El éxito incontestable del turismo dominicano, gracias a la oportuna estrategia implementada durante la pandemia, despertó interés hasta en el Foro Económico Mundial de Davos, uno de los principales cónclaves económicos a nivel mundial.

 

Nuestro país también  ganó, este año,  por segunda ocasión los premios Leisure Travel Award y los Wherever Awards, que entrega la revista especializada Global Traveler.

 

En el mismo tenor, hace pocos días, el ministro David Collado recibió un reconocimiento por la recuperación de República Dominicana por encima de los demás países de la región, por su manejo en la pandemia y un exitoso año turístico como primer destino en ventas por paquete de larga distancia, en el marco de la IFTM TOP RESA, la principal feria de negocios en Francia.

 

Sin lugar a duda, la industria turística es nuestra gallina de los huevos de oro y el país entero debería ponerse a la altura de los inumerables y altos requisistos de esta famosa industria sin chimineas.

 

Sin embargo, algunos sucesos podrían poner en jaque nuestros éxitos. Así, en el pasado año 2021, los accidentes de tránsito fueron la principal causa de muertes en el país. En quince años (2007-2021), murieron 27,608 personas en accidentes de tránsito, según datos de la Oficina Nacional de Estadisticas (ONE), lo que nos coloca como el país de mayor mortalidad en el continente.

 

Si somos los mejores en turismo y tenemos el número más elevado de muertos por accidentes de tránsito es estadísticamente comprobado que las muertes por accidentes tocarán los turistas que nos visitan como acaba de ocurrir en Bávaro. Las declaraciones de la turista chilena que viajaba en el autobús son perturbadoras y nos dejan ver la otra cara del turismo, a la cual hay que ponerle atencion para que sigamos cosechando éxitos.

 

No se puede negar que  uno de los grandes logros del gobierno del PRM es obviamente el esfuerzo desplegado contra la corrupción y el sometimiento de mucha gente,  pero también es cierto que la corrupción ha permeado a todos los niveles lo que hace más difícil establecer controles.

 

Los transportes de turistas están regidos por un protocolo muy detallado. Sin embargo, ¿quién realmente vela por su ejecución? Como en muchos otros sectores existen las legislaciones adecuadas, pero no hay quien exija su aplicación.

 

Y esta es una de nuestras grandes contradicciones: somos cada vez más modernos, aunque mantenemos viejas prácticas. Nuestro sistema de transporte de pasajeros es obsoleto y está en manos de sindicatos que dictan sus propias leyes.

 

Por otro lado, autorizamos las importaciones de vehículos viejos que responden a la aspiración de la gente a tener vehículos, pero no a las necesarias condiciones de seguridad que deben Imperar en un país moderno ni  tampoco a la lucha contra el cambio climático.

 

A la par, no podemos dejar de lado que la gran mayoría del pueblo dominicano sigue sumergida en la ignorancia, con salarios sumamente bajos y que una crisis de valores sacude el país de arriba hasta abajo.

 

Hay un hilo conductor que va desde la falta de responsabilidad individual de un chofer que maneja luego de haber consumido droga, a la de la empresa que no cumple con su deber de control y de mantenimiento de su parque vehicular, y a la del Estado que no hace respetar la legislación en vigor.

 

Estos fallos, al igual que la inseguridad y los peligros ligados al cambio climático, hacen de nuestra industria turística un gigante con pies de barro.

 

No obstante, los problemas de tránsito vehicular afectan en primer lugar a toda la ciudadanía, que sufre de las imprudencias y atropellos de los choferes de autobuses, camionetas y patanas.

 

Frente a esta preocupante situación, la República Dominicana reafirmó ante la pasada Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) su compromiso de reducir al 50% las muertes y lesiones causadas por accidentes de tránsito en el decenio 2021-2030.

 

Para esos fines se necesita el liderazgo y la coordinación necesarios para propiciar la puesta en marcha de políticas públicas que preserven la vida y organicen los factores que hagan posible disminuir los riesgos de colisiones o siniestros en el tránsito, al mismo tiempo que se enfrentan los demás peligros que pueden frenar el turismo.