– Porque: “No hay peor analfabeto que aquel que sabe leer y no lee”

– Hay que inculcar en los alumnos el arte de aprender a pensar. (Nietzsche).

Las actitudes en los momentos críticos dicen todo sobre el carácter de una persona para reaccionar ante los eventos que se presentan, pero el pretender sostener una actitud ambigua, inclusive neutral con sus palabras y pensamientos en busca de aprovechar el momento político, no es más que una cobardía ya que tal postura busca no tener ningún tipo de conflicto con las partes involucradas.

En este momento, esto se aplicaría perfectamente a la postura de negociantes, empresarios o inversores, cual como se les quiera llamar, con relación a amenazante y siempre latente situación haitiana.

Es, en este punto, donde muchos se confunden con el racismo, xenofobia o anti-haitianismo, ya que, en realidad, este pueblo dominicano, no posee ninguna de estas cualidades con relación al vecino del Oeste. Más bien, podríamos decir que este es un pueblo nacionalista permisivo, que, desde siempre ha sido y tratado de ser mancillado por el pueblo haitiano y, la asertividad de esto, es que nunca hemos tratado de invadir ese país.

Más bien, podríamos decir que siquiera el pueblo haitiano es culpable de lo que siempre ha sido, es decir, un Estado fallido, porque nunca le dieron la oportunidad -por encima de su propia idiosincrasia-, de establecer una verdadera nación, prestándole la ayuda necesaria para hacerlo. Por el contrario, desde su declaración de Independencia, solo recibió el deprecio y castigo de quienes lo esclavizaban, ya que, una vez fuera del territorio, lo condenaron a pagar una deuda que se ha hecho eterna, hundiéndolo en una miseria que se ha prolongado en el tiempo, en tanto sus riquezas, pasaron al inventario de sus opresores. Primero el imperio francés y, después, el norteamericano, que les dio el tiro de gracia.

Es por eso por lo que hoy asistimos a ver el comportamiento salvaje, traumatizado por los tabúes y la violencia, de un Estado fallido, dominado por castas de blancos, mulatos y negros que nunca han podido consensuar sus muy diferentes intereses particulares. En tanto, nosotros, hemos sido dichosos por mano y obra de “alguien” que nos sostiene, a pesar de la indolencia cada vez más perversa e indolente de una casta política de negra conciencia, donde al parecer, como lo que escribió Don Federico Gratereaux; La religión, la historia, la filosofía, la historia, las humanidades, se han ido convirtiendo en “memes” culturales; eso nos mantiene “amemaos”.

Así estamos sobreviviendo, “amemaos” en medio de una amenaza que se ha mantenido latente desde la misma independencia, mientras a los políticos les da par de tres. Son incapaces de dejar a un lado sus intereses particulares y unirse al esfuerzo de quienes gobiernan para protegernos de todo lo malo que acarrea a situación imperante en el desgraciado país del Oeste.

Y, a pesar de todo el sacrificio que llega a cabo el pueblo dominicano para mitigar las desgracias de ese país, solo odios, malquerencias y actitudes soberbias es que recibimos por parte de ellos, de toda una red de lobistas y de algunos políticos explotadores de las pocas riquezas que aún tienen, que no cejan en sus esfuerzos por, en cada foro internacional, señalarnos como una nación racista y explotadora, tal y como lo han hecho y hacen determinadas grandes potencias, pero, que, a diario, las evidencias no sustentan esas tesis aberrantes.

Muchos de nuestros detractores obvian el hecho -exprofeso- de que las ligas de razas disímiles en creencias, costumbres y lenguas nunca han dado buen resultado. Miremos, sin importar sus argumentaciones, lo que ha ocurrido en el continente africano desde que pretendieron crear naciones, estableciendo una simple raya sobre un mapa. Nigeria y Biafra son un buen ejemplo y, en estos tiempos, lo que está ocurriendo en Suecia y una inmigración contraria totalmente a las costumbres que desde sus inicios caracterizaba a ese país. Lo mismo que nos ocurre a nosotros y los habitantes del oeste. La cosa es simple, pero, no lo quieren ver así. ¡Sí señor!