La lectura de la prensa de documentos sobre la vida cotidiana, expresadas actas notariales de contrato de compra y venta, de carteles, cartas postales, manifiestos, edictos, panfletos, propaganda murales o impresas e incluso las antiguas guías telefónicas, son fuentes de inestimable valor de la investigación para contextualizar momentos o períodos de una determinada sociedad. Hoy, las redes sociales son también medios para conocer no solo de singulares sociedades, sino del mundo. Leer algunos chats de tendencias políticas o de profesionales de nuestro país podría ayudar al mejor conocimiento sobre las actitudes y comportamiento de algunos de esos grupos y del nivel de sus debates. Sin ser exhaustivo, me limitaré a comentar algunos que me resultan curiosos.

No podría afirmar que tenemos mucha o poca cantidad y diversidad de chats, porque al respecto no tengo referencia de otros países. Pero, viendo los contenidos de algunos grupos e individuos que utilizan ese medio en otros lugares, y el nivel de los comentarios que se hacen sobre determinadas cuestiones planteadas, sí podría afirmar que muchos de los nuestros son llamativamente leves y/o laxos. La queja sobre la futilidad de los argumentos usados en las discusiones de parte de muchos de sus participantes es sistemática, como arduos son los esfuerzos de sus coordinadores para que los participantes se ciñan al objetivo para el cual fueron creados.

Pienso que es sana la diversidad de los participantes en un chat y si esa diversidad es de respeto al adversario ocasional, mucho mejor. Pero, llama la atención la insólita cohabitación de personas o grupos de posiciones políticas e ideológicas decididamente amantes de la libertad y respetuosa del derecho a la diversidad, con gente de inveterada tendencia hacia la intolerancia y que del adversario hace un enemigo. Me parece insólito que en chats de profesores universitarios sea tan notorio el activismo de algunos que son abiertamente defensores de las posiciones de esperpentos como Trump y de otros personajes que forman parte de la internacional del populismo ultranacionalista y xenófobo y que, en algunos casos, financian gobiernos de impronta totalitaria.

Podría aceptarse que, en un determinado chat de profesores universitarios, se expresen este tipo de individuos y grupos, pero que eso pase sin que se levanten voces y le planten cara me resulta inaceptable. Igual me resulta, que en algunos creados para debatir y difundir posiciones de izquierda participen sin más, grupos y/o personajes cuyos discursos ultranacionalistas coincide con la corriente del conservadurismo xenófobo que amenaza los pilares básicos de la democracia a nivel mundial. Esa curiosa cohabitación explicaría la borrosa identidad ideológica/política de algunos progres o izquierdistas no solo de aquí, sino de otros países, así como también algunas actitudes de estos frente a cuestiones claves relativas a derechos humanos y a la democracia.

También, posiblemente, estaría manifestando una cierta banalización de la actividad política que determina un activismo voluntarista sin claridad de propuestas y en la que une sólo una genérica condena al poder. Nada de propuesta de sociedad, solo una simple condena a lo que están. En los últimos tiempos, los magros resultados o fracasos de algunos movimientos de protestas que han sacudido determinados países tienden a producir ese tipo de actitudes y podría explicar la referida cohabitación y la inflexión del espíritu contestario y crítico de la academia. En tiempos pasados era impensable la existencia de profesores que, sin más, asumieran abiertamente las posiciones de esperpentos ultraderechistas chovinistas y el apoyo a potencias financiadoras de la internacional de ultranacionalistas y soberanistas.

Aclaro, esos profesores ultranacionalistas/trumpistas tienen derecho a tener sus posiciones y a la docencia, también los activistas ultranacionalistas/xenófobos  a su existencia en las redes sociales. Pero que lo hagan en chats de profesores universitarios y en los de gente que se precia de progres o izquierdista me parece contra natura, sobre todo porque si bien algunas veces al interior de esos medios se oyen voces que expresan sus desacuerdos a las posiciones ultraderechistas xenofóbico de algunos, estas no son consistentes en el combate a esas posiciones. Se forma así, una abigarrada y pasiva cohabitación de mansos y cimarrones, negadora de la historia las luchas por la democracia y contra los gobiernos autoritarios o dictatoriales de nuestro pueblo.

Hay varios chats de profesionales de una determina ciencia o de ciencias afines, así como otros temáticos, cuyos resultados son valiosos. Logran mantener buen nivel en las discusiones, con argumentaciones y propuestas que pueden ser importantes filones de investigación, otros de activistas sociopolíticos tienen pobres resultados por falta de sistematicidad y disciplina de sus miembros. Pienso que habrá muchos de carácter político, gremial, profesional, además de otros tantos simplemente de amigos que son importantes. Sería bueno que se hiciese un examen suficientemente extenso de estos medios para tener conocimiento el estado de situación de algunas redes y su eventual impacto en nuestra sociedad.

Por eso, creo importante tener presente que la laxitud política e ideológica frente al peligro de los extremismos suele ser costosa. La historia está llena de trágicos ejemplos.