A fines de los años noventa, la Unesco en su  Informe Mundial sobre la Educación advertía el impacto que tendrían las TIC en los métodos convencionales de enseñanza y aprendizaje. Asimismo, se  refería a la influencia que estas tecnologías tendrían en la transformación de los procesos educativos y en la forma en que docentes y estudiantes accederían a la información y al conocimiento. También se proponían parámetros y criterios para planear programas de formación del profesorado y seleccionar cursos que los prepararan para capacitar a los estudiantes en el uso de las TIC (Rangel, 2015).

Según Kenski (2013), la educación “atraviesa un gran desafío, adaptándose a los avances de las tecnologías, orientando el camino de todos hacia el dominio y la apropiación crítica de estos nuevos medios”. Hay cambios y un avance continuo en la forma y uso de procesos, métodos y herramientas disponibles a una velocidad muy alta, generando un desafío diario para el docente. Un ejemplo para ilustrar este desafío es que antes de la pandemia el uso de los smartphones estaba mal visto, porque se asociaba a un estorbo en el momento del aprendizaje.

El segmento de la población que nació después de la invención de la Internet, se le conoce como la generación de los nativos digitales. De ahí que incorporar la tecnología a la educación aporta una serie de beneficios que ayudan a mejorar la eficiencia y la productividad en el aula, así como aumentar el interés de niños y adolescentes en las actividades académicas (Duarte, 2020). 

En la actualidad, el mundo aún se encuentra enfrentado a la pandemia cuyo brote comenzó en diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, China. Esta pandemia afectó significativamente la forma de vida de la población mundial, obligando a los distintos países a implementar medidas restrictivas para mitigar la transmisión y el nivel de contagio de la Covid-19. Ante esta crisis sanitaria sin precedentes, la educación de todos los niveles tuvo que reinventarse para llevar a cabo las clases en aulas virtuales, situación que ha afectado directamente a maestros y profesores. Todos se han visto en la necesidad u obligación de utilizar las TIC para ejercer la enseñanza, así como a implementar metodologías que mitigaran los daños causados ​​por la interrupción de la docencia, en un intento de velar por el progreso de las actividades académicas de los estudiantes. En ese sentido, utilizando la experiencia en la Educación a Distancia, muchas instituciones lograron sustituir rápidamente la enseñanza presencial por la enseñanza en línea, lo que se denominó en varios países enseñanza remota de emergencia.

Kidd y Murray (2020) señalan que antes de la pandemia ya existían estudios que trataban sobre el aprendizaje a distancia y en tiempo real, con el objetivo de discutir la innovación de los procesos educativos a través de las tecnologías digitales, debido a que el principal reto que genera cualquier innovación con tecnología en la educación es cambiar los paradigmas de aquellos docentes que se resisten a salir de su zona de confort. Por tanto, es necesario avanzar hacia la incorporación de un nuevo entendimiento para el uso de estas nuevas tecnologías, porque el uso de estos recursos requiere del docente habilidades diferentes a las tradicionales. Además, las escuelas y los docentes necesitan adaptarse y migrar en este nuevo mundo. Sin embargo, no será posible que el docente dé este paso sin una adecuada gestión pública para la implementación de tecnologías en las que la formación continua juega un papel fundamental.

La pandemia potenció el uso e integración de las tecnologías  digitales en los procesos de enseñanza y aprendizaje, lo que convirtió a los dispositivos móviles en una de las herramientas importantes para asistir a las clases a distancia, siendo, en muchos casos, el principal canal de acceso de los estudiantes para realizar actividades académicas (Romero-Rodríguez et al., 2020). Pero además, trajo consigo circunstancias excepcionales a la enseñanza que obligan a cuestionar las metodologías de enseñanza que se utilizaron. De ahí que se afirme que: […] “toda pedagogía que involucre tecnologías de educación a distancia debe explorar sus  diferentes potencialidades, es decir, contexto, movilidad, informalidad y apropiación de la herramienta por parte del estudiante”. Y se señala que la enseñanza en línea también tiene desventajas, porque por sí misma ignora la individualidad y la diversidad de la educación. Por un lado el docente da su clase y por el otro hay miles de estudiantes aprendiendo. El número de alumnos hace el proceso de enseñanza y aprendizaje sin interacciones, lo que puede generar un menor efecto positivo en el aprendizaje en comparación con la presencial. 

Algunos autores consideran que la pandemia brindó un análisis en tiempo real de la incorporación y uso de las TIC en la educación. Aunque ante la velocidad del cambio, muchos docentes no pudieron seguir o no se sintieron cómodos trabajando con estas tecnologías, sobre todo en ese momento en que tenían que llevar el aula a la casa, los desafíos fueron numerosos. Aunque una parte de los docentes reconocía que  los recursos provenientes de las tecnologías digitales presentaban una amplia gama de herramientas y programas que les ayudaban en el proceso de aprendizaje, haciendo la clase más interesante y motivadora para los estudiantes. El docente con formación comprende que el uso de estos recursos puede ser un buen material de apoyo a su práctica docente. Pero la escuela necesita llevar a cabo el movimiento de formación para la implementación de las innovaciones tecnológicas como señala Perrenoud (2000) al afirmar que “la escuela no puede ignorar lo que está pasando en el mundo”, pues la tarea de los educadores es acompañar los cambios en la vida cotidiana y propiciar las condiciones para la mejora de la calidad del proceso de aprendizaje de los alumnos.

Desde hace décadas, los estudiantes se consideran el centro del proceso educativo. Por esta razón, los docentes deben formarse para avanzar en el mismo sentido que lo hace la sociedad actual, donde las TIC juegan un papel central y, por tanto, deben estar presentes en las aulas (Fernández Fernández, 2020). En este sentido, las TIC pueden jugar un papel muy importante en las grandes líneas en las que se enmarcará el sistema educativo de cualquier país y los docentes pueden jugar un papel fundamental, siempre que se les ofrezcan las condiciones y los medios para moverse con soltura en el uso psicopedagógico y didáctico de las herramientas que conforman las TIC. De manera que tanto los docentes de nuevo acceso, como los experimentados deben adaptarse a los cambios que se producen en la sociedad, pues como  apunta (Marcelo, 2002, citado por López Rubio, 2019): […]  “una ciudadanía activa no puede construirse con sistemas educativos obsoletos en cuanto a su organización y estructura tanto  didáctica como curricular”.

En la sociedad actual, los niños y jóvenes asumen con normalidad la presencia de las Tic; conviven con ellas y las adoptan sin dificultad en el uso cotidiano. Es necesario que los docentes conozcan y manejen las TIC, sobre todo en la situación actual. De modo que aquellos que no cuenten con las competencias TIC tengan la posibilidad de adquirirlas y los que las poseen puedan reforzarlas. Swig (2015) plantea que las TIC no han sido suficientemente priorizadas en Latinoamérica, señalando que existe una subutilización en las aulas.

Actualmente el uso de las Tic constituye un objeto de preocupación, debate y reflexión para muchos autores. Pero dicha preocupación aún no se ha traducido en un intento sistemático y organizado de realizar actividades pertinentes en favor de un uso adecuado de las tecnologías. De modo que uno de los retos más importantes de los profesionales de la educación debe centrarse, sin lugar a dudas, en el estudio de la relación que los alumnos establecen con las TIC. Por eso, es necesario conocer y comprender en profundidad cómo las utilizan, para qué y con qué frecuencia lo hacen, así como la importancia que tienen en su vida cotidiana. También es interesante conocer cómo estás tecnologías mediatizan sus relaciones interpersonales con sus pares y adultos, recomienda (Fernández Fernández, 2020).

El 13 de septiembre de 2019, en su discurso en el acto inaugural del Politécnico ITLA, EL MINISTRO DE EDUCACIÓN AFIRMA PROGRAMA REPÚBLICA DIGITAL BUSCA REDUCIR BRECHA DIGITAL Y BRINDAR MEJOR SERVICIO A LA CIUDADANÍA. “Peña Mirabal explicó que con el Programa República Digital Educación se procura desarrollar y fortalecer las competencias digitales de los docentes, los equipos de gestión de los centros educativos, la población estudiantil y sus familias”. […]  “Con este programa se persigue entre otras cosas mejorar la práctica docente, la gestión de los centros y la calidad de los aprendizajes, garantizando el acceso universal y gratuito a la Tecnología de la Información y la Comunicación para reducir la brecha digital y del conocimiento”. […]  “Cerrar brechas y abandonar prácticas excluyentes ha sido una constante que hemos aplicado para ofrecer mayores y mejores oportunidades en la educación, fortaleciendo el uso de herramientas tecnológicas, en el desarrollo del currículo y en la formación continua de los docentes para garantizar aprendizajes de calidad”.

El 16 de agosto de 2020 asumió como Presidente Constitucional de la República Dominicana el Licdo. Luis Abinader Corona, designando en el Ministerio de Educación al Dr. Roberto Fulcar Encarnación, recientemente sustituido por el Dr. Ángel Enrique Hernández Castillo. En tal circunstancia hay que esperar que el país sea informado de la realidad de las Tic en la educación pública dominicana.