UNA BREVE NOTA DE AGRADECIMIENTO, Y TESTIMONIO PARA LA [H]ISTORIA, DE CÓMO SURGIÓ «REPÚBLICA FÉMINA», AL MINISTERIO DE LA MUJER DE LA REPÚBLICA DOMINICANA, en la persona de la Honorable señora, Dra. Mayra Jiménez, Ministra de la Mujer y con afecto a la Dra. Yildalina Tatem Brache.

Desde adolescente, he sido una seguidora de Simone de Beauvoir. Me he apasionado con ella y estremecido al leer sus obras. El concepto para crear este portal digital en Instagram, parte de una frase de Beauvoir contenida en su libro «Les Mandarins» (1954): «¿Cómo ser una mujer en un mundo manejado con las llaves del poder en las manos de los hombres?».

Pues resulta, además, que mi amiga y mentora, la escritora Hilma Contreras (1910-2006), estudió Arqueología (dos años) con el medievalista Henri Focillon, en París, y regresó a Santo Domingo en 1932. Sin embargo, hubo algo personal, imprescindible para su travesía trasatlántica, que no podía dejar cuando zarpó desde Barcelona abordo del vapor Cádiz: su cámara Kodak Post Vest.

Hilma Contreras. Fotografía de su Carnet de inscripción en el Instituto Arqueológico de París,1930

Me encontré en las colecciones de sus archivos fotográficos —concernientes a su vida y al legado que dispuso que me fuera entregado después de su fallecimiento en una maleta antiquísima que aún conservo como una reliquia—, con una nota que decía escuetamente «para Ylonka», una fotografía de un «caballero» con una llave en su mano derecha captada por el ojo avizor de Hilma Contreras, consignando detrás lo siguiente: Casa de García Jiménez. Los Bejucos. 31 de marzo, 1935.

Mientras yo daba forma y colocaba la «piedra angular» de República Fémina, junto a mi apreciada y estimada discípula (afectiva de pensamiento, acción y emprendimiento) Elvira Lora, —que estaría como Jefa de Redacción del proyecto (además, co-fundadora, impulsora decidida de la plataforma, aportando de manera honorífica su trabajo, talento y dedicación, a la vez, de ser mecenas) por su indiscutible, ponderada, larga experiencia y trayectoria en el periodismo y en la cátedra universitaria—, esta última pidió a uno de sus estudiantes de la Escuela de Comunicación de PUCMM —en aquel entonces— Julio Pérez, que fuera el creador de la línea gráfica que representaría la plataforma historiográfica de «Ellas», «Las Otras» y «Nosotras». Para ese entonces, yo no conocía a quien sería nuestro diseñador estrella, fijo y asesor en materia de contenido y estética visual.

¡Oh, sorpresa del cosmos! Julio, sea por causa divina, por alineación de los planetas, por momentum universal, por el llamado de las propias feministas de vanguardia dominicanas que nos antecedieron o por mera casualidad, en vez de dar forma gráfica con los patrones y cánones que ha utilizado el feminismo para representarse visualmente —el puño con el símbolo femenino y/o el color púrpura, lila o tonos anaranjados, entre otros— decidió diseñar algo que se le ocurrió de la nada (por el simple hecho de hacer algo diferente y que no fuera «más de lo mismo»): una mano femenil de color blanco sosteniendo, con su pulgar e índice, una llave amarillenta de silueta antigua —como la que mencioné en los primeros párrafos— apuntando hacia arriba y dentro de un círculo rojizo.

El caballero desconocido con la llave ©Hilma Contreras. Casa de García Jiménez. Los Bejucos. 31 de marzo, 1935.

Elvira, en su labor de curar la que sería la concreción visual de República Fémina, me renvía la propuesta, en forma de bosquejo, bien informal, desde el WhatsApp de Julio hacia el mío. Imagínense la emoción que sentí con ese hallazgo, cual retrotrajo, en cuestión de segundos, todos lo acontecido con Hilma y lo compartido de Beauvoir. Automáticamente tomé con mi pequeño celular —el primero que tuve, un Samsung de 12 x 6 cms, obsequio de mi entrañable amigo, el consagrado diplomático y abogado Alexis Colón—, una fotografía a mi memorable colección de llaves que atesoro, que he ido heredando de tías, de sus antiguas casas, y la remití a Elvira Lora para que notara la gran coincidencia del trabajo que hizo su estudiante, quien dio en el clavo con lo que debía ser visualmente REPÚBLICA FÉMINA.

Elvira procedió a llamar a Julio para darle a conocer la magnífica coincidencia que había logrado al crear esta maravillosa identidad visual. Julio, «el muñeco», «millonario», «gringolandia» como cariñosamente le digo y como autor del icono/marca, asumió, interiorizó, interpretó, hizo —sin saberlo— que la frase de Simone de Beauvoir adoptara vida visualmente y ahí está. Ahora la llave, sujeta a la voluntad, está tomada por los dedos femeniles de una mano: la nuestra, las de las mujeres del mundo, para abrir las puertas del poder a las mujeres de manera global.

Pensé entonces y me dije a mí misma: «las mujeres de la República no queremos igualdad formal en la libertad, sino libertad política real a través de las diferencias, participando en la formación de la voluntad de la colectividad».

Isotipo de República Fémina © Julio Pérez, 2018.

Luego, redacté el porqué, la razón de ser de REPÚBLICA FÉMINA, indicando que:

REPÚBLICA FÉMINA es una plataforma digital que surge para narrar la genealogía de las mujeres y evidenciar que la diferenciación sexual y todas las formas de discriminación hacia las féminas y el género humano, en su dimensión existencial, es la verdadera lucha milenaria del poder patriarcal por perpetuar la violencia en los «saberes».

Procuré, además, que se adoptara —en la plataforma— las comillas españolas («») que tanto me atraen, desde que leí la obra Madame Bovary de Gustave Flaubert, y que ya había empezado a usar en mis artículos investigativos, publicados desde el 2018 en el medio digital Acento, que dirige Fausto Rosario Adames.

Además, al percibir que el imaginario cultural, en torno y de las féminas, empezaba a tener, en el siglo XXI, un lenguaje de «saberes» virtual a través de las redes sociales (RRSS), creímos pertinente —en medio de la incipiente cuarta ola del feminismo— hacer una cuenta de Instagram para reconstruir nuestras memorias desde el «affidamento», concepto del cual soy pionera en asumirlo en la República Dominicana (de las que agradezco a las propulsoras del feminismo de la diferencia, a las teóricas italianas, que desde fines de los 90s he seguido, en especial a la filósofa Luisa Muraro, y a las mujeres de la Librería Delle Donne (Librería de Milán).

Pasado el tiempo, mientras pensaba y re-pensaba a REPÚBLICA FÉMINA como la «República de las mujeres de la República» o una Nación de, para y las mujeres, e insistía con Elvira Lora en que debía llevar la palabra «república» y «fémina» de «femme», «condition féminine», recordamos que el 2022 iba a ser el centenario de la Revista Fémina que había creado Petronila Angélica Gómez, la maestra normal fundadora de esa «AGENCIA» (término que empecé a usar en mis trabajos a partir del 2002, cuando asumí la Presidencia y la Dirección del XIII Congreso Anual de la Asociación Internacional de Literatura y Crítica Hispánica, celebrado aquí en Santo Domingo). En fin, REPÚBLICA FÉMINA surgió para los fines, medios y propósitos que he narrado y, es, por extensión, un homenaje a la memoria de las sufragistas de vanguardia y de Petronila Angélica Gómez.

Ahora, en marzo, cuando estamos a punto de llegar a la bienaventuranza de la luz, alegría y renacer de vida que trae la estación de la primavera a la naturaleza (y me asombra la ejemplar dignidad y el significado humanista de una alta decisión institucional del Ministerio de la Mujer de la República Dominicana, adoptada este pasado 8 de marzo), re-leí a una poeta muy desconocida en nuestro ámbito literario llamada Ida Gramcko, porque fue de ella que aprendí, de su poema «Metáfora», la clave del «escorzo introspectivo»  —que es lo que hago ahora al contar cómo surgió REPÚBLICA FÉMINA y algo más: lo que es el «silencio ontológico»— como dice, en un artículo sobre ella, Luis Alberto Crespo, es decir, cómo se construye (en torno a una misma) la simbología existencial y el «nombrar», ya que nombrar es, reiteradamente, darle un significado particular al encuentro con lo temporal, una connotación a la palabra, como si se abrazara —la palabra— a mi «YO» semi-proyectivo, que es y seguirá siendo lírico, en conexión con la naturaleza femenina o de lo-femenino.

Pasado el tiempo, me doy cuenta que hay algo que las mujeres no podemos eclipsar y es el «misterio», el misterio del porqué ocurren cosas que no comprendemos; ese misterio sigiloso de la «metáfora del silencio» que es mi categoría ontológica predilecta, quizás, como arrojo sigiloso entre el presente y el pasado, para nombrar a la desmemoria, a la desmemoria en torno al signo mujer, ya que es Simone de Beauvoir a quien debo mi aprendizaje en y del feminismo, y el conocimiento del misterio al poemario  «Mascarilla y Trébol» (1938) —que es mi libro de cabecera— de Alfonsina Storni y, de Ida Gramcko, su colección de poemas «Casi silencio».

Storni y Gramcko tuvieron, conocieron y se reencontraron con el «misterioso símbolo del “caracol”», al cual se refirió Mariano Picón Salas (1901-1963) cuando escribió el prólogo a «Poemas»  (1947-1952) de Ida, que es el símbolo que he asumido: ser un caracol, silencioso, en silencio, desde el cual dejo que las cosas ocurran y se coloquen, por medio de los misterios de la Naturaleza, en el lugar que les corresponde cuando el FLUIR, el dejar fluir, hace su parte desde la soledad, la paciencia, sin ímpetu alguno…

Gracias al Ministerio de la Mujer por honrarme con ser la albacea y custodia de la Medalla al Mérito de la Mujer (Póstuma) a Petronila Angélica Gómez (1883-1971), otorgada por el Poder Ejecutivo, en Conmemoración del Día Internacional de la Mujer de 2022, nominada por el portal digital REPÚBLICA FÉMINA, gestiones encaminadas por la Dra. Elvira Margarita Lora Peña y una legión de féminas firmantes.

Una última nota también para la (h)istoria

Petronila falleció sola, en la soledad más espantosa: la del alma, la del olvido y la invidencia. Quedó ciega, entre sombras, sin visión y sin perspectiva de recuperar la visión, dormida sin tener un encuentro con el antes o el después de su vida, lejos de las escenografías del mundo de la vanidad, en las afueras de la ciudad, sin testigos que pudieran escuchar sus llantos o rumiar, sin palabras de consolación al cerrar sus ojos y viajar al Infinito.

Hizo su vuelo hacia la Eternidad sin hacer ningún tipo de «ruidos», ya que los apostolados auténticos/humanistas se hacen sin «ruidos», se hacen desde el amor-devoción, desde la mística auténtica, abrazando las conexiones y las subjetividades sensoriales cuando se comprende que mantener los ideales es el compromiso sagrado/unión con los demás. Los ideales es lo que se reconoce; las acciones son su contenido; y la intencionalidad/intención es lo que trae las paradojas para el destino y lo temporal.

Petronila Angélica Gómez

De ahí, que las existencias o posturas existenciales ambiguas no trascienden. Trasciende la génesis del pensamiento, la sustancia como atributo del ser; por esto, las vidas no son medibles por lo mucho que se haga, sino por lo que se haga desde un solo ángulo: la entrega sin esperar recompensa alguna, ya que el ser humano puede sufrir de estados anímicos alterados e inesperados, o, de metamorfosis que le polarizan los sentidos; por eso hay quienes recurren a ser cisnes, cines «de sus adentros y de sus afueras» o rosas de fuego o copos de nieve.

Todo depende de la posición ética que se asuma ante las circunstancias cuando, a veces, se cree que el Orden Divino sólo duerme, y no vigila nuestras acciones. Esa es la realidad escrutadora del tiempo; del tiempo que no se sume en los egos personales, sino que ordena «El libro del tiempo», porque obedece a la nada, a la voz activa del polvo cósmico hecho una sentencia milenaria desde el origen mismo de la vida.

Petronila Angélica Gómez fue —como esencia— lo que se pude definir como un espíritu visionario plasmador de sus ideales. La clave certera de su existencia fue saber cómo cristalizar sus sueños y anhelos, lo que llamaría —de mi parte— la sublimación de la energía. Como me identifico con ella, sólo deseo encontrar o hallar a la Luz, pos existir a partir y desde el amor.