Señor Luis Rodolfo Abinader Corona

Presidente de la República Dominicana

SE Embajador John Graham

Dr. Eduardo Fernández. Ex Embajador dominicano en Canadá y ex Gobernador del Banco Central

Sr. Fausto Rosario Adames

Distinguida y admirada hermana Sor Leonor Gibb, también condecorada en el día de hoy.

Hermanas Joan Eillen Tinkess y María Noreen Tiner

Hermanas y hermanos.

Graduandos junto a las hermanas Joan Tinkess, de izquierda a derecha, y Ana Nolan. (Foto cortesía de José Ramón Frías).

Hemos sido convocados aquí para institucionalizar un acto de justicia y gratitud reclamado por la historia. La honra se derrama y unge a todos(as) los que ardorosamente trabajaron para hacerlo posible, empezando por Eunice Lluberes, SE Embajador John Grahan, SE Embajador Virgilio Alcántara; Lic. Renso Herrera; Lic. Fausto Rosario Adames; Los(las) Ex alumnos(as); Carlos Guzmán y, por supuesto, el señor presidente de la República Luis R. Abinader Corona.

Enumerar en orden cronológico una historia de vida, es como leer un mapa. Apenas sirve para ubicar un lugar, un recorrido. La biografía de un ser humano es su obra. Es la historia condensada de todo lo que ha hecho y construido; su vida y su legado; goces y dolores, credo y acción; rutina y trascendencia, en fin, su vida misma.

Hoy nos toca hablar de Joan Eileen Tinkess y Mary Noreen Tiner

Dos vidas distintas, con orígenes religiosos comunes, que llegado un momento descubren una comunidad de convicciones y voluntades; una determinación de ahondar el humanismo manifiesto, el compromiso a fondo, y las conducen a una magna obra cuyo influjo las ha traído hasta esta condecoración, para bien de su historia y orgullo de nuestra patria.

Desde la adolescencia, estas hermanas fueron tentadas por el afán de la misión.

Un enorme desprendimiento: la renuncia a la perspectiva de una rutilante profesión para canjearla por la asunción del mundo solidario.

Un desafío para enfrentar una geografía inédita; rumbos desconocidos; el distanciamiento de la familia, de la cultura creada; de la socialización.

JOAN EILEEN TINKESS

Joan Eileen Tinkess nació en el mes de diciembre de 1933.

Hizo votos religiosos y se ordenó de monja en el año 1954.

Desde sus primeros días de consagración ya quería ser misionera.

Un 9 de septiembre, de 1958, con el nombre adoptado de Sor Juana de Arco, en su congregación religiosa de Las hermanas Grises de la Inmaculada Concepción, de Pembroke, Ontario, Canadá, llegó a Yamasá.

Inmediatamente, y con su precario español, se integró como maestra de educación primaria en dos tandas de clases.

El Convento donde vivía era una hermosa y espaciosa construcción. Acogedora, confortable y segura.

Muy distante de la casa modesta que hubiera imaginado Joan Tinkess, pero a las dificultades con el agua y la energía eléctrica, los mosquitos y calor, se agregaba el clima político sofocante.

Era una síntesis de contrastes espirituales. Llegó en plena dictadura.WhatsApp-Image-2023-07-11-at-7.44.14-PM-546x728

Pavor y espanto sentiría a pocos días de iniciado su cometido; procesión de un silencio plural, grave y temeroso ante el hallazgo de un joven profesor asesinado y tirado frente a su escuela.

Loando a Héctor Trujillo le había llamado negro, firmando así, en el acto, su sentencia de muerte.

En 1962, como un mandato de la Congregación, formó el Liceo secundario San Martín de Porres: su primera gran obra. El Liceo inició como privado, y a falta de recursos, ella impartió todas las materias del primer año. Cada año iba integrando un nuevo profesor o profesora. En 1966 el Liceo ya era público.

Para ella era un desafío, un deber. Para nosotros, y para el pueblo, un surco presentido, una semilla de esperanza. Una ancha avenida, augurio de un futuro distinto.

Durante casi diez años dirigió aquella institución, de cual salieron cientos de futuros

profesionales con altas cualificaciones técnicas y significativos valores, de los cuales esta presencia de ex alumnos(as) es una ínfima muestra.

Ninguna palabra podría nombrar con exactitud la significación y la importancia del surgimiento del Liceo San Martín de Porres, al menos para un(a) Yamasense. Y cualquier homenaje o reconocimiento, a la hermana Joan, por ese pueblo, resultaría pequeño ante la magnitud de aquella obra, donde inició a cincelarse el destino de varias generaciones al amparo y tutela de la pionera de la Educación Secundaria en Yamasá.

Joan Tinkes, junto a las hermanas misioneras de Yamasá, fue voluntaria en un hospital de la Capital durante la guerra de abril de 1965; fue testigo sufriente de toda la intolerancia de post guerra, incluyendo el asesinato del sacerdote Arturo Mackinnon, en junio 1965, en Monte Plata.

Sufrió por las persecuciones, asesinatos y desapariciones de los jóvenes luchadores; acontecimientos que influyeron de forma definitiva en sus permanentes meditaciones y en sus decisiones futuras.

Después de profundas reflexiones y decidida a poner a prueba los votos de pobreza asumidos en su consagración; acicateada por las reflexiones y recomendaciones del Concilio Vaticano Segundo, pasando por duros momentos de cavilaciones, dolores morales, ruptura consigo misma y su pasado, declinó su condición de monja y se decidió por poner en marcha, junto a María Tiner, la continuidad de su misión educadora y de transformación social ya no desde las aulas, sino a través de la formación extracurricular para mujeres campesinas pobres.

Viviendo en casas de tablas; durmiendo vigiladas por los ratones; defecando en letrinas; compartiendo reflexiones diariamente en los distintos campos de Cutupú; ayudando a curar las deformaciones congénitas de niños(as) campesinos(as) fueron modelando una orientación nueva, desprendida e íntimamente ligada a la dimensión de sus anhelos espirituales.

Y aprendieron que una fe que postula una esperanza trascendente sostenida solo en sí misma, es una fe intrascendente.

Durante otros diez años se entregaron por entero a su obra; despertaron las conciencias dormidas. Y las mujeres campesinas de Cutupú encontraron sus propias voces y con estas a sí mismas.

Desarrollaron la organización autogestionaria y un sistema de préstamos solidarios que perdura hasta hoy.

MARY NOREEN TINER

Mary Noreen Tiner nació el 20 de enero de 1935 en Montreal Canadá

En 1953 entró en la Congregación de las Hermanas Grises de la Inmaculada Concepción de Pembroke, Ontario, Canadá.

Ya consagrada, en 1968 fue asignada a la misión de la Congregación en la República Dominicana llegando a Yamasá el 7 de enero del 1969, para trabajar en el Colegio Fray Pedro de Córdoba, pasando al Liceo San Martín de Porres en ese mismo año.

Estimulada por las hondas y comprometedoras decisiones del Concilio Vaticano II, que mandaban a una reorientación evangelizadora a favor de la opción preferencial por los pobres, decidió renunciar a los votos conventuales e integrarse a una forma de vida más austera y más cercana a sus nuevas convicciones.

En 1970 salió de la congregación. En 1971 volvió a la República Dominicana y junto a Joan Tinkess desarrollaron un nuevo proyecto con mujeres campesinas de Cutupú, provincia de la Vega.

Durante 10 años asistieron a las mujeres campesinas; desarrollaron un plan continuo de educación para las mismas y con las mismas; forjaron junto a las mujeres un sistema de ahorros y préstamos que existe hasta ahora.

Prepararon las condiciones para que las mujeres pudieran dirigirse por sí mismas. A su salida, en 1980, estas mujeres ya autogestionarias, en reconocimiento y gratitud, formaron una Federación legal, incorporada, con el nombre de Federación Campesina Juana y María: Fecajuma, que aún continúa.f4fea1ee-16c3-4122-a23d-002a28f986db-728x521

En 1981, María entró en la Universidad Católica en Ottawa para estudiar Derecho canónico. Pasó más treinta años trabajando en el tribunal matrimonial hasta que se jubiló en el año 2013.

¿QUE Y QUIENES NOS TRAJO HASTA AQUI?

Parecería casi una dudosa hipérbole decir que, de alguna manera, en este acontecimiento el azar es también un protagonista.

A mediados de la década de los 90, Joan Tinkess escribió sus recuerdos en un libro fundamental titulado: Desafío y Esperanza. Ese libro, y la magistral traducción posterior realizada por el Ing. José Ramón Frías, a quien corresponden las palabras de agradecimiento, desempolvaron y removieron las aspas del tiempo; despertaron el impulso dormido; llamaron a saldar una porción pequeña de una deuda impagable.

Toda la admiración reservada se puso en marcha; avivó la energía; desplegó sus impulsos; desató la acción. Hasta ese momento Joan Tinkess y María Tiner eran variados archipiélagos de gratitud gravitando en el universo de sus admiradores, islotes aposentados en la corriente de nuestras venas, persistiendo en el silencio de nuestras ofrendas espirituales.

Pero nosotros sabíamos que el recuerdo oral, por sí mismo, no funda una memoria. Sus ex alumnos(as) lo publicamos en español, lo pusimos en circulación en santo Domingo; en Yamasá; en Cutupú; lo proyectamos.

Al conocer entonces la hazaña de Cutupú, en otro importante libro de autoría compartida con Mary Tiner: "Ni un paso atrás", y evaluar la obra completa de las hermanas, nuestra admiración se ensanchó, crecieron las razones para hacerlas visibles.

Corresponde a Eunice Lluberes el mérito de su vehemencia por redimensionar estas memorias. Fausto Rosario Adames, Virgilio Alcántara y Renso Herrera, allanaron con ella el camino. Luego vinieron los testimonios, las diligencias, el diálogo con el Señor presidente, su receptividad, el trabajo de Carlos Guzmán, las cien tareas del comité de homenaje…

Comprendimos que era imperativo dejar sobre las páginas de la historia la rúbrica del agradecimiento nacional a la obra insigne creada por estas dos mujeres ejemplares.

Emprendimos las tareas que nos han traído hasta aquí movidos por el espíritu de justicia y la fuerza de la gratitud. Esa fuerza que gravita en los justos como deuda moral contraída que debemos saldar con la divisa de la emulación, con la reciprocidad desinteresada, con la evocación permanente.

Porque los profesionales cobijados bajo el manto de sus enseñanzas hubieran tenido por futuro una nebulosa incertidumbre. Porque las mujeres de Cutupú no habrían recuperado sus voces ni abierto paso a un futuro de esperanza y progreso económico sin el concurso invaluable de esta obra magna.

Y las protagonistas: estas dos mujeres únicas, empinadas sobre la niela del olvido; reiniciaron el camino de su renacimiento, de su actualidad, y aquí están, cuando ya habían decidido no volver a viajar ni siquiera a ésta, su otra patria, coronando con lauros nacionales el fecundo recorrido de sus vidas, colmadas de satisfacción, plenitud y santidad. Están aquí, pisando el pórtico de la gloria terrestre y presagiando la entrada a la inmortalidad.WhatsApp-Image-2023-07-11-at-7.44.13-PM-546x728

Nosotros los hijos y amigos de Yamasá, junto a estas mujeres transformadas y transformadoras de Cutupu, no podemos entregar un blasón contentivo de una condecoración con la orden de lo inmortal en el grado de lo sublime, pero estas hermanas saben que nuestro amor, nuestro respeto y nuestra gratitud no cabe en ningún lienzo o pergamino.

Son partes inherentes a nuestro espíritu, a nuestra historia, a nuestra fe; porción intangible de nuestro ser; inseparables a nuestras vidas y a la vida de nuestros descendientes, también beneficiarios de sus trascendentes recorridos. Nosotros somos también Juana y María.

Me permito terminar con una cita de Joan Tinkess:

¨ Tal vez parezca extraño que todavía yo sienta nostalgia, no por el lugar donde nací, sino por un lugar donde renací porque fui amada, alimentada y formada como adulta y esto me cambio para siempre. Escribir mis recuerdos les dio un lugar, su propio lugar único en mi larga vida pertenezco a esos lugares y ellos me pertenecen."

Muchas gracias