René Pérez Joglar, conocido por su nombre artístico de Residente, es la persona que acaba de hacerme entender que todavía no somos indiferentes frente a la muerte y que la esperanza ante la realidad dramática de nuestro mundo actual sigue existiendo…
Desde hace varios meses asistimos, casi en directo, a la destrucción implacable de la Franja de Gaza y al asesinato de miles de sus habitantes por parte del ejército israelí, en medio del silencio cómplice de quienes mandan en nuestro planeta, a pesar de las masivas manifestaciones ciudadanas de repudio que periódicamente tienen lugar en ciudades de los cinco continentes.
Este cantante urbano de éxito, natural de Puerto Rico, tiene una mirada triste debido a situaciones vitales y personales; dejó de cantarle al amor y su mirada, que busca la identidad, se detiene en su propio dolor. Con un pensamiento circular casi obsesivo en cosas irrelevantes durante mucho tiempo, a raíz del trágico fallecimiento de amigos muy cercanos su música cambió y asumió la conciencia de la mortalidad humana y de su propia mortalidad. Sus dudas, su desconsuelo, los sentimientos de pena y la incapacidad para disfrutar y la falta de sentido de las cosas hacen que este cantante tenga una mirada diferente hacia el mundo. Y describe cómo siente ese vacío que es característico en la depresión, que le canta y la canta sin lograr comprender lo que le sucede. Es el sentimiento de soledad profunda e incomprensión que padecen todos los depresivos.
Esta condición le otorga una sensibilidad especial, observa cosas invisibles para otras personas y, además, le importa el sufrimiento ajeno y las desigualdades sociales; en su crisis emocional y personal refiere que ya no se siente parte de nada. Es como una especie de lucidez atemporal que, además, desvela la falta de sentido y la banalidad de los cantantes urbanos actuales.
En la entrevista que ha concedido este fin de semana al diario español El País, Residente expresa abiertamente su decepción ante el silencio frente a la tragedia de Gaza en la última gala de los premios Grammy Latinos, celebrada en noviembre en Sevilla: “Nadie hizo una sola mención a Palestina. (…) Es tan grave que deberíamos hasta parar de tocar. ¿Qué nos queda de humanidad?”. Y criticó la “indiferencia” de muchos músicos. “Como dice la canción de León Gieco, yo solo le pido a Dios que la guerra nunca me sea indiferente”.
Hoy, en esa Franja de Gaza devastada por el ejército israelí, las personas muertas son ya más de veintesiete mil. Escuchemos, al menos, a León Gieco y a Residente…