Frank Rainieri, fundador y presidente ad vitam del Grupo Punta Cana, ha advertido que Pedernales, como naciente destino, necesita construir una cultura sobre turismo para  evitar la mala experiencia de otros polos, que comenzaron sin ella y han tenido que lidiar con el impacto de oleadas migratorias provenientes del resto del país.

Lo ha planteado durante una entrevista en el talk show radiotelevisual El Sol de la Mañana, luego de revelar que sugirió al Presidente y al ministro de Turismo llevar un crucero a Cabo Rojo, Pedernales, con el objetivo de  comenzar a hacer el ambiente, aunque puntualizó que no los favorece donde compitan deslealmente con los hoteles porque, entiende, les impide crecer, como sucedió en Cozumel, México, y San Juan, Puerto Rico.

Oportuno, digno de que, al menos, le escuchen sin prenociones por su condición de empresario turístico con intereses en el otro extremo de la isla. Nada se perdería.

Según las autoridades, el primer barco con turistas ya llega el 4 de enero de 2024, tras terminar la primera fase constructiva de Port Cabo Rojo. Y la experiencia acumulada de Rainieri es larga y fructífera en Punta Cana, en la  provincia oriental La Altagracia, que arrancó en los años 70 y ya maneja 45 mil habitaciones, con proyección de 60 mil.

Durante años he advertido lo mismo, pero aún persiste mucha incomprensión sobre el trascendente tema, en la comunidad, que vive distraída, y en el Gobierno. De ahí su pertinencia.

La construcción del destino turístico Pedernales, en el extremo sudoeste del territorio nacional (frontera con Haití), a 307 kilómetros del Distrito Nacional, debió ir acompañado, desde el diseño, del componente comunicación como proceso y eje transversal orientado a lograr la cultura de turismo que refiere Rainieri Marranzini. No como notas de prensa aisladas, muchas  laudatorias, pensadas y elaboradas en la urbe.

Las personas adquieren conciencia, se educan y construyen una cultura cuando son protagonistas de los procesos, no cuando usadas como receptoras pasivas de informaciones en las que no se  ven reflejados sus intereses.

Un vistazo al tratamiento sobre la información oficial respecto del ambicioso proyecto de desarrollo turístico de Pedernales, sin embargo, evidencia el predominio de un paradigma de comunicación fundamentado en la difusión de información y en la consideración de los públicos como entes pasivos (objetos no pensantes) pasibles de ser direccionados automáticamente por los emisores.

Desde el anuncio formal de inversiones para el desarrollo turístico de la provincia (2021), en varias ocasiones he sugerido, además de obras en los municipios, la instalación de una oficina local de comunicación para gestionar la comunicación de manera integral, como proceso.

Urge motorizar el apoderamiento social del turismo como nueva vía económica muy distinta a la cultura minera que rigió al pueblo desde finales de los años 50 con la explotación y exportación de la bauxita y la caliza por el muelle de Cabo Rojo, que ahora ha sido convertido en terminal de cruceros.

Estamos ante un nuevo desafío. En el fenómeno social en cuestión, todos los actores que lo configuran son importantes y cuentan, comenzando por los turistas y los ciudadanos más comunes de la comunidad destino.

Sin su participación será imposible lograr sentido de pertenencia y, menos, una cultura que lo cuide del fracaso en el tiempo, salvo que se piense el turismo sostenible sólo como hoteles en Cabo Rojo y gente cobrando salarios pequeños.

Ojalá el fragor político de la coyuntura permita entender y asumir esta propuesta capital. La descalificación olímpica sería lo peor que pudiera sucederle a Pedernales.