las cuales ese subproyecto debe acometerse: 1) las adyacencia relevante, ya que la Avenida Mella le imparte curso legal, así como lo hace la Puerta del Conde que esta fuera de la Calle Palo Hincado, y 2) la remodelación del Mercado es muy congruente con la creciente importancia turística del Centro Histórico.

¿A quien le compete darle el frente a estos incordios?

Existe, para comenzar, la jurisdicción institucional del ADN y del Ministerio de Cultura. Pero su autoridad ha sido subordinada al Comité para la Preservación de la Ciudad Colonial que creo el presidente Abinader mediante el Decreto No.283-21. Este Comité es presidido por el ministro de Turismo, la entidad que legalmente tiene tambien responsabilidad por la ejecución del proyecto MITUR/BID. Ojalá y ese Comité tome cartas en estos asuntos, los cuales son bochornosos y desdicen del encanto de un atractivo tan singular como es el Centro Histórico de Santo Domingo.