Pensando en que aquí los malos obtienen otra victoria, me pasó por el lado uno de mis nietos con un muñeco de “Batman”, el hombre murciélago. Entonces, recordé la descomunal derrota que el mítico superhéroe de “comic” sufrió en manos del villano Bane; durante el episodio “el caballero de la noche asciende” de la taquillera serie fílmica.

En ese episodio el ganador es el malo, no por su descomunal fuerza sino por su inteligencia: aprovechó que el superhéroe se encontrase en su peor forma física y luego pasó a desmoralizarlo: liberó a sus enemigos del manicomio-prisión donde estaban encerrados. El paladín de la baticueva desestimó a su enemigo, olvidándose de lo astuto que pueden ser los malvados.

Viene a cuento esa película y esa derrota, por las señales inequívocas que se perciben de que van ganando los malos en la justicia dominicana. (Con tantas guerras por el mundo, tanto Haití, tanto dengue, y tantas otras cosas que nos ocupan, dejamos a un lado lo que sucede en la lucha contra la impunidad. Imperdonable descuido, puesto que allí se lucha por un Estado de derecho.)

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Son señales deprimentes, descorazonadoras, sobre el proceso histórica que intenta imponer justicia; exigido por la ciudadanía, promovido por el presidente y ejecutada heroicamente por el Ministerio Público.

Demasiado secretos, exclusiones, ineficiencias y sabotajes. El sistema judicial cojea, nuestros funcionarios indiferentes, y los senadores y diputados buscando negocios. Y, lo peor, la ciudadanía desencantada retoma la desidia.

A la vista, está la retranca colocada en la Cámara de Cuentas: interceptaron, cuestionaron y acusaron a sus miembros. Lograron amedrentarlos y situarlos a la defensiva. Ahora las auditorias salen a cuentagotas. Las de gestiones presidenciales natimuertas.

Molesta constatar, que un grupo de abogados designados por el poder ejecutivo y pagados con dinero público, lleven aproximadamente dos años haciendo tratos y recibiendo dineros del pillaje de cuello blanco. Dinero de ladrones. Trabajan entre brumas que nadie se digna a despejar. ¿Cuánto, quienes, cómo, y en que justeza se cierran esas tratativas?

Fiscales, duchos en tropelías y prevaricaciones, plantados en sus cargos por administraciones anteriores, se saltan la tablita alegremente y siguen haciendo de las suyas.  ¿Se les tiene miedo, o cuentan con el poder soterrado de antiguos jefes?

Los jueces acomodan a narcotraficantes, corruptos y encartados. Dictan sospechosas sentencias bajo la mirada indiferente de la Suprema Corte de Justicia, en la actualidad dirigida por un militante político, que ni el gobierno, ni los partidos, ni la sociedad piden su remoción).

Poderes facticos, políticos vinculados a la corrupción, e intereses económicos, ablandan al ministerio público. Esos magistrados, que fueron y todavía siguen siendo superhéroes, reciben presiones desde fuera y desde adentro. Preocupa que puedan estar cediendo, pues excluyen, contemporizan y acomodan. O así parece…

No creo exagerar, ya que no pocas veces los buenos caen ante los malos. Cualquier criminal termina viviendo como un sultán y cualquier héroe como un pordiosero. El resultado es desmoralizador, facilita la derrota; Banes, el malvado que humilló a Batman, lo sabía muy bien.

Rematando y tumbando, presenciamos a los abogados defensores de grandes desfalcadores inyectar, en las venas del proceso judicial, un suero espeso y tedioso que terminará en el mismo aeropuerto donde aterrizaron los aviones Tucanos.

Y, apenas hace unos días, nos humillan nuevamente con Félix Bautista como candidato a senador por la provincia de San Juan de la Maguana. Un seguro ganador, regalo del intocable Leonel Fernández.

Si todo esto no es antesala de una derrota, una bofetada en la cara de las ilusiones de esta sociedad, ¿qué otra cosa podría serlo?   “Los caballeros de la noche” se regocijan ante la inminencia de su victoria contra la justicia. La astucia de los malos es eficaz. Pero no estamos aquí ni en una película ni en un “comic”: esto es una realidad decepcionante.