No silenciarás a Salman Rushdie. Él engendró

nuestra literatura migrante, nacida después

del imperio, de la guerra mundial. Es nuestro

hermano con pluma, defensor de la libertad

y la búsqueda de la razón por la cual construimos

muros y cómo podemos derribarlos. Es nuestro campeón

contra las fuerzas del no debes. Es un querido amigo

y rezamos para que se recupere completamente

de las heridas que ha sufrido hoy por la mano

de un aspirante a asesinarlo, buscando cortar

la fuente de nuestro suministro de agua,

de alimento para la mente, nuestro

derecho de hablar contra la tiranía,

en su cara, hasta el último aliento.