Sevilla y España constituyen una fascinante mezcla cultural que está plagada de una historia con episodios donde se ha derramado mucha sangre, han ocurrido terribles actos de extrema crueldad y abuso.  Por un lado, está la “Reconquista” de la península, plagada de las tragedias propias de las guerras, como antes ocurrió cuando la conquista de los musulmanes que formaron el reinado de Al-Ándalus.

Por otro lado, Sevilla prosperó durante el siglo XV por el tráfico de esclavos africanos y nativos del continente recién descubierto, así como todo lo que trajo consigo la “Conquista”, cuya historia es bien conocida en la República Dominicana y que dejó como saldo el exterminio de los indígenas, y la primera declaración de derechos humanos, con el Sermón de Adviento de Fray Antón de Montesinos.  Tales negocios crearon una riqueza abundante para Sevilla y sus habitantes.

Sevilla cuenta en su pasado con los judíos sefarditas, quienes habitaron la ciudad, aunque permanecieron marginados de la misma, hasta llegar al exceso de pretender exterminarlos primero y después expulsarlos.

En los alrededores del alcázar se encuentran las estrechas calles y viviendas de la antigua medina almohade, que luego se convirtió en judería a partir de la Reconquista.    Se nota al recorrer las calles del Barrio Santa Cruz (antigua judería) que no pega el sol sevillano, y por tanto protege a los caminantes de “la caló” (personaje ya presentado a los lectores en entrega anterior).

No hay sinagogas, en primer lugar, porque no les fue permitido construirlas y en segundo lugar, puesto que las mezquitas adaptadas a la fe judía fueron transformadas en templos católicos después de la expulsión de 1492.

Sevilla: calle de la judería. Foto propia.

Fue triste constatar que apenas quedan vestigios palpables de la presencia judía en Sevilla.  Recorrí algunas calles del Barrio Santa Cruz, uno de los que antes era parte de la judería, y no percibí ninguna muestra identificable de la presencia judía en la ciudad.  Es muy distinta de la judería de Toledo por ejemplo, en donde sí quedan los vestigios arquitectónicos y tangibles de la presencia judía en la ciudad.

Sevilla: calle del barrio Santa Cruz. Fuente: https://all.accor.com/es/espana/magazine/one-hour-one-day-one-week/paseo-juderia-sevilla-5ff86.shtml

Los historiadores de la ciudad refieren la llegada de los judíos a la península Ibérica, en la época de la invasión romana en Jerusalén y la destrucción del Templo, que llevó a un gran éxodo de judíos por el Mediterráneo.  Los judíos llamaron a la provincia romana Hispania, Sefarad (de ahí el apelativo de “sefarditas”). (https://cvc.cervantes.es/artes/sefarad/sefardita/llegada.htm)

Cuando ocurre la Reconquista de la península ibérica por los reyes cristianos, se propició la migración de los judíos con Sevilla, en el año 1248, en época de Fernando III, quienes fueron protegidos de la corona; tanto que hasta recibieron prebendas e los inmuebles en torno a la alcazaba, que se convertiría en el Alcázar Real de la ciudad, para repoblar la ciudad desalojada de los moros.

Los moros habían escapado en su mayoría hacia el norte de áfrica, y los que quedaron (moriscos) fueron desalojados a los extremos de la ciudad, en los barrios llamados “morerías”.

A los nuevos habitantes de las casas en la antigua medina, no se les permitió construir sinagogas, sin embargo, el rey Alfonso X les concedió adecuar a la fe judía cuatro mezquitas, que después se convertirían en iglesias católicas.

Es importante aclarar que no vivían mezclados los judíos, los cristianos y los moriscos.  La judería se encontraba rodeada de un muro con puertas que cerraban a la hora decretada para una especie de toque de queda, después de la cual no podía haber judíos en zona cristiana, ni viceversa en la ciudad de Sevilla.

No obstante, la tolerancia conveniente de los judíos duraría poco, pues las crónicas históricas citan que el primero el 15 de marzo del 1391 tuvo lugar un ataque a la judería por los cristianos de Sevilla, que fue sofocada sólo temporalmente, pues se repetiría el 6 de junio 1391, dando lugar a lo que se conoce en la actualidad como el “progromo” de Sevilla (aunque ese término es muy posterior y de origen ruso), una inenarrable masacre contra los judíos de Sevilla, que según se dice fue azuzada por el arcediano de Ecija Ferran Martínez.

Este trágico hecho contagió a toda España, causando progromos en todas las juderías, lo que causó el nuevo éxodo de los judíos sefarditas fuera de España hacia el centro de Europa, de manera que cuando llegó el Edicto Real de Granada del año 1492 eran muy pocos los que quedaban en la península ibérica.

En su afán para mostrar a Roma su filiación irrestricta a la fe católica Isabel de Castilla solicitó al papa la creación del Tribunal de la Inquisición, puesto a cargo de la orden de los dominicos, la misma de Montesinos.  Las ruinas de la sede del mismo, se encuentra en Triana, al pie del Puente de Triana, conocido ahora como Castillo de San Jorge, que alberga un museo alegórico.

El Edicto de Granada estipulaba la expulsión de los judíos, excepto aquellos que se convirtieran a la fe católica.  Algunos judíos, especialmente los más allegados a la corte real se convirtieron para poder permanecer en España.  Torquemada al frente de la Inquisición pronto se desataría en todo el reino las persecuciones y juicios contra supuestos los falsos cristianos, es decir judíos conversos que supuestamente permanecían fieles a su fe, en secreto.

España se reconoce en la actualidad, causante del cruel e injusto trato a los sefarditas hace siglos.  Está propiciando el retorno de los mismos, mediante el dictado de legislación migratoria que favorece dicho retorno.

En la próxima entrega les comentaré sobre el barrio de Triana, los gitanos y el flamenco.