Todos los ciudadanos en pleno desarrollo de su vida tienen que usar dinero para sus operaciones privadas, comerciales y publica. El trueque murió hace muchos años, dando paso al dinero que tiene la facultad de ser aceptado por todas las culturas, como un objeto de intercambio más razonable y fácil de operar en un mundo cada vez mas complejo y global.
Nosotros tenemos muy poca formación financiera, y nuestros lideres no tienen la voluntad de proporcionarle al ciudadano común, las herramientas necesarias para una mejor comprensión y utilización de sus necesidades financieras, lo que hace mas vulnerables a las familias dominicanas ante los mercaderes y porque no, ante las operaciones del mercado.
En un mundo cada vez más interconectado y globalizado, la educación financiera se ha convertido en una herramienta esencial para el ciudadano moderno. La capacidad de gestionar correctamente las finanzas personales no solo afecta la calidad de vida individual, sino que también tiene un impacto significativo en la economía global. Sin embargo, a pesar de su importancia evidente, la educación financiera sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro sistema educativo y un área de conocimiento deficiente para una gran parte de la población.
El seguro es un producto financiero con una gran importancia en la garantía del ahorro y el desarrollo individual y colectivo, pero requiere del correcto conocimiento de la herramienta para poderla usar con las necesidades y en la calidad requerida. Sin embargo, no existen en la actualidad ninguna iniciativa orientada a la promoción de la cultura aseguradora, que no sean aquellas que se usan comercialmente.
El desconocimiento financiero de nuestra población es alarmantemente bajo. Una proporción considerable de adultos no entiende conceptos básicos como la inflación, los intereses simples y compuestos, las altas tasas mensuales de la usura callejera, la diversificación de inversiones etc. y esta falta de conocimiento llevar a decisiones financieras desastrosas, como endeudamiento excesivo, malas inversiones y falta de ahorro para cubrir eventualidades recurrentes en los hogares medios y pobres.
La educación financiera no solo beneficia al individuo, sino que también contribuye a la estabilidad económica de una nación. Los ciudadanos bien informados son menos propensos a caer en trampas de deuda y más propensos a invertir de manera prudente. Esto, a su vez, reduce la carga sobre los sistemas de seguridad social y disminuye el riesgo de crisis financieras.
Un ejemplo claro de la importancia de la educación financiera se vio durante la crisis financiera de 2008. Muchos ciudadanos, sin entender completamente los riesgos, se endeudaron en exceso mediante hipotecas subprime. La falta de comprensión de los productos financieros complejos y la irresponsabilidad de algunas instituciones financieras llevaron a una catástrofe económica que afectó a millones de personas en todo el mundo.