Es encomiable que, sin ser internacionalista, el presidente Abinader haya hecho hasta ahora unos cuarenta viajes al exterior. Es admirable que, sin ser un erudito en temáticas lejanas, Abinader concurra a los consensos internacionales. Es asombroso que, posiblemente sin proponérselo, Abinader haya logrado que hayamos alcanzado un lugar casi cimero en la escala de desarrollo de los países de América Latina… (Es increíble, sin embargo, que a Abinader no se le haya ocurrido invitar a venir o visitar a quien sea o pueda ser jefe del Estado haitiano, o de lo que queda de eso, para simplemente decirle: “¡Por favor, no jodan tanto con nosotros!”