Nos encontramos en una encrucijada. Después de años de crecimiento económico constante, el país se enfrenta ahora a una desaceleración preocupante, no obstante de que algunos especialistas plantean que puede mejorar.
Esta situación ha hecho más evidente que nunca la necesidad de una reforma fiscal profunda, que permita mantener el ritmo de crecimiento y reducir la velocidad del endeudamiento.
Es esencial que sea justa y equitativa, corrigiendo las injusticias y los privilegios de nuestro actual sistema tributario regresivo.
Debe ser una reforma desarrollista que beneficie a la gente y a la producción.
No podemos permitirnos el lujo de una reforma que agudice la desigualdad, la pobreza, o que penalice la fuerza productiva. El sistema fiscal debe apoyar el desarrollo y la producción, fomentando un crecimiento económico inclusivo y sostenible.
Estos ideales, se enfrentan a desafíos significativos. Nos encontramos en un periodo electoral y lidiando con una cultura política de populismo y clientelismo. En este contexto, la implementación de una reforma de gran alcance puede parecer una misión imposible.
A pesar de estas dificultades, no podemos quedarnos de brazos cruzados. La desaceleración económica que hemos experimentado en los últimos seis meses es un llamado a la acción.
Nuestro crecimiento constante durante las últimas décadas está en juego.
No podemos permitirnos una caída como la que hemos experimentado recientemente. Estoy convencido de que la situación podría empeorar, si no tomamos medidas decisivas y proactivas.
Para superar estos desafíos, lo políticamente razonable sería buscar un amplio consenso político sobre la reforma, donde participen los principales partidos políticos, ya que su implementación sería más fácil, incluso en medio de las tensiones electorales. Pero esto es "Misión Imposible ".
No hay más camino de que el gobierno asuma con valentía la responsabilidad la tarea.
La transparencia y la comunicación efectiva son claves. Se debe explicar claramente por qué se necesita la reforma, cuáles serán sus beneficios y cómo afectará a los diferentes grupos de la población.
Aunque las perspectivas puedan parecer desalentadoras, no debemos perder la esperanza. Con un liderazgo valiente y decidido, y con el apoyo de la población, podemos impulsar cambios significativos.
Es posible lograr una reforma fiscal justa y equitativa que apoye el desarrollo sostenible de nuestro país.
El camino hacia adelante puede ser desafiante, pero la recompensa de lograr una economía más fuerte y justa para todos, amerita hacer el esfuerzo por prepararnos para sortear los vientos huracanados que se ven venir.