Un día sin escribir sin
pensar sin comer sin
andar y sin dormir. Mentira
total. Siempre se escribe,
las ideas despiertan
y golpean las puertas
de las neuronas cercanas,
gritando que abran
sus cortinas para que
puedan entrar. Todos
disfrutamos el derecho
de gritar y de ser
escuchados, invitados
a un concierto
no por pena,
por goce.