Los arcaicos son grupos que poblaron las islas del Caribe en fecha muy temprana. Posiblemente llegaron a establecerse en el archipiélago en oleadas migratorias, una que salió de Suramérica y la otra de Centroamérica. Se usa este nombre para designar, a los pobladores que se caracterizaron por el uso de lítica, ausencia de cerámica y la presencia de concha. Esta designación es una teorización que realizan los arqueólogos y antropólogos para identificar a grupos humanos que vivían del subsistema marino, en zonas de manglares e incursionaban al territorio para obtener semillas y frutos, además de realizar cacería de pequeños animales con material lítico. En la actualidad, se propone una nueva interpretación de que podrían no ser acerámicos.
Durante un diálogo académico con estudiantes universitarios de antropología, analizamos el tema de las dataciones arqueológicas y del rigor científico sobre las primeras olas de población humana del Caribe Insular. A raíz de esa discusión reflexionamos la relevancia de los 7,200 años de antigüedad del sitio Banwari Trace (5200 a.c.) en Trinidad y Tobago, el que por décadas evidenció la más reputada, establecida y antigua evidencia humana, junto a otros sitios, como Levisa 1 (3290 a.c.) con sus cerca de 5,290 años de antigüedad, en Cuba.
Como profesora universitaria, he reflexionado ampliamente sobre la relevancia de educar sobre la sustanciada comprensión de la ciencia, así como de sus vinculantes preceptos éticos y epistémicos. A mi humildemente es importante destacar que lo que implicar el mal uso de términos, las actitudes cerradas y deterministas de grupos que no comprenden que el conocimiento científico requiere de formación disciplinar y de asumir una ética protocolar para dar responder a los problemas de investigación. El hedonismo es propio de una época que desecha los valores, el esfuerzo, el mérito y la tradición académica.
En el marco de la epistemología se buscar dar respuesta al conocimiento de una ciencia para poder escindir y separar las distintas opiniones y hechos substanciados que conforman un modelo de conocimiento.
Volver a los estudios del Caribe Antiguo es una fascinación extraordinaria para mí, a la luz del descubrimiento realizado en Curazao por la Universidad de Frase y la Fundación Nacional de Gestión de la Memoria Antropológica de Curazao. Estamos hablando de los primeros pobladores que llegaron al archipiélago. Fueron fechados por radiocarbono colectado en el sitio de Saliña Sint Marie y Banwari Trace. En los cuales se utilizaron una espectrometría de masas aceleradas. Estos dos descubrimientos permiten comprender como las islas pequeñas tuvieron importancia para el establecimiento de los arcaicos en las Antillas.
Por igual, los datos sobre Saliña Sint Marie amplían el rango de conocimiento sobre estos humanos que poblaron el Caribe insular. Este yacimiento es el que realmente le quita la primicia a Banwari Trace. Este último hasta el año pasado era considerado el sitio más antiguo documentado en la región caribeña.
Los resultados de los datos cronológicos son reforzados por en otros contextos del Caribe por la nueva herramienta de secuenciación genética de ADN Antiguo por instituciones como Max Planck y la Universidad de Roma, la Sapienza. Esta novedad nos pone en la pasarela de la moda. En campo arqueológico, la comunidad científica de la región legitima la rigurosidad metodológica, con la que se han realizado estas investigaciones. Los aportes de los análisis de isotopos comparados de carbono, con otros tipos de análisis que dan soporte, como el análisis de isotopos inestables de estroncio dan fuerza a la validez de los fechados, y a la investigación holísticas en su conjunto.
Los arcaicos están siendo estudiados por la arqueología caribeña desde hace más de medio siglo, por diversos arqueólogos de la talla de: Rouse, Alaine, Keegan, Davis, Febles, Koslowki, Chanlatte, Veloz Maggiolo, Gus Pantel, González, Tabio, Sanoja y Vargas, Ricardo Alegría, Rodríguez, y Benoit Berard, entre otros.
Los estudios regionales han sido amplios y con buena información metodológica que permiten evaluar el esfuerzo de estas investigaciones. Las cuales se afianzan en las evidencias que aportan los datos arrojados por los estudios del isotopos de carbono, los datos de ADN, dendroconología, la palinología, entre otros.
El trabajo científico requiere unas series de pasos previos para poder validar las informaciones que vamos encontrando. Ya que se corre el peligro de estar dando respuestas que no son correctas. Por esos tenemos métodos diversos con los que nos aproximamos, a los datos. La verdad en ciencia es complicada, por los miles de escollos que hay que atravesar para avalar un dato o material arqueológico. Este es un desafío para la arqueología y la ciencia en general. Intentamos mejorar la data recurriendo, a los estudios localizados en otros territorios, datos históricos comparados, indicadores climáticos, análisis pedológicos y geológico. Además de estudio malacológicos, lítico, arqueofauna y arqueobotánica, porque pueden permitir analizar la información en un marco amplio. Lo que encontramos siempre supone un fortísimo desafío para los investigadores e investigadoras. Todo yacimiento arqueológico tiene líneas borradas que tratamos de reconstruir, por eso requiere mucho cuidado, y aplicar la metodología con rigurosidad.
Para los jóvenes arqueólogos, esto es una información significativa, porque se pueden cometer errores garrafales con un mal cálculo (caso del yacimiento de la Florida que se le atribuyó un fechado mucho más antiguo que el encontrado en Levisa 1). Las complejidades metodológicas del carbono son diversas y complejas. Por ejemplo, si la proveniencia de los materiales se encuentra cercana al mar, hay que evaluar muchas cosas, el tipo de caracol, el lugar y la distancia de donde se extrajo y la profundidad donde reside en su hábitat, porque todo esto puede cambiar los fechados y es necesario calibrarlo. Lo mismo pasa con el ADN.
Es necesario ordenar todo esto con un buen rigor estratigráfico, debido a posible irrupción antropogénica o zoológica comprometiendo la integridad del record arqueológico. La comprensión de estas dinámicas es esencial para evitar errores e interpretaciones que estén fuera del marco de concertación científico.
No es lo mismo el cálculo de un isotopo de carbono de un caracol que vive en el fondo marino que uno terrestre, porque el que está en la profundidad puede arrojar fechas de carbono más antiguo, y si el humano que lo uso, ya sea como alimento o simple decoración se tiene que tener la certeza de que esos sujetos en verdad se alimentaban y usaron este tipo concha. Por eso los científicos realizan diversas pruebas, entre ella, la del carbono 14. Pero cuidado, porque estos, puede variar y se necesita calibrar dicho datos con otras pruebas de campo. Por igual, es importante ver que la estratigrafía no está afectada por intrusiones ajenas al período que se estudia. Por unos simples caracoles ermitaños se puede arrastrar polen moderno, a unos sedimentos distintos y más antiguos y viceversa. Y esto puede confundir a los investigadores, por señalar un simple ejemplo.
Por todos estos detalles, la arqueología y la antropología biológica se someten a la legitimación que ofrece, la metodología científica. Los análisis llevan tiempo, muchas horas de trabajo y trabajo interdisciplinario. Nuestros deseos muchas veces se frustran, simplemente, por lo que arroja el ADN, o los datos que ofrecen la, palinología, la traceología, etc. Es necesaria la rigurosidad, la interdisciplinaridad y los trabajos de laboratorios. Esa es nuestra ciencia, un escenario versátil que requiere de muchas miradas y experiencias, para poder descifrar, lo que nos arroja el contexto científico arqueológico.