Imagínate observando una pintura donde aparece un anciano sentado en el centro de una habitación. El personaje se encuentra en actitud de meditación. Luego, observas que la obra responde al título de: Filósofo meditando. Confirmas que el cuadro trata el tema que pensaste al mirarlo por primera vez, la escena de un filósofo que reflexiona sobre el sentido de la vida.
Luego, buscas información sobre el cuadro y descubres que el mismo es de la autoría de un pintor neerlandés del siglo XVII llamado Rembrandt, aficionado a los temas bíblicos, y que la referida obra no aborda una temática secular, sino un tópico bíblico: Tobit esperando a su hijo Tobías.
Según el relato bíblico, un joven llamado Tobías busca curar de la ceguera a su padre, Tobit. Así que ahora te das cuenta de que el anciano que aparece en el cuadro es precisamente Tobit y que la escena pintada en el lienzo alude a la espera del padre por el hijo que pretende sanarlo.
Vuelves a mirar la pintura. La nueva información modifica tu percepción. El estado físico de mirar es el mismo, pero tu experiencia se ha modificado porque se ha enriquecido tu conocimiento previo del objeto de observación. La percepción de la obra está condicionada por lo que ves y por lo que sabes antes de ver.
Este y otros interesantes tópicos forman parte del libro del filósofo francés Michel Onfray: El cocodrilo de Aristóteles. Una historia de la filosofía a través de la pintura. Este título alude a una pintura del artista francés del siglo XVII, Jean Baptiste de Champaigne, Alejandro haciendo traer animales a Aristóteles, donde unos subalternos traen una serie de animales –entre ellos un cocodrilo- a la presencia del emperador Alejandro y del filósofo Aristóteles.
Sabemos que Aristóteles fue maestro de Alejandro, pero el modo en que están dispuestos los personajes en el espacio de la habitación, así como sus gestos, priorizan la figura de Alejandro y subordinan la del maestro sugiriéndonos que la empresa intelectual del segundo depende del poder y la magnanimidad del primero: la investigación subordinada al poder.
Y así, encontramos una variedad de temas pictóricos y filosóficos sugerentes a través de un recorrido por obras emblemáticas donde aparecen filósofos o escenas importantes de la historia del pensamiento occidental. Se trata de un lúcido recorrido que ejemplifica cómo las obras artísticas muestran una perspectiva del mundo y que la atención a determinadas unidades pictóricas aparentemente triviales reconfigura nuestra perspectiva de las cosas. Al final, como nos recuerda Onfray: “el diablo está en los detalles”.