Desde que Nicolás de Ovando trazó en el 1502 las cuadrículas de la ciudad de Santo Domingo ha llovido mucho. Hoy día el desarrollo urbano lo gobierna la Ley No.176-07 sobre los municipios, la cual manda la creación de una Oficina de Planeamiento Urbano en cada uno de ellos. Esa normativa deberá cumplirse a cabalidad en el Distrito Municipal Verón-Punta Cana, el más grande y populoso de los 235 distritos municipales. Al ser este el principal polo turístico del país y estar “arrabalizado”, su desarrollo urbano deberá comenzar por el ordenamiento territorial.
Afortunadamente, y después de muchos años en que el desarrollo urbano del polo no era normado ni supervisado por una autoridad competente, se acaba de anunciar el comienzo del Plan de Ordenamiento Territorial del Distrito Municipal. Según el viceministro del Mepyd, “Verón Punta Cana es un territorio que ha tenido un crecimiento muy acelerado y es necesario empezar a poner orden en esta localidad de la provincia La Altagracia. Ordenar el territorio es ordenar la riqueza que este tiene y evitar que la gente construya donde quiera y como quiera. Por lo tanto, desde aquí se va a desprender una normativa que es vinculante para todos los sectores, sean privados o públicos.” ¡Enhorabuena!
El acontecimiento es de gran trascendencia porque el polo se había desarrollado sin la aplicación de controles efectivos. (Por eso en parte se justifica la queja de los empresarios de la zona de que el Estado no ha planificado ni contribuido con su desarrollo.) Es justo destacar que la presencia del Estado se hacía sentir en la aplicación de la normativa del MITUR sobre la densidad de construcción y la altura de los edificios. También merece destacarse que en el 1994 la Asociación de Hoteles y Proyectos Turísticos del Este (AHPTE) patrocinó un plan de desarrollo –elaborado por quien escribe— que estableció parámetros y sirvió de guía a muchos proyectos de inversión. Pero en el resto del desarrollo urbano no se respetaron ni las prescripciones de ese plan ni las que produjo posteriormente el Arq. Cristóbal Valdez. Ningún plan ha sido oficializado hasta la fecha. El resultado ha sido que actualmente el desarrollo en la comarca es un verdadero pandemonio.
Conviene entonces reproducir aquí la visión del 2020 de Albasud, “una asociación catalana especializada en investigación y comunicación para el desarrollo fundada en Barcelona en 2002.” “El resultado de estos procesos demográficos y de urbanización vinculados al turismo fue la construcción de una ciudad desigual, polarizada y segregada donde, junto a espacios elitistas, hoy en día existen territorios altamente empobrecidos. En estas ciudades social y urbanísticamente fragmentadas prevalece la exclusión como una forma de organización social y espacial. Así, se construyen espacios de pobreza con formas urbanas de complejidad variable, casi siempre basadas en la informalidad (González-Pérez et al., 2016).”
“A pesar de ello, las autoridades políticas y la comunidad empresarial turística, al menos en el caso dominicano, son conscientes de la segregación y la arrabalización, así como de los problemas que causan, pero no existe un plan de ordenamiento territorial y tampoco el Ministerio de Turismo (MITUR) se ha pronunciado al respecto. Esta es una visión altamente idealizada que supone la existencia de una realidad geográfica que opera como un conjunto de piezas desconectadas, como si el éxito económico de los centros turísticos emergentes no tuviera nada que ver con la situación laboral de la población que trabaja allí y que reside en los asentamientos informales (González-Pérez et al., 2016).”
“Este es el caso del Distrito Municipal Turístico Verón-Punta Cana, que cuenta con zonas altamente arrabalizadas donde los habitantes viven en condiciones muy precarias: las calles están en muy mal estado y sin asfaltar, no disponen de servicio de recogida de basura y tienen que usar vertederos improvisados, no cuentan con ningún acueducto ni alcantarillado, y tampoco pueden satisfacer sus necesidades básicas en infraestructuras acondicionadas. Además, la ausencia de un hospital (el más cercano está a una hora y media) y el hecho de no poder pagarse los servicios en una clínica, aumenta aún más las enfermedades y la mortalidad. Otro de los problemas a los que se enfrenta la población de Verón-Punta Cana es la contaminación del agua, ya que un 80% de los pozos están contaminados por bacterias fecales.” De ahí que un reportaje del periódico El Caribe concluyó: “En Verón se vive entre la opulencia turística y la miseria.”
Esa triste realidad amenaza con destronar el destino turístico como el principal del Caribe. Solo hay que revisar la planificación urbana de nuestro principal competidor del Caribe –Quintana Roo de México—para percatarse del atraso que presentamos en materia de desarrollo urbano. De ahí que ahora que se comienza a trabajar en el Plan de Ordenamiento debe también comenzarse, a medida que avanzan esos trabajos, a elaborar un Plan de Desarrollo Urbano (PDU) para el Distrito Municipal.
Para ello se requiere que se fortalezca significativamente su Departamento de Planeamiento Urbano (OPU) y que este no dependa del municipio de Higüey. (De hecho, es tiempo de que, teniendo ya unos 150,000 habitantes, el Distrito Municipal se segregue de Higüey y se constituya en un municipio independiente, para lo cual será necesario una acción del Congreso Nacional.) Esa oficina deberá iniciar sus trabajos estableciendo normativas prioritarias, tal y como sería la altura de los edificios en el frente de playa y más adentro. No debe olvidarse que esa normativa fue objeto de una encendida controversia entre los propietarios de hoteles y algunos desarrolladores privados. Una segunda prioridad sería la de objetar aquellos proyectos de construcción en curso que no se ajusten a los lineamientos preliminares del Plan de Ordenamiento.
La OPU debe involucrarse en la elaboración del PDU. Pero este a su vez deberá involucrar además al MITUR, la Liga Municipal y la AHPTE. Con el galopante desarrollo de todo el Distrito Municipal es dable visualizar un conglomerado urbano que de seguro será uno de los más importantes del país, teniendo tres aeropuertos que le sirvan, hasta 10 millones llegadas de turistas para el 2030 y una planta hotelera que sobrepasará las 100,000 habitaciones (sin contar con las de las plataformas de alquiler). Es probable que para el 2040 ya la población del actual Distrito Municipal llegue a un millón de habitantes. De ahí que el desafío del PDU requiera de alta profesionalidad y voluntad política para poder mantener la competitividad del destino turístico.
Esa grandiosa, pero realista visión de desarrollo municipal requerirá, por supuesto, de una gran inversión pública. Para aquilatar la cuantía de los recursos necesarios basta con tomar en cuenta que el Presupuesto General del Estado 2023 contempla una partida de US$200 millones para la Construcción del “Alcantarillado Sanitario Bávaro–Punta Cana Región Este” y de US$616 millones para el “Acueducto Múltiple Región Este”. Estos recursos están supuestos a requerir de un préstamo con la banca internacional y tal vez por eso no se han comenzado las obras correspondientes. Es muy probable que se requerirá de concebir de otras fuentes para lograr los recursos no solo para esas obras sino también para financiar todas las que contemple el PDU.
En vista de que el Pacto Fiscal que tendrá que imponer el gobierno en su próxima gestión elimine los incentivos fiscales para el sector turístico, una alternativa podría ser un compromiso de que los impuestos que se recojan durante cinco años a partir de esa fecha sean usados para financiar el PDU del Distrito Municipal. Esa fórmula funcionó para el Boulevard de Bávaro y podría funcionar bien para enfrentar los retos del PDU. El recurso complementario sería los impuestos municipales que tendrá que crear el Consejo de Regidores del Distrito Municipal.