I

Desesperados y tristes los ojos tocan sus propias formas

O inexisten en toda su imagen

Carne vacía del tacto:

Los ojos miran por detrás de los ojos

II

El rostro entra a la piel

Y mira su sombra que sangra en una fuente

El dolor desunido en mis manos

Y los ojos latiendo en el espejo

Rememoran su imagen contra el viento

(Para Armando Almánzar Botello)

III

Todavía eres mi sangre y te tiemblo

El ser el ojo de la tarde y el olvido

Pues ¿quién desde mí regresa

Si en una pócima de fuego tu nombre deletreo?

Cada uno define su retorno de sombras

Frente al cáliz de luz que es el tiempo

La edad gótica de los labios

Que derraman con dolor una gota de suicidio

En el Otro transfigurado

Por las solemnidades de mi pecho

IV

Tres velas alíanse a mis manos

Y mi boca tremula bajo un vaso de azufre

Cuando se afianzan las sombras de la percepción

Yo no sé si en ese vaso transmigran

Las solemnidades de la muerte

O la quietud del mar ahonda el recuerdo de mi madre

Hoy color jueves en todas partes

Como Nadie es lo misno en ninguna

V

En el fondo del reloj

Reposan los muertos

Que jamás vivieron

Aunque ahora regresan de la eternidad

VI

Sin convicción no hay principio ni final

Error que recordar cuando el otro

Nos lastima la existencia

Desde el residuo inmóvil de lo que aprendimos siempre

Y nunca olvidamos de memoria

Así lo dijo Buda

Ama al otro en su necesidad primordial

Mas no lo juzgues en su agonía

Reposa tus manos sobre él como el fruto apetecido

Por el Dios deseoso de solemnidad

Pues ¿qué culpa tiene el que nunca existió

Y sin embargo le duele la vida?

VII

De tres amanecidas un 33 en la tarde mi boca se azufra

Y todavía las cienmil palpitaciones

De la vida no aterrizan

Pues la cordura esa rosa esquizo del amor

Envenena mi Espíritu

Como el vértigo sostiene mis sentidos limado en el deseo