En dos entregas se abordará este tema, con el propósito de presentar algunas ideas relevantes que contribuyan a la difusión de conocimientos de esta importante área de estudio, tanto para docentes como para estudiantes de la carrera de Educación.
William Frederick Pinar es un educador estadounidense, reconocido como el teórico contemporáneo más importante del área de curriculum, tanto en el medio anglosajón como en el plano internacional y uno de los representantes de la corriente reconceptualista. Afirma que en la literatura sobre formación de maestros, se le ha dado poca atención a la importancia que tiene la teoría curricular como elemento constitutivo de un maestro integral, conocedor de su contexto y con incidencia social.
Por su parte, Frida Díaz Barriga en una Reseña presentada en el XIII Congreso Nacional de Investigación Educativa, realizado por el Consejo Mexicano de Investigación Educativa, el 18 de noviembre de 2015, expresa que en el Estudio sobre el estado de conocimiento de la investigación curricular en México 2002-2012, la teorización en torno a los estudios curriculares ocupa un menor espacio en términos de volumen en la producción curricular, pero no en trascendencia y revela que el 61.4% de las publicaciones analizadas se concentraron en las innovaciones educativas, a los proyectos curriculares, y solo 3.62% se enfocó en la teoría curricular, es decir, en su conceptualización, en la construcción teórica del currículo o en el debate en torno a la misma.
Según Herrán, A. de la (2012), citado por Toro Santacruz (2017), el término curriculum desde su definición no tiene el mismo origen histórico que como proceso educativo. No es lo mismo hablar del origen del término curriculum que de la génesis del curriculum como recurso pedagógico en cada período histórico y cultural, pues como dice Grundy (1987) el curriculum “no es un concepto sino una construcción cultural. Esto es, no se trata de un concepto abstracto que tenga algún tipo de existencia fuera y previamente a la experiencia humana, más bien es un modo de organizar una serie de prácticas educativas”. El término curriculum se ha modificado a lo largo de su evolución histórica hasta construirse en un campo de estudio “que ha generado múltiples definiciones que evidencian la diversidad de concepciones, teorías y enfoques que lo sustentan, transformación conceptual que intenta responder a las exigencias e innovaciones de la dinámica educativa. También permitió llegar al posicionamiento de un concepto que intenta responder a las exigencias de los escenarios que circunscriben a la educación del siglo XXI (Toro Santacruz, 2017).
En español, la palabra currículo (en plural currículos) se origina del latín curriculum, un sustantivo que significa carrera, curso, camino, que llevado al campo de la educación es asumido inicialmente como carrera o curso. Desde esta acepción etimológica el curriculum en el campo educativo es considerado como la trayectoria que realiza el estudiante en la escuela para lograr su formación, es decir, el recorrido que hace el aprendiz desde que inicia sus estudios en la educación inicial hasta la educación superior, o el nivel escolar que transcurra, adquiriendo una serie de aprendizajes (Toro Santacruz, 2017). En Inglaterra, y en los países anglo, el término curriculum adquirió la definición de conjunto de materias que se enseñan/aprenden en las escuelas; sin embargo, con el paso del tiempo, el término se convirtió en un concepto polisémico con una gran variedad de significados en razón a su época de adopción, país de uso y corriente epistemológica en el ámbito de las ciencias de la educación (Portela-Guarin et al., 2017). Es un término relativamente nuevo y ampliamente abordado por diferentes autores, encontrándose en la literatura variedad de posiciones respecto a los temas que trata (Gvirtz y Palamidessi, 1998, citado por Avendaño-Castro y Parada-Trujillo, 2013).
José Gimeno Sacristán (2013), expresa que a veces se tiene una sensación contradictoria al hablar del curriculum. Desde ese sentido afirma que el curriculum es algo obvio que está ahí, llámese como se quiera. Es lo que los alumnos estudian. Por otro lado, cuando se comienza a desvelar su origen, sus distintas implicaciones, los aspectos que condiciona y los que por él son condicionados, queda claro que en ese concepto se entrecruzan muchas dimensiones que plantean dilemas y situaciones ante las que se opta de una manera determinada.
Este autor considera que la teorización sobre el curriculum sirve de núcleo para integrar conocimientos y aportaciones de y en las Ciencias de la Educación. Y agrega, “estamos ante un campo intelectualmente atractivo y consideramos que su estudio es de gran importancia para el profesorado porque es un tema en el que de forma paradigmática se pueden apreciar las relaciones entre las orientaciones procedentes de la teoría y la realidad de la práctica, entre los modelos ideales de la institución educativa y la que será posible o real. Lo que resulte dependerá, en muy buena medida, de los y las docentes. El curriculum tiene un poder inclusivo que permite hacer de él un instrumento esencial para hablar, discutir y contrastar las visiones sobre lo que se cree es la realidad educativa, cómo darse cuenta de lo que es el presente, de cómo y qué valor tenía la escolaridad en el pasado e imaginarse el futuro, al contenerse en él lo que se pretende que aprenda el alumnado; en qué se desea que se convierta y mejore”. Asimismo, expresa que hoy en día, el concepto curriculum “posee múltiples acepciones que han variado e incorporan nuevos aspectos como valores, supuestos, teorías parciales, esquemas de racionalidad, creencias que condicionan la teorización”. Y Bernstein (1988) consideraba que el curriculum en términos prácticos lo conforma todo lo que ocupa el tiempo escolar. Mientras que Jonnaert y Ettayebi (2006) utilizan esta clara analogía: “Un curriculum es a un sistema educativo lo que una Constitución es a un país”.
En la literatura especializada se establece que el curriculum inició su historia antes de que lo hiciera el campo de investigación y estudio de la historia del curriculum. Su historia destaca porque se consolidó en una fase comparativamente muy tardía. La historia de la educación, por ejemplo, se puede identificar como campo académico establecido en las dos primeras décadas del siglo XIX. En cambio, con anterioridad a los últimos veinte años del siglo XX prácticamente no apareció ningún estudio sobre la historia del curriculum, afirma Hamilton (1989). Los dos campos tratan básicamente de cuestiones similares, la educación y el curriculum, pero hay entre ellos una brecha de más de 150 años (Daniel Tröhler, 2017).
Barry M. Franklin (1991) señala que no es fácil concretar un punto de partida exacto que marque el inicio de la historia del curriculum en los Estados Unidos. En cambio, Daniel Tröhler (2017), expresa que la historia del curriculum como campo académico se inicia en los Estados Unidos, y aunque el género historia de la educación se extendió a finales del siglo XIX de Alemania a Francia y después al mundo de habla inglesa, la historia del curriculum en particular y los estudios curriculares en general han seguido reducidos principalmente al mundo anglosajón, al menos hasta hoy. Además, indica que la historia y los estudios del curriculum no se internacionalizaron hasta hace pocos años. Mientras que Antonio Bolívar (2008), afirma que Daniel Tanner en una acertada sentencia establece que el curriculum tiene un largo pasado y, sin embargo, una corta historia porque como ámbito es relativamente reciente, algo del siglo XX.
Por su parte, Angulo Rasco (1994) indica que el “concepto de curriculum es, probablemente, uno de los más controvertidos de todos los que normalmente se encuentran en cualquier análisis disciplinar de la educación”. Mientras que para José Gimeno Sacristán (2013) “El curriculum es un concepto que dentro del discurso acerca de la educación denomina y demarca una realidad existente e importante en los sistemas educativos; un concepto que, si bien es cierto que no acoge bajo su paraguas a toda la realidad de la educación, sí que se ha convertido en uno de los núcleos de significación más densos y extensos para comprenderla en el contexto social, cultural, entender las diversas formas en las que se ha institucionalizado. No sólo es un concepto teórico, útil para explicar ese mundo abarcado, sino que se constituye en una herramienta de regulación de las prácticas pedagógicas”. De ahí que el curriculum “desde la posición del mediador es fundamental pues solo con él puede comprender el maestro su práctica pedagógica” (Ianfrancesco, 2003, citado por Avendaño-Castro y Parada-Trujillo,
Comprender al curriculum desde una única definición resulta relativamente fácil, sin embargo este posicionamiento no permitiría comprender la magnitud de su incidencia en los procesos educativos y se podría correr el riesgo de considerar un planteamiento reduccionista que no refleje su real transcendencia en sus diversos ámbitos de intervención. Este argumento permite confirmar la necesidad de que, partiendo del análisis de las diferentes definiciones del mismo, asumidas durante su evolución histórica y de los diversos e innumerables criterios que sustentan los teóricos curriculistas, se realice una conceptualización del mismo, lo que resulta complejo frente a la diversidad de teorías, modelos y concepciones curriculares que lo han de fundamentar y que evidencian contundentemente la característica de diversidad del término curriculum (Toro Santacruz, 2017). Según Malagón (2008) “la multiplicidad de definiciones se sustenta en que unos autores lo caracterizan como un plan de estudios, como una propuesta a priori, otros como los resultados, otros como las experiencias, lo que conduce a asegurar que el curriculum es un concepto muy complejo y por ende polisémico”.