A partir de una manifiesta preferencia de los Evangelios según San Mateo, San Marcos y San Lucas, el autor norteamericano Jay Haley (1923-2007) presenta un original y osado retrato  de Jesús como un líder táctico de poder.

El tema se desarrolla en el libro “Tácticas de poder de Jesucristo y otros ensayos”. Es el  segundo ensayo junto a otros cinco de  corte psicológico y psicoanalítico. No se ocupa del mensaje espiritual de Jesús ni de las ideas religiosas expresadas metafóricamente a través de su discurso y su vida. Solo enfatiza cómo organizó y dirigió a la gente.

Según el autor, basándose en los evangelios, Jesús estaba solo y era un desconocido cuando surgió a la vida pública. Lo hizo como profeta religioso. “Se enfrentó a la tarea de formar un movimiento y constituirse en el líder religioso de un pueblo que ya estaba ligado a una institución religiosa con todas sus reglas, cuyos líderes poseían las armas del poder estatal y operaban con un cuerpo de leyes obligatorias”. (Página 31).

Jesús contaba con muchos factores a su favor. Pese a estar solo, contaba con muchos factores a su favor. El pueblo estaba descontento. No solo reinaban la pobreza y la opresión, sino que los impuestos romanos generaban muchas penurias en el pueblo.

Jesús discutía las leyes religiosas, las leyes civiles y las costumbres que regían los aspectos centrales de la vida de todos. Así dice: “No penséis que he venido a abrogar la ley o los profetas, no he venido abrogarla, sino a consumarla… Si pues, alguno descuidase uno de sus preceptos menores y enseñase así a los hombre, será tenido por el menor en el reino de los cielos, pero el que la practicare y enseñare, ese será tenido por grandes en el reino de los cielos. (Mateo5:17-19).

Jesús se presenta como autoridad y propone importantes modificaciones y una revisión básica de la ley. Revisa la ley del adulterio y la ley del divorcio. Modifica también la ley de la venganza, los procedimientos de la caridad, el método de la oración y la manera de ayunar. Dando muestra con ello de ser un líder reformador.

Jesús inició su carrera política iligiendo seguidores dispuestos a unírsele. Todo indicaba que estaba enfocado en formar una organización. En esta etapa procuró elegir a un conjunto de doce hombres capaces de reclutar a otros. Como lo expresa Mateo, “Jesús vio a dos hermanos, Simón llamado Pedro y Andrés su hermano, echando una red al mar, pues, eran pescadores. Y les dijo: os haré pescadores de hombres. (Mat. 4: 18, 19.).

Posteriormente, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los envió delante de sí de dos en dos a toda ciudad donde Él había de venir (Lucas 10: 1). Las instrucciones que Jesús

dio a sus discípulos revelan la intención deliberada de conseguir adeptos entre los pobres.

Esto lo convirtió en el primer líder que presentó un programa para reclutar adeptos entre los desposeídos y los pobres, asegurándoles que merecían el poder más que ningún otro grupo social. La base táctica consistía en declarar que los pobres eran benditos, llegando a llamarlos sal de la tierra, la luz del mundo y declarando que los humildes heredarían la tierra. (Mt. 5: 3-12).

Jesús ofreció a los que sufrían la posibilidad de asumir su sufrimiento por una causa buena: “Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentiras digan contra vosotros todo género de mal por mí; alegráos y regocijáos porque grande será en el cielo vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros”. (Mt. 5: 11-12).

También ofreció hacerse cargo de todos los problemas de sus seguidores: “Venid a mi todos los que estéis fatigados y cansados que os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, yo soy manso y humilde corazón y hallaréis descanso para vuestras almas, pues mi yugo es blando y mi carga ligera”. (Mt. 11: 28-30).

Jesús, según Haley, inventó la táctica el “vencido”, utilizada por las bestias del campo. Cuando dos animales pelean y uno alcanza la posibilidad de matar al otro, el derrotado levanta pronto la cabeza y ofrece su cuello al adversario. El vencido controla así la conducta del vencedor, quedándose inmóvil y ofreciendo su frágil yugular. Esto explica el mandato: “Al que te hiere en tu mejilla ofrécele la otra” (Luc. 6: 29).

Sobre este particular, Haley considera que el hecho de que Jesús nunca entregó la otra mejilla, y sugiere que era una táctica más de su filosofía personal. Jesús no utilizaba con sus oponentes la resistencia pasiva, respondía con una pregunta o con un ataque. Es el caso de cuando volcó las mesas de los mercaderes tratantes de animales de sacrificio.

Haley considera que aunque se pueda sospechar que en los últimos días fallaron los planes de Jesús, hay que reconocer que estamos frente a presencia de un hombre que no falló en cumplir su misión de construir una organización que aún perdura. Su ejecución extendió su control más allá de la tumba e hizo que la humanidad se incline ante su yugo.

El autor termina diciendo que actualmente es imposible lograr un poder sobre las masas sin aplicar las tácticas de Jesús. En su análisis no lo despoja totalmente de su investidura divina. En repetidas ocasiones se le dificulta separar ambas dimensiones de Jesús.

Reconoce, sin embargo, que como dirigente de los hombres Jesús fue un táctico innovador extraordinario. “Y si hubiera un mausoleo que honrara a quienes dirigieron grandes luchas por el poder, el primer lugar pertenecería al Mesías de Galilea”.

El libro “Tácticas de poder de Jesucristo y otros ensayos” tiene mucho más que lo dicho aquí.

En el ensayo se hacen algunas afirmaciones que provocan asombro. ¡Vale la pena leerlo!