Y hablando de culturas, como lo hacíamos exponiendo sobre los países del Sahel y sus diferentes poblaciones, aprovechamos las circunstancias locales para abordar un poco nuestra situación particular, toda vez que entre la fecha y los acontecimientos sociopolíticos y económicos con y en la frontera, la frontera física, ah, y la frontera cultural, esta última que no vemos pero cuyo muro es más alto y fuerte que cualquier construcción física, alimentada por el desconocimiento, el prejuicio, los estereotipos y especialmente el desprecio a lo que no queremos reconocer que somos, descendientes de los esclavizados africanos, y junto a los que aún siguen esclavizándonos, hoy estaremos indagando un poco sobre la biología y la genética de esas fronteras infranqueables de lo que somos, pero tan humanas como nosotros mismos.

Para poner la tapa al pomo, como dicen, este jueves 12 de octubre rodea una fecha marcada de importantes simbolismos y significados. Por doquier se llevan a cabo conmemoraciones, de recordación para algunos, de celebración para otros. El 12 de octubre de 1492 no nos deja indiferentes a nadie luego de 531 años de colonización, de la llegada de los barbudos viracochas que en el Imperio Azteca creyeron que era el regreso del dios Quetzalcóatl que regresaba en aquellas enormes bestias, los caballos, que nuestros pobladores ancestrales nunca habían visto jamás. Tan equivocados estuvieron nuestros pobladores ancestrales, como confundidos estamos nosotros, hoy en día, que no atinamos a entender, diferenciar o definir lo que es la identidad cultural, lo que es y ha sido nuestra historia, y cómo es manipulada para que les sea digerible al colonizador y esclavizador el recuerdo del látigo con el que se castigó al esclavizado durante 200 años. Y se lo sigue castigando, aunque sea un castigo aceptado, asumido y normalizado.

En referencia a esta fecha, y a pesar de que se titulan los ejes temáticos de las conferencias por el 50 aniversario de la creación del Museo del Hombre Dominicano con los títulos de “Esclavitud, monteros y cimarronaje” y “Afrodescendencia dominicana”, salimos corriendo rapidito desde el año 1535 al 1880, para que nadie tenga que reconocer la verdad de la verdadera historia de esclavización, maltrato y vejámenes de las poblaciones descendientes de africanos esclavizados que jamás vinieron, sino que fueron traídos, que jamás se fueron, sino que se reprodujeron en los manieles peleando y defendiendo su derecho a ser libres del maltrato que recibían en este suelo que terminó definiendo su identidad, a partir de una historia que no se puede contar, pero lo peor de todo, se debe seguir escondiendo, maquillando, disfrazando, para no ofender al blanco colonizador, que no ha dejado de serlo, aunque no les guste que se lo digan. Y que, a fuerza de tanta represión, consiguió la sumisión como aceptación de su dominio.

Y es que en la base de todo está el desconocimiento, porque nunca ha sido importante, ni respondernos las dudas, ni esclarecer realmente las verdades científicas al alcance de la mano sobre lo tan natural que es el color negro u oscuro de la piel, o el rizado del cabello, no como muestra de fealdad, o atraso, sino más bien como adaptaciones biológicas que heredamos y cuyos principios debemos conocer para ayudar a desmontar los prejuicios y estereotipos que sostienen su rechazo.  Diversas investigaciones científicas en el área de la biología, la fisiología, la antropología física y evolutiva estudian cómo se desenvolvió la evolución de características del organismo humano para adaptarse de la manera más eficiente a las condiciones ambientales que le permitieran sobrevivir en el entorno natural en que se desarrollaba. Por eso es que hemos venido hablando de África, donde se desarrolló la vida del hombre desde sus inicios.

Según los estudios que se han realizado, las diferentes formas de pigmentación o coloración de la piel en los humanos, entiéndase, nosotros, son consecuencia de diferencias en la exposición a la radiación ultravioleta (UV) y sus efectos en el metabolismo humano. Los estudios realizados demuestran que las poblaciones humanas ubicadas cercanas a la línea ecuatorial requirieron mayor pigmentación, o contenido de melanina en la piel, para proteger su ADN y otras biomoléculas de los efectos dañinos que podría causarle la radiación solar, mientras que en latitudes de menor radiación solar (UV), la piel tiene un menor nivel de melanina, que facilitó la síntesis de vitamina D en poblaciones ubicadas hacia el norte de la línea ecuatorial.

¿Cómo y por qué ocurre este proceso? La melanina es un conjunto de pigmentos en los seres vivos, desde las bacterias, plantas, hongos y animales. Su función es la protección en contra de la radiación ultravioleta (UV) debido a su capacidad de absorción del espectro electromagnético, además de su facultad para disminuir la velocidad con que incide la radiación que proviene del sol y afecta el organismo.  Mediante un complejo proceso fisiológico, las distintas formas de los pigmentos de la piel y sus componentes bioquímicos interactúan entre melanosomas y melanocitos, para que nuestra piel esté protegida de la radiación UV y al mismo tiempo tenga la capacidad de producir la vitamina D que requiere con la ayuda de la misma radiación solar.  Las diferentes cantidades de melanina en las diferentes células epiteliales determinarán las diferentes tonalidades de color de la piel en cada grupo de población.

Figura 1. La melanina se sintetiza en los melanosomas, los cuales son transportados de los melanocitos hacia los queratinocitos, por medio de prolongaciones celulares. En los melanosomas se sintetizan las dos moléculas que conforman la melanina (eumelanina y la feomelanina). La relación entre ambas es determinada por la disponibilidad del aminoácido cisteína que interviene en la producción de feomelanina, así como de la expresión de enzimas (TRP-1, TRP-2) necesarias en la producción de la eumelanina (imagen modificada de Sturm et al., 1998).

Estas investigaciones y explicaciones son las más aceptadas en cuanto a lo relacionado con la pigmentación de la piel en las diferentes latitudes y la protección a la radiación solar de estos procesos fisiológicos explicados. Entender y conocer estos procesos nos ayudara a la comprensión del por qué de nuestra piel oscura, que no es un castigo de Dios, ni una maldición, sino que la maldición está en las creaciones subjetivas de rechazo a partir de las diferencias. Para mayor detalles y conocimiento sobre estos procesos y las explicaciones de la información pueden consultar https://www.revista.unam.mx/2021v22n6/la_pigmentacion_en_la_piel_humana_como_adaptacion_al_ambiente/, https://sruk.org.uk/es/el-color-de-la-piel-un-ejemplo-de-adaptacion-al-medio-ambiente/, https://www.biointeractive.org/sites/default/files/SkinColor-EducatorGuide-Spanish-film.pdf.

Otra forma de adaptación del humano al entorno natural y en defensa de la supervivencia en las condiciones climáticas en que se ha encontrado, lo es el cabello rizado, aunque no lo creas o no lo parezca. Inclusive se estudia el tamaño del cerebro relacionado con la distribución del vello corporal en los primates y homínidos primitivos, y cómo estas características de la textura del cabello pudo favorecer la regulación de la temperatura y el mantenimiento de los niveles de humedad necesarios para la estabilidad del organismo, https://www.elconfidencial.com/cultura/2023-08-14/pelo-rizado-antepasados-evolucion_3713523/, https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2023/06/por-que-tener-el-pelo-rizado-fue-una-ventaja-evolutiva.

Distribución del color de la piel humana en el mundo. (Fuente: Chaplin G., Geographic Distribution of Environmental Factors Influencing Human Skin Coloration. American Journal of Physical Anthropology, 125:292-302, 2004; map updated in 2007)

Además de las explicaciones que nos dan la biología y la antropología evolutiva en materia de conocimiento sobre nuestras características físicas que constituyen social y culturalmente un problema por servir de base a las diferentes formas de racismo que tenemos en nuestro país, completamente infundadas en el desconocimiento de estos simples procesos biológicos. Por ejemplo, el tema del lavaíto, que no quiere reconocerse mulato, que es la forma de decir híbrido, o mezclado, como la mula, que es un híbrido, mezcla entre el burro y el caballo, uf, ¡cosa tan grave!, sino que es “casi blanco”. La ciencia biológica de la genética nos ayuda a entender. Recordaremos al monje austriaco aquel, Gregor Mendel, encerrado en un monasterio donde hizo sus experimentos con guisantes para analizar la forma en que se transmitían de una generación a otra las características hereditarias. Mediante esos experimentos, el considerado Padre de la Genética, estableció lo que es el genotipo, como las características hereditarias que se transmiten de un organismo a otro en su siguiente generación. Así también estableció el fenotipo, que es la forma en que estas características se manifiestan, como el lavaíto, el oscurito, el moreno, el blanquito. En el color de la piel, es dominante el oscuro, frente al recesivo claro, de manera que el dominante se mostrara más fácil que el recesivo, que queda escondido para una siguiente generación. El color de la piel, una sencilla adaptación biológica a la supervivencia de los seres vivos, convertida en todo un conflicto por razones que seguramente ni ellos mismos entienden, más que no sea la ambición por el ejercicio de la dominación.

Y ya ven, cómo es que hay que recalcar y recalcar, insistir y siempre dar en lo mismo, las deficiencias en la  cantidad y calidad de la educación, que redundan en problemas sociales tan graves como la situación que hemos visto en los últimos días, la forma despiadada en que se ha utilizado el racismo, el desconocimiento de la historia, la falta de una educación integral y de calidad para enardecer y manipular  un pueblo frente a otro en una situación donde se juegan varios cartones, pero que se esconde el más importante, quién, o quiénes, y qué está detrás de la discusión sobre el uso y aprovechamiento de los recursos hídricos y geológicos de la isla, de NUESTRA ISLA, lo cual no puede ni debe utilizar ningún subterfugio para justificar ni dar rienda suelta para que la barbarie se enseñoree sobre las poblaciones más vulnerables.

Más arriba hacía mención a los prejuicios y estereotipos, porque sirven de instrumento de manipulación de nuestras formas de pensar y actuar al respecto de esta compleja problemática de nuestra identidad racial y cultural mezclada y trastocada por tan dolorosos procesos de represión y enajenación. Esto debe terminar. Debemos buscar la vía de escape, la forma de liberarnos, para que no se nos siga manipulando, poniéndonos en situación de inestabilidad, mientras otros se sirven con la cuchara grande. Sí, debemos educar, pero seguimos cada quien resolviendo lo suyo, y lo de su entorno inmediato, sin tomar en cuenta hasta donde y hasta cuando nos puede durar. Y especialmente, quienes salen gananciosos y quienes más perjudicados.