“La violencia solo es proteica. Su forma de aparición varía según la constelación social. En la actualidad muta de visible en invisible, de frontal en viral, de directa en mediada, de real en virtual, de física en psíquica, de negativa en positiva, y se retira a espacios subcutáneos, subcomunicativos, capilares y neuronales, de manera que puede dar la impresión de que ha desaparecido”. (Byung Chul Han: Topología de la violencia).
El gran filósofo de la actualidad Byung-Chul Han tiene un libro denominado Topología de la violencia. Es un libro hermoso, exquisitamente filosófico y diríamos, hondamente poético, con una lira hilvanante y envolvente para quedarse sentados disfrutando por el contenido de un tema eterno, como es la violencia. Por eso acuño el tema de este artículo haciendo honor a ese brillante intelectual.
Adelanta el referido literato y teólogo en la introducción del libro que “… Hoy en día, la violencia material deja lugar a una violencia anónima, desubjetivada y sistémica, que se oculta como tal porque coincide con la propia sociedad”. Es la violencia cultural, estructural e institucional que se anida en un yo para proyectarse en el ethos, como consecuencia de una estructura económica y una estructura social que expande la necesidad, sin dar el soporte que alcance y neutralice el sopor de una vida de sobrevivencia.
La violencia macrofisica se crea y recrea como consecuencia de un andamiaje social-institucional que impide a una gran parte de la sociedad ser seres humanos. Un abismo que produce la necesidad de las condiciones materiales de existencia y su realización. Produce ese puente de “bipolaridad” y esquizofrenia. Necesidad, deseo y realidad ahondando sus diferencias, generando esa “negatividad” que nos lacera y excluye en el potencial de la objetividad y subjetividad, ese sendero que habita en cada uno de nosotros para glorificarnos como animal superior de la naturaleza.
Tenemos en nuestra sociedad una violencia cotidiana, visible, omnipresente que nos hiere y acogota. Violencia invisible y visible que no deberían tener sentido, empero, su sentido aterrador, horrido, viene dado por el entramado estructural-institucional que nos hemos dado, haciendo que ella aparezca como algo normal, de una anormalidad que hace como si la historia y la evolución que trae consigo no ocurriera. Una sociedad con cuatro agendas, de signos y símbolos no cubiertos: Premoderna – Moderna y Postmoderna (Siglo XIX, Siglo XX con dos agendas y Siglo XXI).
La macrofisica del poder lleva consigo, en su vientre, en nuestra formación social, una estela de exclusión que conduce a la violencia. Veamos:
- 850,000 jóvenes hay en nuestro país que son Ni Ni, la cifra más alta de toda la región.
- El desempleo en los jóvenes entre 15 y 25 años es de 29%. El promedio en la región es de 17%.
- Según el Ministerio de Trabajo, los jóvenes entre 15 – 29 años tienen una tasa de desempleo de 25.5.
- La Ley 49-00 señala que para la sociedad dominicana el rango del componente de la juventud se encuentra entre 15 – 35 años, lo que hace que la tasa de desempleo sea aún mayor.
- El peso gravoso del Empleo informal: 57.7%. El empleo informal gana promedio $93.5, en cambio, el promedio en el sector formal RD$135.5. Alrededor de un 90% de los empleos informales no tiene la sombrilla de la Seguridad Social.
- Profamilia señala que estamos entre los primeros países de la región en embarazos en adolescentes. Primer lugar en matrimonio infantil o uniones tempranas. Eso genera de manera potencial una condensación de estructura violencia, pues el 98% de esos adolescentes son pobres y el 90% no termina el sexto grado de primaria.
- Tenemos, entonces, el mayor porcentaje de la región en Ni Ni, en SIN SIN (sin educación, sin oportunidades) y en desempleo más alto de los jóvenes.
En un Estudio – Diagnóstico sobre Percepción de Violencia y Delincuencia de Participación Ciudadana realizado en 11 provincias y municipios y 18 barrios del Gran Santo Domingo con mayor población, las causas de estos fenómenos sociales según los entrevistados fueron:
- Consumo de alcohol (10%).
- Familias disfuncionales y desintegración del núcleo familiar (10%).
- Falta de empleo (10%).
- Diferencias sociales y falta de oportunidades para los jóvenes (9%).
- Falta de inversión social en los barrios (8%).
- Poca o nula vigilancia policial (8%).
- Promoción de antivalores (8%).
- Deserción escolar (7%).
- Prostitución juvenil (6%).
- Pandillas juveniles (6).
- Falta de Transparencia en la utilización de recursos destinados a la prevención de la violencia (4%).
Concomitantemente a las causas que producen la violencia y la delincuencia, el Estudio captó los tipos de violencia que más se suscitan en las comunidades estudiadas, a saber:
- Robos o atracos (81%).
- Drogas (68%).
- Violencia intrafamiliar (59%).
- Riñas (46%).
- Homicidios (23%).
Hay, pues, variables socioeconómicas que inciden y repercuten en este grave fenómeno social (Estructura social) que vienen a ser causa y consecuencia de la irresponsabilidad de la elite política que ha gravitado en los últimos 25 años. Esos jóvenes: NI NI, SIN SIN son una derivación de los 20 años del PLD en el poder, lo que quiere decir que los jóvenes entre 15 – 29 años han sido una forjación de ese partido, que desde la perspectiva ética-moral lo degradó y derrumbó. Capturaron y cooptaron el Estado realizando una biopolítica cuya dimensión social ha sido el necropoder, para una buena parte de la mocedad dominicana
Como diría Giovanni Sartori “Saber de política es importante, aunque a muchos no les importe, porque la política condiciona toda nuestra vida y nuestra convivencia. La ciudad perversa nos encarcela, nos hace poco o nada libres; y la mala política, que obviamente incluye la política económica, nos empobrece”. En nuestra sociedad, la movilidad social vertical ascendente transcurre de manera muy lenta. La Generación Baby Boomer, los que nacimos entre 1946-1964, e incluso la Generación X (1965-1981) tuvimos una intensa movilidad social, que trascendimos la esfera intergeneracional de nuestros padres. Nos vimos en la necesidad de ayudar a los progenitores y hoy a los hijos para que no bajen en la escala de la pirámide social.
En nuestro país las Generaciones Millennials y la Z, que son las dos digitales y más proactivas a los cambios, se les dificulta la vida laboral. Estamos en un modelo económico que no crea los suficientes empleos y la mayoría creados, no son de calidad. De ahí la enorme fuga de cerebros por encontrarnos en una sociedad donde el salario promedio formal es de RD$26,000.00 según la Tesorería de la Seguridad Social. ¡Pobreza, desigualdad y discriminación cohabitan en el cuerpo social dominicano, siendo las causas fundamentales de los hechos de violencia y delincuencia, permeando como consecuencia, cada cierto tiempo, hitos y olas de las mismas!
La exclusión social es el condimento más viable y expedito para la violencia y la delincuencia. Nos dice Anthony Giddens que “la desigualdad económica global hace referencia en primer lugar a las diferencias sistemáticas en riqueza, renta y condiciones laborales existentes entre países”. Desigualdad de clase, estatus y poder corren al unísono y simultáneamente en todo el tejido social dominicano. Una desigualdad económica instalada como hiedra y que se expresa en pobreza, hambre y falta de salud. Una mirada objetiva es valorar el Ingreso per Cápita de los que residimos en esta tierra: US$8,500 dólares. En cambio, los dominicanos que residen en Estados Unidos tienen un Ingreso per Cápita de US$21,500 dólares.
En su más reciente informe del BID, La crisis de la desigualdad: América Latina y el Caribe en la encrucijada, en su prefacio nos dice “Las sociedades de América Latina y el Caribe empezaron a practicar el distanciamiento social mucho antes de que la pandemia del coronavirus llegara a poner a prueba su resistencia y a exponer sus vulnerabilidades. Se trata de un distanciamiento social causado por la extrema desigualdad en la región que socava la fe de los ciudadanos en el bien común y amplía la brecha entre ricos y pobres”.
Somos, como el grueso de los países de América Latina, una sociedad fracturada cuya erupción volcánica no ha eclosionado, empero estamos en la ruta del malestar social que se registran en la violencia y la delincuencia. Como ilustra el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo en el acápite 9 relativo a la Delincuencia y la Justicia en una sociedad desigual, página 220 “A finales de los años noventa, una serie de estudios mostró una fuerte relación positiva entre desigualdad y crimen violento a nivel de países… los países de América Latina ocupan un lugar importante por sus altos niveles en desigualdad y crimen”. Está claro, pues, que la violencia y la delincuencia están constituidos, medular y nodalmente, por factores económicos-sociales y que estos pueden disminuir significativamente si se dan políticas sociales de gran calado que generen expectativas renovadas y esperanza suavizada.