Los habitantes de Santo Domingo (otrora propiedad de un tal Guzmán) gozamos de una gran admiración mundial. Porque soportamos que por nuestras calles y avenidas circulen los más grandes vehículos de carga; porque permitimos que se anulen los semáforos para dar paso a los altos funcionarios; porque en cualquier cruce de avenidas un tíguere te limpia al parabrisas sin avisarte; porque por calles y avenidas te encuentras de frente con enfermos mentales; porque nadie tiene que morir para conocer el infierno, sino ir a la Duarte con París; porque ya no tenemos peatones, sino motoristas…(Reflexión en un tapón de cinco kilómetros).